Capítulo Dieciséis - Una guerra que no tendrá fin.

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Todos los días eran los mismos. Noelle despertaba de un sueño hermoso que parecía ser el más real hasta ahora pero se enfrentaba con su realidad al mirar a su lado y él no estaba. La señora Honington la esperaba en la cocina con otros sirvientes con el desayuno ya listo y mientras ella comía, los sirvientes seguían con lo suyo. No hablaba mucho, la gran casa pertenecía en un eterno silencio como si alguien hubiera muerto. La chica se daba un baño, se encargaba de su cabello y detalles. Salía al jardín a pasear un poco, con un libro en sus manos y pocas veces se veía que lo leía pero cuando por fin entretenía su mente, era cuando escribía en una libreta que había dejado de usar hace ya varios meses.

Su madre solía visitarla pero no hablaban mucho, simplemente Noelle no quería hablar con nadie. Como todos los días, no evitaba escuchar algo en la radio o leer en los diarios que su madre enviaba. Era imposible no saber lo que ocurría en la guerra que se estaba peleando y todos los días escuchaba sobre los muertos y heridos, algunos que se recuperaban y volvían al campo de batalla. Otros que eran enviados a casa y pedían quedarse. Sobre los fallecidos, las cartas llegaban primero y semanas después el cuerpo o a veces ni el cuerpo volvía. Los ejes se movían día con día… de eso no había duda pero todos los días, rezaba por tener a James de vuelta. Había desesperación en su rostro y nadie podía hacer nada para calmar sus ansias.

—Tiene que hablar con ella —la señora Honington menciono cuando veía a Noelle en el jardín escribiendo. Su madre también la observaba y sentía que se repetía otra vez.

— ¿Qué puedo decirle que ella ya no sabe? —Respondió dejando la taza de té sobre la mesa y tomo asiento— Ella no querrá oír nada de lo que le diga, la conozco y se defenderá.

—Pero necesita escucharlo para que sepa que de todo esto puede salir bien.

—No le interesará… Dejaré que se desahogue en las páginas de ese diario y cuando vea la oportunidad, ella vendrá —sonrió con cierta melancolía echando una última mirada hacía el jardín—. ¿Noticias de James?

—Esto acaba de llegar —sostuvo un sobre—. No es bueno.

— ¿A qué te refieres?

—Un comandante lo envió con cartas para ella, pero…

—Hablé claro…

Noelle estaba en jardín hojeando la libreta como si no tuviera más que escribir o si eso la ayudaría a pensar mejor. Se detenía en ciertas ocasiones, leía algo que la hacía sonreír y después seguía.

¿Qué debo hacer en una situación cómo está?

 

Las miradas me siguen todos los días como si intentaran decirme que todo va a estar bien y que todo terminara pronto. No quiero ser pesimista pero… no le veo un fin cercano. Las guerras no suelen durar meses, sino años y eso es algo que mi padre me enseño desde pequeña, algo que James siempre habló con claridad. Entonces no sé qué hacer… esperar a que algo pase bueno o malo pero saber algo de él sería lo que más necesito.

 

Sé muy bien que puede morir, salir herido o lo que sea pero todos piensan que soy demasiado frágil o débil. Sí James muere… será doloroso pero… será algo que deba enfrentar.

 

No debería pensar así pero lo hago… No quiero ser pesimista pero lo soy. No quiero hacerme falsas ilusiones y que la realidad me golpee fuerte.

Cuando la chica entró de nuevo, vio que su madre no se movía y pretendía una sonrisa tranquila. La señora Honington pretendía que había estado pelando papas todo ese tiempo, pero al guiar su vista a la mesa se encontró con el sobre. Lo tomo sin decir nada y sintió las miradas sobre ella. Lo abrió y comenzó a leer. Cuando termino, dejo la hoja sobre la mesa.

—Lo siento mucho cariño —su madre hablo con consuelo. Noelle negó—. Tú no hiciste nada…

— ¿Estás bien, mi niña?

—Lo estoy, necesito salir… no quiero a nadie conmigo. Quiero ir sola.

No pudieron discutir con ella y salió tomando el auto con el que su madre había llegado. Pidió al chofer que no se molestara en moverse, que ella sólo necesitaba dar una vuelta. Mucho antes de partir, James le había enseñado como manejar uno y simplemente se dejo guiar por lo que recordaba. Sin expresión en el rostro, manejo hasta llegar a su destino sin conocer. Pudo ver a Albert sentado en medio de la nada, se estaciono y camino hacía el chico. Albert saludo pero ella no dijo nada. Se sentó a su lado y permanecieron en silencio por unos minutos.

— ¿Cómo esta todo? —Albert preguntó harto del silencio.

—Tu caballo, mi esposo… ambos perdidos. Quizás muerto —sin cambio en su tono de voz, seca y fría miro al chico que parecía tener las reacciones que ella no quería tener—. Lo siento.

—No. No es tu culpa… pero… ¿cómo?

—Un error táctico… Espero que Joey este bien.

—Lo siento, de verdad…

—No tienes por qué, no fue tu culpa…

—Pero… me siento tan…

— ¿Impotente? Albie, tienes diecisiete…

—No lo entiendes…

—Lo entiendo pero aquí es lo que importa. Tú, puedes ir e intentar encontrarlo… ¿qué puedo hacer yo qué ellos no esperan que haga? Darlo por muerto, que es lo más probable. Joey es un buen caballo y no lo dejarán por nada… Así que ve, enlístate en la guerra que no tendrá un fin cercano.

Albert la miro pero la comprendió. Ambos tenían razón. Cuando Noelle volvió tenía, a su madre, su nana y hasta su padre preocupados por ella. Entró y recibió una mirada de alivio y un abrazo de su madre, algo que Noelle no esperaba y no quería en ese momento.

— ¿Ya dejaron de tratarme como una niña? —Noelle dijo en un tono impaciente, dejando a todos confundidos y sin qué decir. La chica camino hasta poder sentarse— No se preocupen por mí… Intento estar bien pero ustedes no me dejan.

—Sólo queremos ayudar… —su madre menciono sentándose junto a ella.

—Entonces ayuden de otra forma, si necesito algo, se los haré saber. Dejen de tratarme como si fuera una niña…

Se levanto, no estaba molesta con la situación, ni con ellos… estaba molesta consigo misma.

Diario de Amor (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora