—Y esa es solo una de las muchas razones por las que la piña puede estar en cualquier comida menos en la pizza —dije orgullosa, rematando mi argumento con una sonrisa de satisfacción.
—Ya veo... —respondió Violeta, aunque al mirar a las demás, me di cuenta de que todas me observaban con expresiones algo raras.
—¿Cómo no te va a gustar la pizza con piña, Chiara? —preguntó Denna con una ceja alzada, claramente divertida por la conversación.
—Es que es Chiara Oliver, ¿no ves que es rarita? —saltó Salma, adelantándose antes de que pudiera contestar.
—Mira, Salma, no empecemos —dije mientras me acomodaba en el suelo, sentándome en posición de indio junto a Violeta.
—A mí no me gusta la pizza —soltó de repente Violeta, mirándome con una serenidad que me dejó pasmada.
—¡¿Qué?! —me alejé un poco de ella, dramatizando una expresión de absoluta sorpresa—. ¡¿Cómo que no te gusta la pizza?!
—No te lo tomes tan a pecho, Chiara —intervino Denna con una sonrisa—. No es que no le guste, es que ni siquiera la ha probado.
—¿¡Qué no has probado la pizza!? —ahora sí que estaba al borde del colapso—. ¡Eso es casi un delito! —exclamé poniéndome de pie de un salto.
—Deja de hacer un drama, Oliver —bufó Salma, y recordé con un ligero fastidio que seguía allí.
Estaba a punto de replicarle, pero el timbre sonó, marcando el final del descanso. Todas empezaron a recoger sus cosas para ir a sus clase.
—Venga, Vio, que ahora tenemos Historia —dijo Salma, tendiéndole la mano a Violeta, que la aceptó con una sonrisa.
—Voy. ¡Adiós! —respondió Violeta, agitándome la mano antes de que ambas se alejaran, entrelazadas de manera natural.
Me quedé observando cómo se iban juntas, y una punzada extraña me recorrió. ¿Por qué Violeta sería amiga de alguien como Salma?
—Ey, ¿qué pasa, Oliver? —Denna me dio un leve codazo, sacándome de mis pensamientos—. ¿Estás celosita porque se van de la mano?
—¿Celosa yo? ¡Para nada! —contesté rápidamente, notando que mi voz sonaba un poco más aguda de lo normal.— No es lo que parece —balbuceé, sintiendo cómo mis mejillas se calentaban al notar lo evidente que había sido.
—Tranquila, Chiara, no te pongas así —rió Denna, dándome un pequeño codazo—. Cambiando de tema, ¿has oído hablar de la fiesta que le estamos organizando a Violeta?
—¿Fiesta? —pregunté con entusiasmo antes de pensar demasiado—. ¡Guay! Pero... —de repente, me frené, recordando algo—. No sé si es la mejor idea. Violeta siempre dice que no le gustan las fiestas...
—No te preocupes, todo estará controlado —dijo Denna, agitando la mano como si fuera un detalle menor—. Todo va a ir bien, te lo prometo. Hoy a las ocho en mi casa, no llegues tarde.
Y sin darme tiempo a pensar en excusas, Denna se despidió con un guiño y se fue, dejándome de pie, mientras mi mente corría a toda velocidad. ¿Realmente era buena idea? Violeta me había dicho un par de veces que no le gustaban las fiestas... ¿Qué tal si esto la incomodaba? Pero sí Denna que era su mejor amiga y estaba de acuerdo ser por algo, ¿no?...
–Chiara– escuche mi nombre y me gire a ver quién era.
–¿Martin?– pregunte al verlo, hace mucho que no lo veía.
–Si. Hola– parecía incomodo– ¿Qué vas hacer esta tarde? – pregunto mirando al suelo.
–He quedado– dije viéndolo confundida. Era muy extraño tratar tan distante a Martin, hace menos de un mes era mi mejor amigo y a día de hoy ni siquiera se si somos amigos.
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27 de Febrero
RomanceVioleta ha pasado casi toda su vida en el hospital, luchando contra una enfermedad que le debilita el sistema inmunológico. Con 17 años, finalmente convence a sus padres de ir al instituto, pero hay una condición: Denna, su amiga de la infancia tien...