CORTO XXI: AU CANON

463 57 4
                                    

"A veces es tan difícil decir no..."

•~•

Obanai a veces tenía sus pequeños problemas para negarse a algo, aunque suene estúpido viniendo de un hombre como él, era cierto.

Por supuesto, no era con todas las personas, Iguro tenía su diminuto círculo preferencial en donde sería incapaz de comportarse como lo hace habitualmente, eso debido a que se mostraba tal cual es, o al menos, relajaba y bajaba un poco la guardia.

Cuando eso sucedía, Obanai siempre era más "amasable", por decirlo de una manera. Mantenía su actitud desconfiada pero de todas formas terminaba suspirando, resignandose cuando esas personas le pedían un favor o simplemente lo involucraban en alguna bobería. .

Sólo habían dos personas que lo hacían dudar de su propio carácter cada vez que se le acercaban.

¡Oh, Iguro! ¿Crees que pueda maquillarte? ¡Necesito practicar con alguien!

Mitsuri Kanroji era una de ellas.

Esa mujer, la única mujer en su círculo social, no sabía que tenía. No sabe si fue el corto enamoramiento descuidado que tuvo cuando la conoció, no sabe si es su personalidad sensible y brillante que lo hizo encariñarse o, simplemente, la manera en la que la Pilar del Amor siempre lo había apoyado desde que se conocieron.

No sabe qué cosa sea pero, como siempre, jamás puede negarse.

Es por eso que justo en este instante, en la soledad de su propia habitación, Obanai Iguro se encontraba mirándose en el espejo de su tocador, visualizando lo que hizo su amiga antes de marcharse por una misión.

Maquilló sus ojos, acentuando y adornando con un color rojo llamativo, logrando que, de alguna manera, se mirasen más grandes, oscuros. Las pestañas resaltando enormemente junto con pequeños delineados.

Después bajó a sus labios, antes pálidos y maltratados, perdiéndose grotescamente en las grietas de sus mejillas, ahora son visiblemente más grandes, resaltantes en un fuerte color rojo.

No quería admitirlo, su orgullo se lo impedía rotundamente, pero en el interior pensó que se veía muchísimo mejor maquillado que en su apariencia habitual.

Las pocas cosas que Iguro consideraba lindo sobre si mismo fueron realzadas por Kanroji, demostrando que es muy buena en el maquillaje aunque siempre lo esté dudando.

De todas formas, sus pensamientos fueron interrumpidos por la presencia de otra persona en la finca.

Una persona que está por encima de todo, siendo verdaderamente especial.

Se alarmó, avergonzado de ser visto de esa manera tan indígna, se levantó del suelo, no sabiendo muy bien dónde esconderse antes de decidirse por el armario. Ocultándose allí.

Escucha la puerta de su cuarto abrirse en el momento que se encerró.

—Obanai, ¿dónde estás?

La voz de Tomioka, su tan amado Tomioka, es suave, curiosa, reconociendo enseguida el escondite de Iguro.

Aún así, Obanai se queda callado, con una mano sobre su boca, corriendo sin querer el labial.

—Kaburamaru, ¿sabes dónde se metió, Oba?

La voz de Giyū era juguetona, escuchó como se arrodilló a lado del animal, Iguro se arrepintió de no haberlo traído consigo. Fue cuestión de tiempo para que la serpiente, obedientemente, le confirmara al mayor donde se encontraba el pequeño Pilar.

Los pasos se acercaron a él, sintiendo como la perilla era girada lentamente, Obanai tuvo una ligera idea que cumplió cuando la puerta fue abierta por completo.

Giyū ni siquiera había visualizado bien a Iguro cuando este le saltó encima, sujetando su uniforme para acercarlo más a su cuerpo, besando sus labios como si no hubiera un mañana.

No pudo reaccionar adecuadamente, por lo que simplemente llevó sus manos al menor, tomándolo con cuidado de la cintura para que no se cayera, sintió como las piernas de Obanai se amarraban a sus caderas y los brazos se enredaban en él.

Fueron unos largos segundos de un beso nuevo para Tomioka, lo sentía intenso, avaricioso y necesitado. ¿Desde cuándo Obanai era la clase de persona que besaba así? Se empezó a sentir embriagado.

En algún momento Iguro se separó, escondiendo rápidamente su rostro en el cuello del mayor, aferrándose a él con intensidad.

—Obanai... ¿Qué...?

Su voz se pierde, saborea sus labios y distingue un sabor extraño y una sensación grasosa encima de ellos. No sabe qué es, pero al verse en el espejo del tocador se queda por un segundo impactado.

Su boca estaba manchada en rojo, con el color esparcido a un lado, la misma dirección en la cual Obanai se escondió. Se preocupó, pensando en lo peor tras ese tono carmín, sin embargo, después pudo calmarse en menos de un segundo, comprendiendo que simplemente era maquillaje. Sólo labial.

Con curiosidad intentado hacer que Obanai lo viera.

—¿Te estabas maquillando?

Iguro no responde, en su lugar se aferra al mayor sujetándose mejor de él.

—¿Me dejas ver? te debes ver tan lindo.

Obanai nuevamente estaba en su propio dilema, no quiere obedecer, siente vergüenza de que Tomioka cambie las ideas que tiene sobre él, pero al mismo tiempo, su corazón dolorosamente sensible le pide obedecer.

Es que, ¿Como decirlo? Tomioka nunca lo ponía fácil cuando insistía.

—Obanai, por favor.

Su voz parecía cantar una pequeña canción, siendo tranquila y suave, como todo en Giyū, siempre tan apacible.

—Dejame ver tu adorable rostro, ¿Si?

Nuevamente, ¿Cómo podría Obanai negarse a Tomioka? Aunque lo quiera negar, no es tan fuerte.

—Yo... Yo no quería hacerlo, fue Kanroji quien me insistió. Sabes que...

—Jamás puedes negarte a ella, lo sé.

La voz de Tomioka interrumpe, siendo ligeramente venenosa en el fondo, aprendido de Iguro. Como siempre teniendo un pequeño tinte de celos al escuchar al menor referirse a la fémina.

Aún así, Obanai es incapaz de reconocer los celos de Giyū, al ser siempre imperceptibles, sin embargo, siente como el mayor lo aprieta aún más. Supone que está ansioso por verlo.

Con resignación Iguro se separa, se aprieta en Tomioka y con ojos cerrados es incapaz de ver la reacción de Giyū al verlo, aunque es de lo de menos, no hace falta.

Con solo sentir la nariz del mayor rozando tiernamente la suya, mientras percibe una risa nasal es suficiente para Obanai.

—No me equivoqué, te ves precioso.

Obanai sonríe, abre un poco sus ojos desiguales y ve como los labios de Tomioka están pintados de labial, sólo que algo más difuminado. Iguro no tarda en sonrojarse.

—Estás manchado de... Quiero decir...

Obanai evita mirarlo un segundo, gira su rostro aunque sus ojos sigan insistiendo en seguir observando los labios rojos.

—Tambien te ves muy bien; gu-guapo.

Admite, sacándole una risa a Giyū, quien de inmediato lo beso y ambos siguieron mimandose y dándose pequeños cumplidos.

•~•

"A veces es tan difícil decir no, ¿Cómo podría? Te convertiste en el dueño de mi ser sin que te dieras cuenta."

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 10, 2024 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

°-Cortitos De Amor-°GiyuOba°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora