VIOLET Y EDMUNDO

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Se encontraban en el salón de su casa, en una noche tranquila que se prestaba para la nostalgia. Observaban en silencio el retrato familiar que colgaba en la pared, donde todos sonreían en armonía. Pero en sus corazones, algo faltaba: Penélope. La joven que había sido como una hija para ellos y se había marchado sin explicaciones hacía tres años, y desde entonces nada había vuelto a ser igual.

—La partida de Penélope... fue como arrancar una pieza de esta familia. Colin apenas era la sombra de sí mismo; creo que nadie lo ha visto igual desde entonces. Y Eloise... perdió a su mejor amiga, su compañera de secretos y aventuras. No sé si alguna vez haya sentido tanto dolor por otra persona – Menciono Edmundo, rompiendo el silencio que se había generado.

Violet asintió, dejando escapar un suspiro. Recordaba vívidamente las primeras semanas tras la partida de Penélope y cómo cada uno de sus hijos había reaccionado de manera diferente, pero igual de afectada.

—Anthony intentaba mantener la compostura por todos, como siempre. Aun así, vi cómo, de vez en cuando, su mirada se perdía. Supongo que sentía que, como el mayor, debía haber visto venir algo, cualquier señal... pero nadie la vio. Nadie podía imaginar que Penélope simplemente... desaparecería.

Edmundo bajó la vista, tocando el borde de su taza con los dedos, reflexionando.

—Francesca estaba tan confusa; para ella, Penélope era una constante, alguien en quien confiaba y que siempre estaba presente. Gregory y Hyacinth también sintieron la ausencia, aunque eran los más pequeños y tal vez no entendieron del todo, pero notaron el vacío en la casa. Era una presencia que, sin decir nada, llenaba cada rincón.

—Daphne también estaba desconcertada. Ella quería que Penélope estuviera en cada etapa importante de su vida... y, de repente, todo quedó en silencio. Como si nunca hubiera habido explicaciones. Como si Penélope hubiera desaparecido de nuestras vidas sin una sola palabra – Las palabras de Violet los hicieron recordar esos momentos.

La pareja compartió un momento de silencio, ambos recordando los momentos difíciles. Había sido un periodo de preguntas sin respuestas, de dolor y confusión, especialmente para Colin y Eloise.

—Colin... verlo sufrir de esa manera me partió el alma. Me decía que no entendía por qué se había ido, y yo tampoco podía responderle. Penélope era su primer amor, su primer todo... y de la noche a la mañana, se quedó solo – Edmundo no podía entender como habían llegado a ese punto.

—Y Eloise... ella intentó buscar razones en todos lados. ¿Recuerdas cómo hablaba de Penélope, tratando de entender por qué alguien a quien consideraba como una hermana se había ido? Pasaba noches en vela, pensando que algo malo había pasado, que la razón tenía que ser grave. Pero jamás lo supimos – a Violet no le gusto ver a ninguno de sus dos hijos de esa manera.

Los meses pasaron lentamente, y aunque los hijos de los Bridgerton trataban de seguir adelante, la ausencia de Penélope siempre se notaba en pequeñas maneras: las miradas perdidas de Colin, el carácter apagado de Eloise, el silencio en ciertos momentos de reunión familiar. Fue un dolor compartido que ningún miembro de la familia supo sanar del todo.

Y entonces, un día, cuando el calendario marcaba el tercer año desde su partida, una noticia sacudió a los Bridgerton. Durante una mañana tranquila, Violet y Edmundo, que observaban desde la ventana, no podían creer lo que veían. Allí estaba Penélope y su familia llegando nuevamente a su hogar y aunque estaban bastante lejos podían notar un aura nostálgica alrededor de los Featherington.

—Edmundo... ¿esa es... Penélope?

Edmundo entrecerró los ojos, asegurándose de que sus sentidos no le estuvieran jugando una mala pasada. Era ella, pero no la misma Penélope que recordaban. Había algo en su postura, en su manera de caminar, que mostraba todo lo que había cambiado en esos tres años en esos tres años.

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