Extra 1

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El otoño continuaba avanzando, y las hojas caían lentamente, pintando las calles con tonos cálidos de naranja y dorado. Jimin no podía evitar volver a ese momento en que vio a Jungkook por primera vez después de la ruptura del ciclo. Había sido un encuentro fugaz, una mirada, un instante que había deseado tanto, pero al mismo tiempo lo había dejado con una sensación de vacío. Jungkook no lo recordaba. No había manera de cambiar eso.

Sin embargo, en el fondo de su corazón, Jimin sabía que, de alguna manera, sus almas seguían conectadas. El hilo invisible que había unido sus vidas anteriores todavía estaba ahí, aunque delgado y frágil. Era como si el destino no pudiera resistirse a mantenerlos cerca, aunque las reglas de este nuevo capítulo en sus vidas fueran diferentes.

**✧**

Un mes después de aquel encuentro en la tienda de flores, Jimin se encontró paseando de nuevo por la ciudad. Esta vez, no lo hacía con la esperanza de ver a Jungkook, sino porque sentía la necesidad de despejar su mente. Había comenzado a aceptar la realidad de que vivirían vidas separadas, y aunque lo dolía, era lo correcto. El sacrificio había valido la pena para liberarlos del dolor eterno de sus vidas anteriores.

Mientras caminaba por un parque, se detuvo cerca de un lago donde las hojas flotaban en la superficie. Recordó cómo solían sentarse juntos en los parques en otras vidas, incluso en esta vida, antes de que todo se desmoronara. Sus manos instintivamente se cerraron en puños, como si trataran de aferrarse a esos recuerdos, pero al mismo tiempo, Jimin sabía que tenía que dejarlos ir.

De repente, escuchó una risa familiar a lo lejos. Giró la cabeza y lo vio: Jungkook estaba allí, sentado en un banco, con una taza de café en la mano y riendo con un grupo de amigos. Jimin sintió su corazón detenerse por un instante. No esperaba verlo de nuevo tan pronto, y menos en un lugar como ese.

Jungkook estaba despreocupado, con una sonrisa genuina que iluminaba su rostro. Era el mismo Jungkook que Jimin había amado en tantas vidas, pero también era diferente. Era un hombre que vivía libremente, sin la carga de los recuerdos que los habían atormentado en el pasado.

Jimin no pudo evitar quedarse observándolo desde lejos, preguntándose cómo sería si pudiera acercarse, sentarse a su lado y compartir una conversación casual. Quizá, en otra vida, habrían sido amigos desde el principio, sin las complicaciones y el peso de la reencarnación.

—¿Te acercarás a saludarlo esta vez? —preguntó una voz suave detrás de él.

Jimin se giró rápidamente y vio a la mujer que los había guiado a través del ciclo de sus vidas pasadas. Estaba allí, como un fantasma silencioso, observándolo con la misma mirada sabia que siempre había tenido.

—No lo sé —murmuró Jimin, mirando a Jungkook de nuevo—. No quiero entrometerme en su vida. Parece feliz.

La mujer asintió, su vestido blanco ondeando suavemente con el viento otoñal.

—Lo es. Y lo será, sin importar lo que decidas hacer. —Hizo una pausa antes de continuar—. Pero eso no significa que no puedan formar parte de las vidas del otro de una manera nueva. Las almas conectadas siempre encuentran una forma de permanecer juntas, incluso si no recuerdan por qué.

Jimin bajó la mirada, pensando en lo que ella decía.

—No quiero que él sufra. No quiero que cargue con lo que yo sé.

—Y no lo hará —respondió la mujer—. No de la manera en que lo imaginas. Lo que compartieron es poderoso, pero eso no significa que no puedan crear algo nuevo. Recuerda, la libertad que obtuvieron no es solo para que vivan separados, sino para que elijan lo que quieren hacer ahora, sin el peso de lo que fue.

Jimin miró a Jungkook de nuevo, viendo cómo se levantaba del banco para despedirse de sus amigos. Lo observó caminar hacia la salida del parque, sus pasos ligeros y despreocupados. Parecía un hombre sin preocupaciones, alguien que había dejado atrás el sufrimiento.

Antes de que pudiera detenerse, Jimin tomó una decisión. Dio un paso hacia adelante, luego otro. Sus pies lo llevaron hacia Jungkook, su corazón latiendo con fuerza, pero esta vez no por el miedo, sino por la determinación de probar algo nuevo.

Jungkook estaba a punto de cruzar la calle cuando Jimin lo llamó.

—¡Jungkook!

El sonido de su nombre hizo que Jungkook se detuviera y se diera la vuelta. Cuando sus ojos se encontraron, hubo un momento de reconocimiento, aunque no como el que Jimin esperaba. Jungkook no lo recordaba, pero algo en su mirada cambió, como si una parte de su alma supiera que ese encuentro era importante.

—¿Nos conocemos? —preguntó Jungkook, frunciendo ligeramente el ceño pero con una sonrisa amable en los labios.

Jimin sonrió, esta vez sin la tristeza de antes.

—Nos cruzamos hace un tiempo, en la tienda de flores. Quizá no me recuerdes, pero me gustaría invitarte un café, si te parece bien.

Jungkook lo miró por un momento, como si estuviera tratando de recordar algo que se le escapaba, pero luego asintió.

—Claro, suena bien.

**✧**

Sentados en una pequeña cafetería, el aroma del café recién hecho envolvía el ambiente. Jungkook y Jimin hablaron durante horas, como dos personas que acababan de conocerse, pero con la familiaridad de quienes han compartido algo más profundo en el pasado. La conversación fluía de manera natural, sin presiones, sin expectativas. Solo dos personas disfrutando de la compañía del otro.

Jimin no mencionó nada del pasado, ni de las vidas que habían compartido. No había necesidad de hacerlo. Sabía que este nuevo comienzo era una oportunidad para construir algo diferente, algo que no estuviera marcado por la tragedia.

Mientras salían de la cafetería y caminaban por las calles iluminadas por las luces de la ciudad, Jungkook se volvió hacia Jimin y lo miró a los ojos.

—No sé por qué, pero siento que… ya te conocía. Como si nuestras almas estuvieran conectadas de alguna forma —dijo Jungkook, riendo suavemente como si fuera una broma, pero con un destello de seriedad en sus ojos.

Jimin sonrió, sintiendo que su corazón finalmente encontraba paz.

—Quizá sea eso. Quizá nuestras almas siempre se encuentran, sin importar en qué vida estemos.

Jungkook lo miró por un momento más antes de sonreír ampliamente.

—Bueno, si es así, estoy feliz de que nos hayamos encontrado en esta.

Jimin asintió, sabiendo que, aunque Jungkook no lo recordara, en el fondo, sus almas siempre estarían conectadas. No necesitaban recordar el pasado para seguir adelante. Lo que compartían ahora era suficiente, y eso era lo más cercano a la felicidad que Jimin había soñado.

Susurros Del Corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora