6. Día En La Playa

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No sé muy bien cómo pasó, pero de repente estábamos todos en la playa. A veces, las mejores ideas surgen de la nada, como si el destino se burlara de nosotros. Todo comenzó una tarde cualquiera, mientras Denna y yo estábamos tiradas en el césped del instituto, disfrutando de un breve respiro entre clases mientras esperábamos a Violeta. Hablábamos de los dramas de siempre: las pruebas de la semana o los rumores que nunca pueden faltar

—Estoy agotada por los exámenes —murmuró Denna, girándose hacia el cielo, que empezaba a teñirse de un azul profundo.

—¿Y si nos escapamos a la playa este fin de semana? —solté, sin pensar, dejando que las palabras fluyeran de mis labios como un impulso.

Denna se giró rápidamente, con esa mirada que tiene cuando está considerando si estoy loca o si le parece la mejor idea del mundo.

—¿En serio? —preguntó, su tono de voz lleno de sorpresa.

—Sí, en serio. Un día de desconexión. Sin exámenes ni estrés —respondí, sintiendo cómo la emoción empezaba a burbujear en mi interior.

Entonces recordé algo crucial. Violeta, me había contado hace poco lo mucho que anhelaba hacer algo "normal", como ir al parque o a la playa y esta era una buena oportunidad para hacerla feliz.

—Denna, deberíamos invitar a Violeta. Siempre dice que quiere hacer cosas así. —Le lancé la idea mientras pensaba en la sonrisa que podría iluminar su rostro.

La mirada de Denna cambió; vi un destello de entusiasmo en sus ojos.

—Claro, ¡vamos a hacerlo! —dijo, ya tomando su teléfono para llamar a Alex, su novio.

Antes de que pudiera decir más, ya estaba marcando su número. Yo, mientras tanto, envié un mensaje a Martín y a Ruslana. La última, como siempre, tardó en responder, lo que era bastante típico. Cosas de Ruslana, pensé, pero eso no iba a detenerme.

*___*___*

Llegamos a la playa justo cuando el sol estaba en su apogeo, iluminando la arena con un resplandor dorado. Las olas rompían suavemente en la orilla, y el viento mecía mi cabello mientras inhalaba el aire salado que siempre me llenaba de energía. Era uno de esos días perfectos que te hacen olvidar todo lo malo.

—¡Vamos, gente! —gritó Denna, soltando su mochila en la arena y corriendo directamente hacia el agua, arrastrando a Alex con ella. Él parecía el típico chico relajado, con el mismo aire despreocupado que ella, aunque, ahora que lo veía de cerca, me recordó a mí. Pelinegro, ojos verdes, y una sonrisa siempre lista para soltar una broma.

Mientras Denna y Alex se lanzaban al agua como niños pequeños, yo me acomodé en la arena con Martín y Ruslana, que intentaba armar una sombrilla, pero Martín no paraba de reírse de sus intentos fallidos.

—¡Vamos, Martín! ¡No te quedes ahí parado! —le dije, mientras Ruslana lanzaba comentarios sarcásticos que lo distraían cada vez más.

—Soy un arquitecto de sombrillas en proceso —respondió Martín, con una sonrisa que iluminaba su rostro. Finalmente, logró clavar la sombrilla en la arena, aunque un poco torcido, lo que hizo que Ruslana soltara un grito de triunfo.

Violeta y yo nos quedamos un poco atrás, observando la escena con risas. Ella me miró y sonrió tímidamente.

—Gracias por esto, Chiara —dijo, su mirada perdida en el horizonte marino—. No sé cuánto tiempo llevo queriendo hacer algo así.

—Es solo la playa, Vio —le respondí, aunque sabía que para ella no era "solo la playa". Era una de esas escapadas que soñaba en el hospital, entre tratamientos y doctores. Quería que ese día fuera especial. Perfecto

27 de FebreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora