Amor de locos

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Era una tarde soleada cuando Alexander llegó al hotel donde se hospedaba Tomás. Con una sonrisa en el rostro y una bolsa de sushi bajo el brazo, se acercó a la puerta. Mientras esperaba, notó a un hombre que le resultaba familiar, pero no le prestó demasiada atención.

"¡Hey, Tomás! ¡Soy yo, Alex! ¡Ya estoy aquí!"

La puerta se abrió y allí estaba Tomás, con una apariencia agotada pero aliviado de ver a su amigo.

"¡Oh, gracias, Alex! ¡Justo a tiempo! Hoy he estado lidiando con unas cosas... ¿Tienes sushi?"

"Sí, traje de tu favorito. ¡Espero que tengas hambre!"

Tomás sonrió mientras comenzaba a sacar los recipientes de sushi. Justo cuando iba a dar un primer bocado, su teléfono sonó. Miró la pantalla y su rostro se oscureció.

"Es mi padre. No puedo evitarlo, tengo que contestar."

"Si necesitas un momento, no hay problema. Puedo esperar."

Tomás asintió y presionó el botón para contestar.

"Hola, papá... Sí, aquí estoy... No, no es eso. Estoy bien, solo un poco ocupado."

La conversación tuvo un giro tenso rápidamente. Las palabras de su padre resonaban a través de la línea, llenas de reproches.

**Tomás (en voz baja, tratando de calmar las cosas):** "No puedo hacer todo lo que tú quieres. Tengo mis propios planes, y no todo gira en torno a lo que tú piensas."

La frustración era palpable, y Alexander miraba con preocupación mientras su amigo intentaba mantener la calma. Finalmente, Tomás cortó la llamada con un gesto brusco, su rostro revelando su descontento.

"¡Qué frustrante! Como si no pudiera tener un minuto de paz. Siempre está intentando controlar mi vida."

"Lo siento, amigo. Debe ser difícil. Pero mira, estoy aquí para lo que necesites. ¿Quieres hablar de ello?"

Tomás hizo una mueca.

"Lo dudo. En realidad, tengo que salir de aquí un momento y despejar mi mente. ¿Te importa llevarme a algún lugar?"

**Alexander (comiendo un bocado de sushi):** "¡Claro! ¿A dónde quieres ir? ¿Un parque? ¿Un café?"

"Sí, un café suena bien. Necesito ir a uno en específico."

Juntos, se pusieron en marcha. Mientras caminaban hacia la salida del hotel, Alexander notó un ligero cambio en el comportamiento de Tomás. Ya no estaba tan abrumado; la compañía de su amigo le brindaba consuelo.

"Oye, estoy seguro de que encontraras una manera de lidiar con eso. No tienes que enfrentar todo solo."

**Tomás (con una pequeña sonrisa):** "Gracias, Alex. Eres un buen amigo. Me alegra que estés aquí."

Los dos amigos salieron a la calle, el sol brillando sobre ellos mientras conversaban animadamente sobre temas más ligeros, dejando atrás por un momento la tensión del día. En ese momento, el vínculo entre ellos se sentía más fuerte que nunca.

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