Capítulo Dos - Nada ha cambiado.

347 21 0
                                    



Los años posteriores, Noelle creció como cualquier hija de un militar, con una educación en casa, esricta y detallada. Su padre quería que ella creciera siendo una mujer fuerte y con voz propia. Aunque eso último no era necesario, Noelle era parlanchina que hablaba sobre todo y nada. Era demasiado curiosa que siempre, a la hora del baño, se dormía pues se la pasaba investigando cada lugar de su casa y el jardín.

Los Nicholls eran buenos amigos de los Moran que había veranos en lo que dicha familia pasaba con los Moran. Arthur siempre se cuestionó el por qué de la amistad entre James y su querida Noelle. Cuando ella era niña, él ya era un joven ¿Cuáles eran sus intensiones? La verdad no había intensiones malas, a James le agradaba la compañía de Noelle y no era una niña cualquiera. Hablaba como si el mundo fuera infinito y la curiosidad que la llenaba de energía todos los días era lo que mantenía la chispa viva y brillante. Cada año era diferente, Noelle estaba creciendo y los juegos pasaron a ser aventuras que la hacían perderse por horas, a lo que James sólo se encargaba de ser su acompañante y protector.

Las aventuras se volvieron inmensas que James se dedico a contar, redactar y poner en limpio en un cuadernillo con la esperanza de que un día pudiera mostrárselo a Noelle. Desde que era pequeña tenía un deseo con su cumpleaños número dieciséis pues decía que tendría su primera aventura, lejos de sus padres así como en uno de los muchos libros que leía.

Noelle se había vuelto una señorita a los ojos de todos quienes la habían conocido. Educada, realista y amorosa con la misma curiosidad que la caracterizaba de niña. Sonrisa picara y una mirada que, aún con casi dieciséis años, hacía que su padre le diera el "sí" a muchas cosas. Pero no era nada pretenciosa o manipulativa, sólo era una joven que recibía demasiado amor y lo devolvía como podía. Ella misma se llamaba Julieta en sus sueños ¿Por qué? Ni ella misma podía dar una respuesta coherente sin terminar diciendo "la verdad, no tengo idea". Su familia no era rival de otra familia. Sí era la hija única pero sus padres en realidad se preocupaban por ella. Los Capuleto hacían fiestas enormes, sus padres las hacían, invitando a casi todo el mundo. Julieta tenía a su Romeo pero Noelle no tenía nada parecido, además de que su nana era su más grande confidente.

La verdad, no tenía alguna buena razón para ser como Julieta pero cuando se cuestionaba aquello, quizá era un poco en su personalidad o que le daba muchas vueltas a un mismo tema. Fuera lo que fuera, Noelle estaba convirtiéndose en una jovencita que pronto estaría en una edad para enamorarse y hasta casarse.

Lo único que parecía intacto era su interesante amistad con el joven James Nicholls, aún un tanto extraña pues se volvió compañero y amigo cuando tenía sólo quince años. Ahora tenía veinticuatro y seguía siendo el mismo de hace siete años.

El cumpleaños de Noelle caían en verano. Una buena época para celebrar un cumpleaños en un lugar que fuera del hogar. La chica había convencido a sus padres de que la dejarán salir por ese día y que volvería al siguiente por la noche, su única condición era que fuera acompañada por alguien y en este caso, su nana fue con ella. No le agradaba la idea de salir en su cumpleaños con ella, pues tenía planeado ir sola. Un estorbo frente a otro pero su nana le tenía planeado algo más. A unos kilómetros de la casa principal, su nana poseía una pequeña cabaña en la cual pasaba tiempo una vez cada mes, la aseo, y decoro para su joven pupila.

Era una cabaña casi oculta en el bosque, casi en el borde de este, pues detrás de algunos árboles, se encontraba campo abierto cerca de un río.

— ¿Nana? –preguntó la chica al bajarse del caballo, a unos cuantos metros de donde se encontraba la cabaña- Dime ¿qué haremos ahí? Se suponía que iríamos a disfrutar de todo... esto...

Hizo énfasis en lo último que dijo. Ella quería disfrutar un momento ella sola, explorando pero no podía.

—Mi niña, te he dicho muchas veces que no saques conclusiones tan rápido. Aquella cabaña es mía, puedo decir que suelo venir aquí cada mes pero ese no es el caso. Yo te esperaré ahí o al menos podemos pretender que estas ahí.
— ¿Estoy? Nana, explícate...
—Sube al caballo niña, que a él no le gusta esperar.

Noelle dudó un segundo y una sonrisa se le dibujo en el rostro. Subió al caballo y lo hizo correr hacía la cabaña. Al momento en el que llego, se encontró con otro caballo en la entrada y para Noelle, la sorpresa la esperaba adentro. Abrió la puerta y no encontró a nadie. Comenzó a buscar por todo el lugar, pero no había nada. Cuando vio que su nana estaba lo suficientemente cerca, se alzó en hombros pensando lo que le diría pero cuando abrió la puerta para salir de nuevo, fue jalada del brazo. Un grito rompió el canto de las aves y un azote en el suelo se escuchó también.

—Noelle ¿Estás bien? –la voz masculina de preocupación hizo reaccionar a la joven.
— ¿James? –una sonrisa se amplio y lo abrazo inmediatamente.
—Feliz cumpleaños.

James abrazo a Noelle tan fuerte como pudo. La Señora Honington entró para interrumpir el momento, gritando y hablando como si algo estuvieran haciendo mal. Ambos se levantaron y ella les dedico una mirada fulminante. Noelle se había ido a cambiar de ropa a algo más cómodo. James se quedo con la Señora Honington

—Jóvenes –murmuró al tomar una canastilla-. Ahí está un poco de comida, no se la terminen. Agua un par de mantas para el frío azotador de las noches. Recuerda que los quiero devuelta al medio día... Medio día, Nicholls. Ni un minuto más.
—Descuide, cuidare de mi Julieta a la perfección –le susurró acercándose para besarle la mejilla a la anciana-.
—Y sí me entero de que te has sobrepasado con mi niña, te juró que yo misma te mato con mis manos... -su rostro redondo cambió a un color rojo como un tomate.
—Señora Honington, todo saldrá bien. Recuerde que habla con el joven Nicholls.

Noelle salió de la habitación usando unos pantalones holgados que su nana le había hecho. Una blusa también un poco holgada pero que quedaba bien con el atuendo. Se amarro el cabello, dejando caer una coleta color negro por detrás. También tomó su diario y un pequeño estuche de carboncillo y los metió dentro de la canastilla.

Diario de Amor (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora