CORTO XVI: AU CANON

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"Siempre espectador..."

•~•

Tomioka tiene una misión el día de hoy, está muy decidido a cumplirla.

Se había preparado mucho para este día, no había hecho más que hacer simulaciones en su mente y pensar en futuros problemas que podrían llegarle, pero todos, como siempre, los había resuelto con su gran ingenio e inteligencia.

Su valentía estaba extrañamente creciente en su pecho, con una sonrisa agradable, por mucho muy bizarra de visualizar en los labios de Giyū, y una postura recta e impoluta.

Estaba muy bien vestido, con su cabello arreglado, un leve aroma de perfume desprendiendo de su cuerpo y la gran peculiaridad de llevar un ramo de flores entre sus manos.

¡Giyū parecía todo un galán!

¿Pero quién sería la afortunada?

En realidad, a ojos de conocedores, se le dice afortunado.

Un hombrecillo de baja altura que siempre anda de cascarrabias es el gran afortunado, fue quien le robó el corazón al Pilar del Agua desde el minuto uno.

¿Y cómo evitaba enamorarse?

Simplemente era imposible.

Cuando lo vió por primera vez, llegando a la reunión con una actitud orgullosa, mirando a todos como si fueran pequeñas molestias y desprendiendo un aura de misterio de su pequeña figura, le había dejado embelesado.

Un hombre de tal apariencia, aunque a muchos sólo le parezca un enano ahogado en ropas y vendas, Tomioka siempre ve más allá de eso, más en el fondo, queriendo poder adentrarse en lo profundo de su corazón.

Y lo ha conseguido, o eso quiere hacerse creer así mismo cuando ve como Obanai se acerca para hablarle, tal vez sea sólo cosas de trabajo pero Giyū siempre es atento, sabe la especie de brillo que sus hermosos ojos desiguales parecen deslumbrar cuando se sienta junto a él para ayudarlo, tal vez regañarlo o criticar su manejo de la katana.

Tomioka amaba escucharlo hablar de sus tecnicas con la katana.

Le recordaba que estaba hablando con, no sólo el mejor espadachín que había conocido, sino que, era el mejor espadachín de toda la Cofradía. Teniendo ataques impresionantes y versátiles que ha tenido la enorme fortuna de presenciar en vivo.

Giyū estaba decidido en dejar de ser un simple espectador en su vida, quiere mantener una actitud más proactiva y considerarse protagonista, hacer lo que su corazón le dictara en términos de amor.

Tomioka lo haría, le declararía su amor al hombrecito de baja estatura.

Y como prueba de eso tocó la puerta de su finca, con el ramo de flores sujeto fuertemente en su mano y una sonrisa, sintiéndose seguro.

No quiso avisar que era él en particular, solo se limitó a tocar.

—Carajo, ¡Dejen de tocar que ya voy a abrir! ¡Joder...!

Obanai es un amor.

Sin duda, era el hombre perfecto para él.

Cuando la puerta se abrió, la vista no era lo que había pensado en un principio.

Pensó que estaría con su uniforme de cazador, el cual parecía jamás querer quitar, pero en su lugar tenía un simple yukata de color oscuro, con su cabello sujetado en una coletilla.

Tomioka terminó por enamorarse aún más.

—¿Qué-?

—¡Iguro! Hola.

Tomioka lo interrumpió sin querer al saludarlo, sonriendo tontamente con las flores en su mano temblando.

—Uh, hola, cara de rata.

Obanai se cruzó de brazos a la altura de su pecho, Giyū dedujo que la mirada de Iguro se debía a fastidio y molestia.

—Y-Yo... Yo vine hasta aquí para... Para...

—¿Para...?

Obanai alza una ceja, esperando a que el mayor hablara.

—¡Para invitarte a salir!

Giyū admite, casi pegando las flores blancas en la cara del menor esperando impaciente para que las tome.

Iguro actuó de manera mecánica, tomando las flores sin ser capaz de procesar las palabras.

—Desde... Desde que te conocí me pareciste maravilloso, un hombre espléndido.

Obanai lo mira sorprendido.

—Cada momento que pasas conmigo es mágico, lo atesoro felizmente, qui-quisiera poder intentar algo... Más.

—Tomioka.

—Sé que es muy apresurado y repentino, no hemos hablado demasiado, pero quisiera que me des una oportunidad. Quiero demostrarte que te amo, con todo mi corazón, voy a dar lo mejor de mí para poder demostrarte que eres el hombre de mis sueños y si me lo permites, me quiero convertir en el tuyo.

—To-Tomioka.

—¡Te amo! ¿Me harías el gran honor de ser tu novio, Obanai Iguro? O-o al menos, darme la oportunidad de conocernos.

Tomioka dice avergonzado, mirando nervioso al más bajo quien parecía no poder creer lo que había escuchado. Sus labios temblaron bajo sus vendas.

—Es... ¿Es un reto, verdad?

Fue lo primero que Obanai pudo decir, saliendo poco a poco de la sorpresa inicial observando al más alto.

—Desde luego que no, lo prometo, mis palabras son sinceras; te amo.

Obanai ni siquiera puede recordar que es lo que le diría inicialmente, Giyū, el cara de rata se le estaba declarando.

¿Pero por qué no podía reaccionar adecuadamente?

Debería insultarlo y golpearlo con las flores.

Pero simplemente es incapaz de sujetar con rudeza los crisantemos blancos, no cuando puede distinguir como Giyū lo miraba con amor, una persona estaba mirándolo con cariño.

Es como si una cuerda enredada en su garganta le impidiera hablar.

Giyū se queda paciente, mirando con rostro mortificado como Obanai no parecía ruborizarse por sus palabras, lo miraba molesto, aunque siempre lo miraba así, no se había movido ni un centímetro.

Tal vez esto es un mensaje del destino, que le dice "siempre serás espectador, no protagonista."

—I-Iguro, ¿Estás bien?

Giyū da un pequeño paso, pasando su mano al frente del rostro del menor queriendo ver una respuesta, por más cruel que sea, pero al menos que diga algo.

—To-Tomioka... ¿Te gustaría pasar a tomar una taza de té?

Dice Obanai apartándose de la puerta, señalando el interior de su propiedad sin saber exactamente qué más decir.

Giyū parpadea, siente como su sonrisa amenaza con volver, su corazón comienza a acelerarse y asiente, pasando junto a Iguro al interior de la propiedad.

—Gracias por las flores, son hermosas.

Tomioka lo supo de inmediato, su vida como protagonista había comenzado.

•~•

"Siempre espectador, nunca protagonista... Hasta ahora.

°-Cortitos De Amor-°GiyuOba°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora