reencarnacion

79 9 11
                                    

Osvaldo caminaba sin rumbo, sintiéndose perdido. Había logrado hacer prosperar su pequeña empresa, pero a veces la vida te golpea cuando menos lo esperas. Un día, todo lo que había construido se vino abajo de la peor manera, y lo peor de todo, no fue su culpa. El jefe de administración, una persona de confianza, robó varios activos de la empresa y desapareció. Durante dos meses, la policía lo buscó, y cuando finalmente lo capturaron, el dinero ya había sido gastado.

Sin fondos para pagar a los empleados, la empresa tuvo que cerrar. Era imposible seguir adelante sin ellos, y el negocio colapsó. Osvaldo, lleno de rabia y frustración, demandó al hombre. El ladrón fue condenado a 29 años de prisión. Osvaldo se sintió aliviado por un momento, pero sabía que de no haber sido por el abogado defensor, el hombre habría recibido 55 años. El castigo no compensaba sus pérdidas, pero al menos hubo algo de justicia.

Caminando por las calles, Osvaldo intentaba distraerse, buscando alguna señal de alivio en la rutina diaria. Sin embargo, un escalofrío recorrió su espalda, y al voltear, vio un camión fuera de control, avanzando a toda velocidad hacia él. Con incredulidad exclamó:

—¡¿Qué putas es esto?!

Se lanzó al suelo rodando lo más rápido que pudo, logrando salvarse por un pelo, pero no sus piernas. Estas fueron arrolladas brutalmente por el camión. Un grito de dolor y furia salió de su garganta:

—¡Maldito conductor de mierda! ¡Ojalá se le explote el camión!

Miró con resentimiento hacia donde se dirigía el vehículo, y para su sorpresa, el camión chocó directamente contra una gasolinera. Una gigantesca explosión siguió al choque, envolviendo el lugar en llamas. Aturdido, Osvaldo se quejó:

—¿Y ahora a quién mierda demando por mis piernas rotas?

De repente, una rueda en llamas del camión salió disparada hacia él. Suspiró resignado mientras murmuraba:

—Bueno, San Pedro... ¡Allá voy!

La rueda lo golpeó en la cabeza, y todo se movió en un momento estaba frente a sus piernas y pensó 

 —Que buenos pantalones azules tengo, luego vio su camisa negra de pop y se orgulleció de lo bien que le quedaba, era edición limitada después de todo, espera y mi cabeza..... a va veo.

***

Al abrir los ojos, Osvaldo se encontró en un lugar extraño. Ante él se extendía un majestuoso río de color miel que parecía tener una atracción casi hipnótica. Un impulso irracional lo empujaba a saltar al río, pero algo en su mente lo hizo detenerse.

—¿Por qué querría lanzarme a un río de miel? —se preguntó, sacudiendo la cabeza.

Miró a su alrededor buscando respuestas, y lo que vio lo dejó perplejo. A lo lejos, un chico junto a una viejita se transformaba lentamente. En un parpadeo, su ropa normal se convertía en un traje de astronauta, como si la tecnología hubiera salido de la nada. La confusión de Osvaldo aumentaba, y su mente se llenaba de un pensamiento insistente:

—¡Mira ese hermoso río! ¡Sumérgete en él y olvida todo!

Asustado por la idea, Osvaldo decidió mantenerse quieto para no caer en la tentación de lanzarse al agua. Pronto, vio al chico que había estado observando sumergirse en el río y nadar, despreocupado. Sin más opciones, decidió acercarse a la viejita para obtener respuestas. Mientras caminaba, la voz en su cabeza no dejaba de gritarle que se arrojara al agua, pero luchó contra ese impulso hasta llegar a la mujer de cabello amarillo.

—Disculpe —le preguntó—, ¿dónde estoy? ¿Esto es el cielo o el infierno?

La viejita lo miró con una sonrisa tranquila y le respondió:

—Este es el Lago de la Reencarnación. Aquí, al sumergirte, perderás todos tus recuerdos en diez minutos, y después de eso, reencarnarás en cinco años.

El corazón de Osvaldo latía con fuerza. Cayó de rodillas, sintiendo cómo su mente se desmoronaba. Con una voz desesperada, preguntó:

—¿Hay alguna forma de conservar mis recuerdos o recuperarlos en algún momento?

La anciana suspiró, compasiva, y le ofreció una pequeña solución.

—Toma esta sopa —dijo, entregándole un cuenco con un líquido morado. Solo con mirarlo, Osvaldo se sintió receloso, pero recordó que ya estaba muerto, ¿qué podría perder?

Sin pensarlo más, bebió la sopa, era... no tenia sabor, si no fuera por que claramente la sopa desaparecía cuando la bebía pensaría que estaba tomando aire, sintiendo un extraño alivio. Decidido, caminó hacia el lago. Antes de sumergirse, recordó cómo había muerto y murmuró:

—Así que Kamion-kun es real, ¿eh?

Sonrió con amargura y se zambulló. A medida que se hundía en el agua, vio a una persona que conocía aunque no en persona ¿esa no es la reina Isabel? sus recuerdos comenzaron a desvanecerse. Primero, olvidó su infancia, sus juegos, su primer dibujo. Luego, los momentos felices de su adolescencia se desvanecieron, como la primera vez que jugó con su Terreneitor 4x4 con sus turbo motores que pasaba por el agua y nieve. Siguieron los recuerdos de su educación: ocho años de escuela primaria, cuatro años de secundaria, seis años de universidad. Olvidó su primera relación adulta, aunque la termino porque no perdería pareja ganaría soledad  y finalmente, olvidó quién era por completo.

Su alma flotaba en el río, completamente vacía, hasta que, finalmente, reencarnó.

¡oh mierda estoy en  la puta época medieval¡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora