PENELOPE

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Penélope estaba sentada junto a la ventana del avión, observando cómo las nubes se extendían como un manto gris bajo ella. Los motores rugían suavemente en el fondo, pero el sonido apenas lograba distraerla de sus pensamientos. Inglaterra se acercaba, y con ello, todo lo que había intentado dejar atrás.

Sentía una mezcla de emociones encontradas. Volver a su país significaba enfrentarse no solo al cáncer, sino también a las personas que había abandonado sin una explicación clara. Colin y Eloise. Sus nombres resonaban en su mente una y otra vez, como una herida que nunca había sanado del todo.

Había pasado tanto tiempo, y aún no sabía cómo enfrentarse a ellos. ¿Cómo les diría la verdad? ¿Cómo explicar que su huida a Alemania no había sido un simple deseo de escapar? Había sido una huida desesperada de la realidad, de su propio cuerpo que la traicionaba, de los recuerdos de lo que alguna vez había sido su vida normal.

Penélope cerró los ojos, respirando hondo. La sensación de estar atrapada regresaba con fuerza, como si el aire dentro del avión fuera demasiado denso, como si no pudiera llenar sus pulmones. Estaba aterrorizada. No solo por la enfermedad, sino por el hecho de que volver a casa significaba asumir que el cáncer era parte de su vida, una parte que no podía simplemente ignorar o dejar atrás.

Había tenido esperanza durante los meses de remisión, esperanza de que tal vez lo peor había pasado. Pero aquí estaba de nuevo, sentada en un avión, volviendo a la casilla de salida. La enfermedad había regresado. El cáncer, esa palabra que ella había tratado de enterrar, volvía a dominar su vida. Y ahora tendría que contárselo a todos, a sus amigos, a Colin... su mayor temor.

¿Qué dirían ellos cuando lo supieran? ¿Sentirían pena por ella? Penélope odiaba esa idea. No quería ser vista como "la chica enferma", aquella a la que hay que tratar con delicadeza. No quería su lástima. Pero más que eso, no quería ver el dolor en sus rostros, especialmente en los de Colin y Eloise. No les había contado nada antes de irse. Los había dejado sin una palabra, y ahora se enfrentaría a la tormenta que eso causaría.

Mientras el avión avanzaba sobre el océano, el peso de la realidad la aplastaba más fuerte. Sabía que sus padres estaban preocupados por ella, que regresar a Inglaterra era lo mejor para su tratamiento, pero le costaba admitirlo. Le costaba aceptar que volver a casa significaba volver a empezar de cero. Enfrentar su propia mortalidad otra vez.

Cuando finalmente abría los ojos para observar las nubes, su mente saltaba de un pensamiento a otro. ¿Cómo reaccionaría Colin? Habían sido tan cercanos, tan felices juntos, y ella lo había alejado sin darle una razón. ¿La perdonaría alguna vez? Y Eloise, su mejor amiga, su confidente... Ella podía imaginar la decepción en sus ojos. Las había dejado en la oscuridad, creyendo que era mejor protegerlos de su dolor, pero ahora todo eso volvería a la superficie.

Y luego estaba la enfermedad en sí. El tratamiento, la radioterapia, la quimioterapia, todo lo que había intentado olvidar en los meses de remisión. Su cuerpo todavía recordaba el dolor, las náuseas, la caída del cabello... y no podía soportar la idea de tener que pasar por todo eso de nuevo. Había veces en que se preguntaba si realmente tenía la fuerza suficiente para continuar esta lucha.

Mientras el avión comenzaba su descenso, Penélope sintió el peso de las expectativas que le esperaban al aterrizar. Sus padres, sus hermanas y nuevos cuñados la veían con sonrisas forzadas, tratando de ser fuertes por ella. Los médicos le hablarían de nuevos planes de tratamiento, de opciones que sonaban como una repetición de pesadillas pasadas. Y después, la inevitable confrontación con toda una sociedad que siempre esperaba mucho de cada uno de los pertenecientes al círculo, que no tardaría en llegar.

Miró por la ventana una vez más, observando cómo las tierras verdes de Inglaterra comenzaban a vislumbrarse entre las nubes. Volver a casa. Pero ¿era realmente su hogar ahora? Inglaterra, con todas sus memorias, le parecía tan lejana, tan diferente. ¿Podría alguna vez sentir que encajaba de nuevo en ese lugar, sabiendo lo que la esperaba?

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