CAPITULO 1

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Me sentía envuelta en una cálida y segura acogida en los brazos de Sylphy, cuando de repente, todo se desvaneció en una oscuridad densa y aterradora. Sylphy desapareció, y me encontré sola, a la orilla de un lago. El viento soplaba con una frialdad penetrante, y las hojas de los árboles se desprendían con cada estremecimiento de sus ramas, cayendo y secándose hasta convertirse en polvo. Una figura comenzó a acercarse lentamente, y mi corazón se desbocó, latiendo a mil por hora, mientras mi sangre se helaba con la expectativa de enfrentarme a la mismísima muerte. A lo lejos, escuché una voz familiar que me llamaba.

- Andrea, despierta, por favor, abre tus ojos.

Mis ojos se negaban a obedecer. La voz era conocida, pero no podía ver a su dueña.

- Andrea, por favor, despierta.

La misma voz persistía, y sentí cómo movían mi cuerpo, esforzándose por devolverme a la consciencia. Poco a poco, empecé a reaccionar.

- Hoo...laa - murmuré, aún medio dormida.

- Hola, Andreita, finalmente despiertas, dormilona - dijo la voz con un tono alegre.

- Disculpa, ¿quién eres? - pregunté, confundida.

- Vaya, el golpe debió ser muy fuerte si no recuerdas quién soy - respondió, con una mezcla de preocupación y amabilidad.

- ¿Cuál golpe? - inquirí.

- El que te diste al caer cuando estabas cambiando el foco en la habitación - explicó.

- ¿Foco? ¿Habitación? ¿De qué está hablando, señorita?

- Realmente, el golpe fue muy duro. Hasta "señorita" me llamas. Como dijo el médico, es posible que tengas amnesia. ¿Cuántos años tienes? - preguntó, con un toque de preocupación.

- ¿Cuántos años? Está claro que tengo 90 años. Estoy en la etapa final de mi vida.

- Ja, ja, ja, Andreita, esto será un desafío, pero por nuestra amistad de años, haré que recuperes tu memoria. Para empezar, no tienes 90 años; tienes 42.

- ¿Quién es usted? - pregunté, ahora realmente preocupada.

- Soy tu... amiga, tu casi hermana - dijo, sonriendo.

No entendía qué estaba pasando. Lo último que recordaba era estar en el lago con Sylphy, pero parecía que todo había sido una ilusión producto de mi imaginación. La mujer frente a mí no era la de mis sueños, pero me sentía extrañamente cómoda a su lado. Mi corazón latía acelerado cada vez que ella hablaba, pero mi mente no podía recuperar su nombre, quizá debido al accidente que había sufrido.

Algo no encajaba. ¿Cómo podía perder mi memoria por un simple accidente cambiando un foco? Tal vez con el tiempo, ella me diría la verdad sobre lo que realmente ocurrió. Por ahora, preferí no investigar más sobre el accidente, ya que una parte de mí temía la verdad. Me levanté de la cama y me dirigí al baño para verme en el espejo.

- Andreita, ¿dónde vas? - preguntó, con una dulzura en la voz.

- Voy al baño, quiero verme en el espejo - respondí, titubeando.

- Pero aquí tienes un espejo de cuerpo completo - dijo, señalando un espejo en la esquina derecha de la habitación, donde colgaba una toalla negra.

- Aquí podrás verte bien. En el baño, el espejo es solo para la cara - explicó.

Me dirigí al espejo de cuerpo completo y, al mirarme, no podía creer lo que veía. Mi rostro estaba completamente vendado, al igual que mis brazos y parte de mi cuello.

GUARDIÁN VOL. 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora