II

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El día había sido una completa mierda. Reagan había dejado, una vez más, la casa hecha un desastre. Otra fiesta, la tercera esta semana. Para colmo, siempre era Grace quien tenía que limpiar todo. Parecía un ciclo sin fin: Reagan se divertía, y ella se quedaba a recoger los pedazos. La sola idea de decirle algo era inútil. La última vez que lo hizo, Reagan intentó lastimarla. Fue más rápida, corriendo hacia su habitación y cerrando la puerta justo a tiempo. Los golpes en la madera resonaban en su memoria, junto con las amenazas entre dientes. Había tenido que quedarse en su cuarto hasta que sus tíos regresaron. Al final, los regaños fueron para ella, como si todo fuera su culpa.

Y aquí estaba de nuevo, recogiendo los pedazos del caos de Reagan. El segundo piso estaba menos afectado, gracias a que siempre se aseguraba de que las puertas estuvieran cerradas. Pero la planta baja... Dios, la planta baja era un desastre. Cristales rotos, latas, platos sucios, vómito. Grace tuvo que contener las náuseas mientras limpiaba. Su cuerpo dolía, y la fatiga la aplastaba como una losa pesada. Ya había pasado antes, al principio de las vacaciones de verano se dispuso a darle una lección; grave error, no hizo ningún esfuerzo de tratar al menos de vivir en un espacio higiénico, la basura no hizo otra cosa que acumularse, fue tan repugnante que al final tuvo que volver a hacer todo sola.

Más tarde tendría que limpiar los sillones que tenían demasías manchas de dudosa procedencia en sus tapices.

Fue a darse un largo baño. Se pasó toda la mitad del día limpiando, se lo merecía.

Se dejó caer en la ducha, dejando que el agua fría la tranquilizara. Cerró los ojos y se dejó llevar por el sonido del agua golpeando el suelo.

Desde que terminó viviendo con sus tíos desde que... desde la tragedia, la vida se volvió monótona. Fue como si se hubiera apagado un interruptor. Perdió la felicidad, el apetito, la energía. Su vida se volvió un infierno.

En general no era tratada mal, su tío, hermano de su madre, cumplía con sus necesidades y poco más. Dentro de esa casa era una extraña, un estorbo, una molestia.

Apenas pasó cuatro meses con ellos y ya odiaba toda su estadía. Se tuvo que transferir a otra escuela a "petición" de su tío, aun cuando no veía problema en viajar largo tiempo para ir; debido al cambio repentino a mitad de semestre no logró entablar amistades con nadie hasta ahora (tampoco es que tuviera alguna antes). Nunca estaban en casa por cuestiones de trabajo así que tuvo que encargarse de sus necesidades por su cuenta, además del problema que le dejaban a su lado. La peor parte de todo. La hija adoptiva de su tío Jackson.

Al principio, Reagan la ignoraba olímpicamente, luego comenzaron las burlas en la escuela, empujones, agarrones de pelo, bofetadas en el cuello, intimidación en general. Cuando alguien tiene detrás una reputación salvaje, evitan juntarse con el objetivo de acoso. Al tantear el terreno, empezó en casa; tener poco o casi nula supervisión adulta influyó mucho. Tenían que encargarse de todo solas.

Reagan vivía en libertinaje.

Por fuera, se comportaba agradable y respetable, tanto a sus padres como a la sociedad. Pero ella sabía la verdad. No era más que una matona, con problemas de ira bastante arraigadas sumados a una fuerte adicción a sustancias ilícitas.

No entendía como todos lo ignoraban. Su olor la delataba, era repugnante, podrido, nauseabundo.

De solo pensar en ella le daba coraje.

Refunfuñando salió de la ducha, mientras se vestía, una alarma sonó de su teléfono. El tono anunciaba algo que se le olvido por completo por la caótica semana. Hoy entraba en celo. Un escalofrío recorrió su columna. Las últimas dos veces habían sido un infierno con Reagan cerca y su mirada descarada clavándose en ella.

Calling (Omegaverse GL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora