▄▄▄▄▄▄▄▄▄ 🕯️✨🗡️ DONDE... donde Astoria, una romana, hija de Júpiter y parte del legado Grace, debe de afrontar lo que jamás se permitió: el sentir.
Ella era una soldado hecha y derecha, un porte que intimidaba a todo el mundo y una mirada que do...
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PERCY JACKSON
Cuatro horas.
Es lo que tardó el caballo más veloz del mundo en llegar de Alaska a la bahía de San Francisco, avanzando recto sobre el agua por la costa del noroeste.
También es lo que me tomó recuperar del todo la memoria. El proceso había empezado en Portland cuando había bebido la sangre de gorgona. Y mientras regresábamos al territorio de los dioses del Olimpo, lo recordé todo: la guerra con Cronos, mi decimosexto cumpleaños en el Campamento Mestizo, mi entrenador Quirón el centauro, mi mejor amigo Grover, su hermano Tyson, mi amistad con Annabeth y lo incómodo que fue después de la guerra y, sobre todo, Adelaide: mi hermana de toda la vida, que en realidad era algo así como mi prima segunda, hija del tío de mi madre e hija de la diosa Iris. Hermosos meses en familia y de repente BUM. Había sido abducido por la alienígena conocida como Hera. O Juno... como se llamara.
Ocho meses de mi vida robados. La próxima vez que viera a la reina del Olimpo, iba a darle un guantazo divino, sin que Astoria me viera, claro.
Mi familia y amigos debían estar como locos. Sobretodo el Campamento Mestizo. Y lo que era aún peor: salvar los dos campamentos solo sería el principio. Según Alcioneo, la auténtica guerra tendría lugar muy lejos, en la tierra natal de los dioses. Los gigantes pensaban atacar el Monte Olimpo original y destruir a los dioses para siempre.
Sabía que los gigantes no podrían morir a menos que los semidioses y los dioses lucharan juntos.
Entendía el plan de Juno: unir a los semidioses romanos y griegos para crear un equipo de élite formado por héroes, y luego convencer a los dioses para que lucharan codo con codo con ellos. Pero primero teníamos que salvar el Campamento Júpiter.
Tamalpais y el cabo de Marin surgieron de la niebla. Arión pasó como un rayo por debajo del Golden Gate y llegaron a la bahía de San Francisco.
Atravesamos Berkeley embalados hasta las colinas de Oakland. Cuando llegamon a la cumbre por encima del túnel de Caldecott, Arión se puso a dar sacudidas como un coche averiado y se paró con el pecho palpitante.
Hazel le acarició cariñosamente los costados.
—Lo has hecho estupendamente, Arión.
El caballo estaba tan cansado que no podía ni replicar: «Pues claro. ¿Qué esperabas?».
Frank y yo nos bajamos del carro dando un salto, luego ayudé a Astoria tomándola de la mano para que se bajara. No podía evitar sentir culpable de que su cuerpo se sintiera débil por mi por lo que habíamos hecho en Alaska.
