Kim Jennie una mujer actualmente de 26 años. Actualmente vive sola acompañada de un perro, un pequeño Pomeranian marroncito llamado Kuma. Es veterinaria, desde pequeña fue uno de sus sueños poder ayudar a los animales, es amante de los animales así...
Holisss, volví aparecí de nuevo por problemas que tenía con mi teléfono, al final del cap lo explicó!
Os dejo leer tranquilamente, espero que les guste el cap de hoy 😘
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Kim Jennie.
[...]
--Oye.. me aburro...
--Pues ponte a jugar jueguitos con el teléfono. --dijo con seriedad.
Su vista estaba fijada en su portátil. Medio cabello lo tenía recogido menos un mechón que se le logró escapar de su pinza.
--Agh.. dijiste que me ibas a enseñar tú empresa, esto es muy aburrido.
--Yo te dije que te lo enseñaría luego. Estoy terminando un par de cosas. Tú fuiste la que quiso venir sabiendo que tengo trabajo. --respondió viendo cómo recostaba su espalda sobre su silla cómoda y acercaba más a ella su portátil.
--Pero no pensé que fuera tan aburrido... Uff.. --me tumbe sobre su sofá esperando a al menos dormirme o algo, pero era imposible mientras escuchaba de fondo sus tecladitas en el portátil.
--Si piensas dormirte, al menos, quítate tus zapatos. Ensuciaras mi sofá.
--No voy a dormirme. No me entra el sueño. --indique levantándome de golpe del sofá.
Pase mi mano sobre mi rostro y tomé aquella otra silla giratoria de ruedas que tenía frente su escritorio. Me senté quedando justo en frente suyo. Ni siquiera levantó su vista a mi en ningún momento.
Moví mi silla con los pies hasta quedar a su costado para poder ver lo que hacía.
--¿Que es lo que estás haciendo? --pregunté fijándome en como movía el ratón con su mano derecha.
--Trabajo. --respondió, fruncí mis cejas mirándola directamente a sus ojos, que ni siquiera me correspondían.
--Anda, no me digas... --solte incrédula.
--Te lo digo.
Rodeé los ojos. Estire mis brazos sobre su escrito y apoye mi cabeza sobre ellos. Me quedé observando como movía sus dedos con rapidez sobre el teclado. Tenía demasiados anillos sobre sus dedos, pero me fijé en aquel y único anillo dorado.
Todos eran plateados menos aquel que llevaba en el dedo anular.
Ese se lo regalé yo... Cuando estábamos aún en el instituto...
Desvíe mi mirada por un momento de sus manos.
Ese anillo dorado era un regalo que yo le hice una vez que quedamos en el patio de casa de mi mamá, cuando obviamente seguía viviendo ahí.
Minjun ese día se quedaba a dormir conmigo. Como casi todos los días. Mi mamá preparó la cena para las dos, era pizza, algo normal y corriente para un domingo por la noche. Cenamos en la azotea porque hacía buen tiempo como para mirar un rato las estrellas y la luna.
