Capítulo Siete - El invierno puede cambiar.

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El otoño había llegado rápido, las tardes ahora eran de lluvia y aire. Noelle le gustaba esta temporada, pues la lluvia la hacía pensar mejor. Desde su cumpleaños, no volvió a tener una crisis, como ella lo llamó. Estaba feliz porque haya pasado, pues la ayudó a darse cuenta de quién era en realidad. Maduró un poco, pues ella siempre fue un poco más madura a su edad.

James, por otro lado, había llegado al mando que quería. Capitán, un buen puesto para alguien joven. Con dicho puesto en la milicia, se concentró en hacer de Noelle la mujer más feliz del mundo.

“Septiembre 5, 1910.

Me han informado que cómo regalo por el puesto que he conseguido, me han regalado una residencia cerca de aquí, cerca de Devon. Iré ahí al inicio del invierno, pero quiero que Noelle vaya conmigo.

Todo entre nosotros marcha de maravilla. La visitó, ceno con su familia, hablamos, leemos y caminamos. Al principio todo era confuso para ella pero más para mí. No quería cometer un error como en aquella tarde. Ahora puedo tomar su mano y cada día se vuelve más cercana a mí. Me besa en la mejilla de vez en cuando. Sostiene mi brazo como si no quisiera dejarme ir. Todo eso me hace feliz. Al irme en el invierno significa no verla de nuevo hasta la siguiente primavera. Toda una temporada lejos de ella… por eso mismo, no quiero adelantarme a los hechos.

Quiero decirle pero no me quiero ir sin antes decirle que sea mi esposa. Puedo irme y regresar en la primavera, triunfal y así pedir su mano. No lo sé. Eso me gira en la cabeza. Tengo el anillo perfecto. Lo conseguí en una subasta. No es la gran cosa pero sé que le gustará.

Sus padres lo saben. Mis padres también y quiero que Noelle lo sepa también. Qué mi vida sin ella no tiene sentido… y ahora que sé que me corresponde, quiero que nuestras vidas estén unidas por la eternidad.”

Poco tiempo después, a un día de que James partiera hacía su nueva residencia y nuevo empleo, para probar su destreza como Capitán. Los Moran hicieron una cena e invitaron a los Nicholls. Era más una fiesta de despedida para James.

Noelle odiaba las despedidas de esta forma. En donde la milicia hacia de las suyas y sus soldados tenían que ir. Conocía el sentimiento, pues lo vivió varias veces con su padre pero aunque esta vez era diferente, lo sentía igual.

En la cena, Noelle se sentó a lado de James. En varias ocasiones, durante la plática de lo que haría James en Devon, Noelle se sentía incomoda, nerviosa. Un par de veces tomó su mano sin siquiera mirarlo. ¿Estaba asustada? Cuando la cena termino, James acompañó a Noelle al jardín. Se sentaron y así estuvieron un buen rato. Callados y escuchando el sonido de la noche.

—Noelle, tienes que decirme qué te sucede. No puedo irme sabiendo que algo te pasa —mencionó tomando su mano. La chica sólo lo miró.

—Todo estará bien ¿verdad?

—Todo —besó la frente de la chica—. No tienes de que preocuparte. Amor, me iré una estación… nada me pasará a mí y promete que nada te pasará a ti. Sabes que significas tanto para mí —Noelle sonrió y desvió su mirada al suelo—. Te amo.

James susurró besando su mejilla. Nunca le había dicho eso desde que comenzaron esto. Noelle lo miró sin decir nada pero le dedicó una sonrisa sincera; ella aún no estaba lista para decirle eso. Entraron de nuevo a la casa. Los Nicholls se despidieron de Arthur y Sarah y después de Noelle. James hizo lo mismo con los padres de Noelle y cuando llego a ella le susurró que estaría ahí a primera hora para despedirse de su dama.

A siguiente día, Noelle despertó mucho antes de que el sol se asomara. Tomó su bata y sus botas y salió de la casa en espera de James. Había poca luz. Luz que anunciaba el día. Llevaba su diario y una pluma.

“Diciembre 23.

Hoy es la fiesta que mi familia siempre hace en vísperas de navidad. En sí, hoy inicia el invierno y con ello, la confirmación de que por unos meses no veré a James. Tengo miedo y no sé por qué. No quiero que se vaya pero debo dejarlo ir.

En estos momentos me siento como Deméter, en los meses donde no tenía a su hija cerca y causaba el otoño e invierno. Siento tu dolor en estos momentos…”

Cuando el sol se anunciaba y las aves cantaban, Noelle fijó su vista al frente y vio una figura moverse por la intensa neblina del día. Cuando estuvo más cerca, dejó su diario en el piso. James se acerco a ella y la abrazo fuertemente. Ambos querían recordar ese abrazo por una temporada corta. No hubo mucha plática, sólo se quedaron abrazados mientras el sol calentaba el ambiente.

—Prometo escribirte —le susurró en el oído—. Noelle, promete que esperaras…

— ¿Para qué?

—Sólo prométeme eso… quiero volver a ti, con un regalo especial.

La chica asintió con la cabeza. Él besó su frente y se despidieron. Lo que pasaría después, cambiaría aún más a Noelle y a James…

Diario de Amor (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora