Capítulo Seis - Intocable.

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 Bueno, primero que nada, gracias por leer. Espero que les este gustando esta historia tanto como a mí. 

No olviden comentar sus opiniones :)

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La señora Honington hizo su labor de cuidar a Noelle, entró a la habitación y con una sonrisa le dijo a James que la recostará en la cama. No pasó mucho tiempo y Noelle se quedó dormida. James se recostó a su lado y la Señora Honington se sentó en frente de la cama. Aquel día les había servido para conocer a una Noelle sensible y vulnerable.

Era demasiado para ella pues la quisieron hacer “crecer” más rápido de lo en realidad parecía. Ella estaba consciente de que debía comenzar a dejar los pensamientos de una niña pequeña y comenzar a comportarse como una señorita pero no era de la noche a la mañana.

James cuidaba de Noelle como un ángel de la guarda. Pasaba sus largos dedos sobre su rostro y ella, en su sueño, sonreía. Tomaba sus manos, rozaba sus brazos y una sonrisa se dibujaba en su rostro. La Señora Honington notó cada uno de sus movimientos.

—Dígame, joven Nicholls… ¿cuánto la quieres? 

Su voz se mantuvo segura. James pensó un momento al mismo tiempo que le dedicaba una delicada mirada a la joven que dormía. Sonrió como si hubiera encontrado la respuesta correcta y dirigió su mirada a la señora Honington.

—Me pregunta qué cuánto la amo… Eso no puedo contestárselo así de simple, pues no tiene idea lo feliz que me pone verla sonreír aún en sueños. Una felicidad inmensa se apodera de mí cada vez que la veo. No tiene idea de cuánto la amo… ni siquiera todas las palabras que se me ocurran se comparan a lo que siento.

La anciana dudó por un momento, dándole una mirada desafiante al joven. Como si estuviera buscando algo malo, un error en todo lo que le había dicho.

Eleanor Honington, comenzó a servirle a los Moran cuando estos llevaban apenas dos años de casados. Tenía unos cuarenta años y Sarah Moran no sabía muchas cosas, y aún siendo joven, le enseñó todo lo que pudo. Era una fiel confidente de la señora Moran. Antes de Noelle, hubo otros tres embarazos, pero siendo joven y asustada perdió a los tres a pocas semanas de haberse enterado que estaba embarazada. Esto por supuesto, nunca lo supo el esposo. Sarah era como Noelle, inocente pero más insegura. Ella pensaba que si no podía darle un hijo a su esposo éste la dejaría a su suerte pero eso no era cierto.

Arthur Moran también vio en la Señora Honington como una confidente, pues en varias ocasiones le decía que su miedo era perder a la mujer que amaba. Qué no importaba si no podían tener hijos, que él buscaría la forma pero que de ella jamás se separaría. Cuando se entero del embarazo de Sarah, ni siquiera le importaba tener un niño, fuera lo que fuera, amaba aún más a su esposa.

Ambos eran un par de jóvenes enamorados que aprendieron a madurar juntos. Para ella su mayor regalo fue cuidar de Noelle. Ella sentía que la joven Moran era como su nieta, nunca tuvo hijos pero vivir con los Moran, convirtió ese amor en un amor de madre hacía Arthur y Sarah, y un amor de abuela hacia con Noelle.

Todo lo que estaba viendo en James y Noelle, alguna vez lo vio en los Moran. No quería que su más preciado regalo sufriera y mucho menos él. Se había dado cuenta de que James la amaba de verdad y que moriría por ella. Le dio una última mirada y le sonrió.

— ¿Planeas casarte con ella?

James dudó por un momento. Su respiración se apresuró un poco y sonrió nervioso. Asintió con la cabeza, mirando a Noelle de una manera especial, como si se imaginará toda una vida con ella.

—Quiero ser honesto con usted –dijo mirando a la Nana-. Esta mañana… en un acto repentino y tonto, le dije todo lo que sentía por ella. Quizá no todo, pero le pedí que se casara conmigo –se calló un momento mordiéndose el labio inferior-. No supo que contestar y no la culpo pero creo que debería hacer cumplir su promesa de matarme con sus propias manos –le sonrió mientras le insinuaba aquello último-. No me contuve y la besé. Ella me correspondió y para ser honesto esa fue la confirmación que necesitaba… Me sentí culpable pero ya no. Créame que me imagino mi vida con ella…

La Señora Honington lo miró y le dedico una sonrisa seguida de una risa silenciosa. Negó con la cabeza un par de veces y confundió al chico por unos instantes.

—Se de buena fuente que esta joven, lo ama de verdad. El amor para ella es como lo lee en sus libros pero sin experimentarlo se quedan sólo en relatos que ella trata de comprender. Enséñale lo que es el amor. Ni sus padres ni yo podemos hacerlo, pues le hemos enseñado el amor de familia, lo básico de la educación familiar. Sólo le pido un favor, no le haga daño… es lo único que le pido.

El padre de Noelle, quien había despedido a todos sus invitados poco después de ver que su hija no quiso seguir con el festejo, escuchó todo por detrás de la puerta. El miedo de todo padre es perder aquello que tanto ama. Su familia es lo primordial pero sabía que un día su hija se enamoraría de alguien, y ese amor lo llevarían al altar. Pero él quería que la joven se encontrara a un buen hombre y no porque James no lo fuera, sino que quería lo que fuera lo que fuera, un Militar fuera la última opción. Esperaba el mañana para hablar con su hija. Veía cerca el día en el que James pidiera la mano de su hija. Sin más, Arthur Moran vio la vida de su hija a lado de James, feliz, como todo padre quiere. Esto le causo sentimientos encontrados.

Cuando Noelle nació, fue el día más feliz de su vida. Tener en brazos a una frágil bebita, una niña que se parecía a él físicamente pero con su personalidad, no se negaba el parentesco. Él le contaba cuentos para dormir cada noche, ella lo buscaba para que le leyera uno. Le ayudó a dar sus primeros pasos y su primera palabra fue “papá”. Noelle tenía en su padre a un oyente de sus aventuras y relatos. Su relación era muy estrecha. Se había adelantado un poco a lo que pudiera pasar pero su hija le había hecho recordar qué ella era su razón de vivir. Era demasiado difícil para todos asimilar que Noelle estaba creciendo, incluso para ella. Todo era nuevo pero lo tomó de una buena forma.

La mañana siguiente, en la habitación de Noelle se encontraban la Señora Honington, que había dormido en aquella silla. James se había acostado por completo a lado de Noelle tomando su mano y cuando ella despertó se echo a reír al ver la escena. Despertó a James con algunos golpes en el estomago, con las risas y quejidos, su Nana despertó.

Era hora del desayuno en la casa de los Moran y en la mesa había un lugar para James por el día de hoy. No hubo una charla en específico en la mesa pero entre Noelle y James, sólo había risas, sonrisas y miradas encontradas. Cuando el desayuno termino, antes de que James se fuera, Arthur le pidió hablar con él, mientras esperaban que Noelle tomara un baño y se alistara.

— ¿Dormiste bien? –Pregunto Arthur sirviéndose un poco de licor-

—Supongo que sí. Gracias por dejarme quedarme.

—Eres más que bienvenido en esta casa, James. Pero la verdadera razón por la cual quiero hablar contigo es mi hija. No me tienes que dar explicaciones, es obvio que estas enamorado de ella pero quiero que tomes en cuenta que en unos meses subirás de puesto en la milicia.

—Lo sé, señor… Si quiere que me aleje de Noelle…

—No -le interrumpió-. Quiero que tomes las mejores decisiones posibles. Te menciono esto, pues eres un buen joven como militar y como persona; en especial con mi hija. Te diré algo… cuida a mi pequeña y serás más que bienvenido a esta familia.

Le dio la mano. Una sonrisa y se despidieron.

La pregunta de todos en dicha residencia era cómo James conquistaría a la joven. Cómo le mostraría lo que es el amor. 

Diario de Amor (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora