El silencio de Reagan siempre le pareció amenazante, un tipo de calma antes de la tormenta que solía significar que estaba enojada y se desquitaría con aquel que se atreviese a cruzar su camino, pero ahora...ahora era diferente. Sentada en la barra de la cocina, sosteniendo el mármol para aparentar control, parecía alguien completamente distinta. Considerando que la actitud de la Alfa hasta hace poco era totalmente errática, verla tan presente, por decirlo de alguna manera, era preocupante. A pesar de que Reagan seguía manteniendo esa presencia fría a su alrededor algo en ella estaba fuera de lugar ¿podría ser algún tipo de señal? Y más importante ¿Una señal de que?
Había algo en esa vulnerabilidad recién demostrada que chocaba con todo lo que alguna vez creyó sobre la Alfa.
Se removió en la cama, frustrada por el tumulto de emociones que la invadían. Por un lado, su cabeza le gritaba que Reagan no era alguien en el que pudiera confiar y mucho menos se mereciera su lastima, pero, por otro lado, sería una idiota si no le diera crédito por las cosas que estuvo cambiando.
Al día siguiente la rutina se repitió. Grace bajó a la cocina y como se estaba haciendo costumbre, encontró un plato ya servido con el desayuno del día esperándola. Unas tostadas francesas. El aroma era aún más tentador que antes y su estómago gruñó recordándole que había estado ignorando esas comidas por días. Esta vez, sin embargo, estaba sola. El silencio pese a todo era abrumador.
Grace se sentó frente a las tostadas, sus dedos tamborileando en la mesa indecisa. Era absurdo, pero sabía que aceptar esa comida era un paso hacia algo más profundo; ceder un poco de terreno, una pequeña rendición.
Si Reagan estaba fingiendo ceder significaba darle poder, si Reagan estaba cambiando de verdad... bueno ¿y qué si lo estaba?
Miró el plato y tomó un bocado. El aroma dulce de la canela y la vainilla flotaba en el aire cuando el tenedor cortó con suavidad la tostada dorada. El pan, crujió ligeramente en los bordes mientras un hilo de miel resbalaba lentamente por su superficie. Llevó el primer bocado a su boca, cerrando los ojos por un instante. El sabor cálido y reconfortante se fundió con el dulzor del sirope y el ligero toque de mantequilla derretida. Casi se sintió mal por disfrutarlo, pero, después de un suspiro se permitió comer en paz. No había nada raro, ningún truco, solo comida.
Cuando termino, se levantó para lavar el plato tratando de no pensar demasiado en lo que acababa de hacer. Sin embargo, cuando se giró, se encontró cara a cara con Reagan. La alfa estaba en la puerta observándola en silencio.
Grace sintió cómo el plato resbalaba ligeramente entre sus dedos húmedos antes de afirmarlo con más fuerza. Se quedó inmóvil, atrapada en la intensidad de aquella mirada que la observaba desde el umbral. Por un instante, se sintió como Eva en el Edén, aún con el dulzor de la fruta prohibida en los labios, sorprendida en el momento exacto en que la transgresión dejaba de ser un pensamiento y se volvía un hecho.
―Gracias por la comida ―murmuro intentando sonar indiferente, aunque el tono de su voz la traicionaba.
Reagan asintió con un gesto lento y por primera vez, Grace vio una expresión de alivio en su rostro. No era una sonrisa, pero tampoco el gesto frio que solía acompañar cada interacción entre ellas.
―Sin problemas ― le respondió con un tono bajo y controlado...con un leve temblor que Grace casi se pierde.
El silencio entre ellas se incomodó, pero por primera vez no había una tensión palpable, solo una extraña sensación de calma. Sin saber que más decir se apresuró a dejar el plato en el fregadero y salió de la cocina dejando a Reagan atrás.
Grace no podía evitar sentirse desconcertada cada vez que miraba a Reagan. Las semanas habían pasado, y en ese tiempo, no flaqueo en ningún momento. Las botellas de alcohol habían desaparecido de la casa, las visitas ruidosas cesaron, y las noches de fiestas en las que Reagan no volvía hasta el amanecer parecían haberse evaporado. El aire ya no cargaba el aroma del tabaco, y la casa había ganado un inesperado silencio, como si un manto caliente la envolviera. Grace todavía esperaba, en algún rincón de su mente, que aquella paz momentánea fuera solo eso: momentánea.
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Calling (Omegaverse GL)
Science FictionReagan siempre fue la alfa perfecta, temida y odiada en igual medida, la villana de un best seller. Pero cuando una joven con un trágico final, despierta en el cuerpo de Reagan, se encuentra atrapada en un mundo donde los instintos primarios gobiern...