Osvaldo seguía viendo la pantalla holográfica frente a él, pero decidió levantarse. Miró a Silvie, que aún comía con devoción, y no supo qué decir. No le pediría que dejara las sobras, pues para ella eso sería un banquete. Sus pensamientos se desviaron hacia el sistema.
—¿Cuáles son tus funciones, sistema? —preguntó mentalmente.
El sistema respondió con entusiasmo, con la voz de un joven apasionado:
—¡Hola! Soy el Sistema de Armas. ¡Cada 100 años, en el Río de la Reencarnación, un alma es escogida al azar y tú fuiste el afortunado! Déjame mostrarte mis funciones.
Osvaldo notaba lo animado que sonaba el sistema mientras continuaba explicando.
—Cada día de la semana recibirás un arma diferente, que se guardarán en un espacio alterno vacío. Solo estarán tus armas ahí, nada más.
—¿Qué tan avanzadas son estas armas? —preguntó Osvaldo, intrigado.
—¡Ja ja ja! ¡Buena pregunta! ¿Qué tan avanzadas? Más bien pregúntate qué tipo de armas no tenemos. ¡Tenemos armas de calor, de gravedad, sónicas! ¡Lo que quieras! ¿Quieres activar la función?
Osvaldo no lo pensó mucho, y frente a él apareció un holograma con la frase:
—¡Felicidades! Has obtenido una SCAR, o mejor dicho, ¡Special Forces Combat Assault Rifle! —continuó el sistema, con su tono animado—. Este rifle de asalto tiene 30 cargadores con 20 proyectiles cada uno, y puede disparar hasta a una distancia de 500 metros.
El sistema jadeó, como si hablar tan rápido lo hubiera agotado. Osvaldo quedó estupefacto. Luego, avergonzado, le preguntó:
—¿Cómo se usa? Nunca he tocado un arma...
El sistema, notablemente molesto, respondió:
—¡Qué pregunta más tonta! No te preocupes, cuando la sostengas sabrás cómo usarla de inmediato. Y recuerda, cuando tengas dudas sobre mis funciones, ¡pregunta sin preocupaciones!
Osvaldo dejó de pensar en el sistema y notó que Silvie lo estaba mirando. Se levantó rápidamente y le dijo:
—Sigue con tus deberes.
Luego salió hacia el patio del castillo. Esperaba encontrarlo vacío, pero se topó con Felix, su hermano, que estaba agarrando del cuello a una joven y bonita sirvienta. La soltó beso y la pateó, tirándola al suelo. Al ver a Osvaldo acercarse, sonrió y dijo:
—¡Hermano! Al fin te veo. Desde que te desmayaste, parece que has estado ocupado.
Felix se acercó y lo rodeó con un brazo, poniéndoselo sobre el hombro. Osvaldo suspiró, recordando su relación con Felix. Según los recuerdos de este cuerpo, se llevaban bastante bien, divirtiéndose juntos maltratando sirvientas. años atrás, Felix había sido llevado a la iglesia, donde se volvió más "religioso". Cada vez que golpeaba o mataba a una sirvienta, usaba dinero para comprar indulgencias, esos papeles que te garantizaban el camino al cielo. Ambos, Osvaldo y Felix, habían pagado varias indulgencias, especialmente Felix.
Osvaldo, aunque cruel en el pasado, tenía una diferencia. Mientras Felix maltrataba a muchas sirvientas, Osvaldo tenía una preferida: Silvie. Como concentraba su sadismo en una sola persona, pagaba menos indulgencias.
—Hermano, no podré continuar golpeando sirvientes contigo. —dijo Osvaldo con una sonrisa forzada.
Felix lo miró, atónito. Parecía que estaba viendo a un desconocido.
—¿Por qué dejarías de hacer lo que siempre has hecho, hermano? —preguntó curioso.
—Ya escuchaste lo que me pasó, ¿verdad? —dijo Osvaldo, manteniendo la farsa.
—Sí, casi te posee un demonio, pero ganaste.
—Exacto, lo derroté, pero no lo maté. Me dejó una condición: cada vez que maltrate a un humano, el demonio intentará poseerme. —Osvaldo miró a Felix seriamente—. Así que estoy en una situación precaria. No se lo cuentes a nadie.
Para sus adentros, Osvaldo se reía. "Esta gente de la Edad Media es realmente estúpida", pensó. De esperar de personas que creían que tener piojos era señal de buena salud. Felix suspiró al ver la seriedad de su hermano.
—Lo entiendo, hermano. —dijo, resignado. —Pero realmente no continuaras con esto?— continuo. mientras agarraba la ropa de la sirvienta que estaba tirada en el suelo, ¿dejaras de usar tu poder para imponerte sobre los demás? —solo mírala hermano claramente nos odia y no puede hacer nada—
Osvaldo, miro a la sirvienta que como decía Felix, estaba enojada con los ojos llorosos claramente queriendo luchar pero sin hacerlo, recuerdos fueron a su mente, de el como Felix golpeando sirvientes y manteniéndolo en secreto.
Felix abrió la boca de la sirvienta y le tiro un escupitajo miro a Osvaldo que no se movía indeciso y suspiro
—¡Solo vete de acuerdo hermano¡— suspiro profundamente y luego continuo —tu cambio es demasiado drástico.
Mientras Osvaldo se alejaba, escuchó los quejidos de la sirvienta. Felix continuaba con sus abusos, y aunque Osvaldo sentía pena por ella, los recuerdos de casi una amistad con Felix lo detenían de intervenir.
Continuando su recorrido por los pasillos vacíos, Osvaldo le preguntó al sistema:
—¿Cómo saco el arma? ¿Solo la imagino apareciendo en mi mano o que?
El sistema, ahora con un tono aburrido, le respondió:
—Solo di el nombre del arma y, si quieres, imagina que aparece en tu mano.
Osvaldo levantó la mano y dijo con algo de duda:
—¿SCAR?
El arma apareció en su mano de inmediato, y en su mente surgió toda la información sobre su uso. Suspiró.
—Qué conveniente... —murmuró.
No tenía intención de usarla, así que la guardó de nuevo en el espacio alterno. Al pasar por los pasillos, vio a su hermano pequeño, Patrick, montado sobre una sirvienta, como si fuera un caballo. Suspiró y siguió adelante, no muy lejos de ese lugar vio a Grecia llamar a Patrick quien detuvo sus abusos de inmediato.
Finalmente llegó al baño. Tomó el cepillo de dientes, un simple trozo de madera con algo parecido a trigo atado a él. "Bueno, es mejor de lo que esperaba", pensó. Pero al ver la "pasta de dientes", hecha de huesos de sepia molidos con orina, casi vomitó.
—¡Maldita tecnología antigua de mierda! —maldijo.
Terminó por lavarse los dientes con las manos y sin usar la pasta dental obviamente y al lavarse las manos volvió a suspirar por la mala higiene y falta de jabón decente pidió a los sirvientes que le fabricaran otro cepillo. Llamó a cuatro sirvientas y les ordenó que le prepararan agua caliente para un baño. Necesitaba relajarse. Una hora después, finalmente se estaba bañando, intentando calmarse en este mundo que le resultaba tan ajeno.
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¡oh mierda estoy en la puta época medieval¡
Fantasyun joven reencarna en la edad medieval. y odia todo de ella que mierda ara en un mundo asi? acompáñame en su viaje de mierda. mientras osvaldo se queja de toda costumbre en ella.