PENELOPE

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Aún recuerdo esa tarde como un momento congelado en el tiempo, uno que quedaría grabado en mi memoria para siempre. La sala de consulta era fría y estéril, con paredes blancas y un reloj que emitía un leve tic-tac, un sonido que apenas notaba, pero que parecía retumbar en el silencio incómodo. El doctor, un hombre de mediana edad con expresión seria y voz suave, sostenía una carpeta con sus resultados. Llevaba gafas y tenía el ceño ligeramente fruncido, como si estuviera eligiendo cuidadosamente las palabras que cambiarían mi vida repentinamente.

Estaba sentada entre su madre, Portia, y su padre, Archibald, su madre sostenía su mano con fuerza. Sentía sus palmas húmedas y temblorosas; mamá intentaba mantenerse firme, aunque se notaba en sus ojos el miedo contenido. Papá, con su postura rígida y mandíbula apretada, mantenía una expresión tensa, esforzándose por ser el apoyo que necesitábamos en ese momento.

—Penélope, el resultado de la resonancia magnética ha mostrado una masa en el cerebelo, lo que conocemos como un meduloblastoma. Este tipo de tumor es agresivo, y aunque es más común en niños, también puede aparecer en adultos jóvenes. —La voz del médico era controlada, buscando transmitir calma, aunque cada palabra era un golpe muy fuerte.

La palabra "tumor" parecía resonar en su mente, multiplicándose en un eco que le impedía escuchar con claridad. Apenas lograba comprender las palabras del médico mientras trataba de procesar lo que eso significaba.

—¿Qué... qué significa eso exactamente? —pregunte con voz temblorosa, sintiendo como el aire parecía haberse vuelto más denso en la habitación.

—El meduloblastoma es un tipo de tumor maligno que suele desarrollarse en la parte posterior del cerebro, en el área que controla el equilibrio y los movimientos motores. Este tipo de tumor puede extenderse rápidamente a otras áreas del sistema nervioso a través del líquido cefalorraquídeo. Por eso es tan importante actuar con prontitud – La respuesta no es lo que esperaba escuchar honestamente.

Mamá me apretó más la mano al escuchar esto, y sentí cómo sus dedos temblaban. Papá tragó saliva, asintiendo lentamente, como si intentara comprender la gravedad del diagnóstico.

—Entonces, doctor... ¿Qué opciones de tratamiento tenemos? – Supongo que papá necesitaba saber que hacer

El médico volvió a ver la carpeta, luego desvió su mirada a mis ojos y los de sus padres, hablando con un tono deliberadamente lento y calmado.

—Para el meduloblastoma, el tratamiento principal incluye una combinación de cirugía, radioterapia y quimioterapia. En primer lugar, realizaríamos una cirugía para intentar extirpar la mayor cantidad posible del tumor. Después, se recomendaría la radioterapia en la zona afectada para atacar las células cancerosas restantes y reducir el riesgo de que vuelva a aparecer.

Sentí que cada palabra aumentaba la presión en su pecho. La idea de una cirugía en el cerebro, algo tan delicado, me llenaba de un pánico sordo. Imaginar los procedimientos, las máquinas, las agujas, y apenas podía contener el temblor del cuerpo.

—¿Y... el tratamiento tiene éxito? ¿Qué tan efectivo es? —pregunte con la voz quebrada, sintiendo una mezcla de terror y esperanza.

—La tasa de éxito depende de varios factores, entre ellos la extensión del tumor y si se ha propagado a otras partes del sistema nervioso. En casos como el tuyo, el pronóstico suele ser favorable con un tratamiento agresivo. Sin embargo, es importante mencionar que la radioterapia y la quimioterapia pueden tener efectos secundarios significativos, y el proceso será largo y complicado.

Mamá no pudo evitar soltar una pequeña exclamación de angustia, pero rápidamente se cubrió la boca, tratando de mantener la compostura. Papá trató de obtener más detalles.

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