Capitolo Diciotto ( Dolororo Segreto )

10 0 0
                                    


— ¿Por qué no tiraste la camisa? — preguntó el pelinegro con curiosidad. El castaño volteó a verlo confuso, dando a entender su incomprensión. — Me refiero a cuando quisiste ocultarlo. Es decir, no es que me haya parecido bien que me lo ocultases, es simple curiosidad. — explicó con la mirada sobre él mientras caminaban. — Tiene un gran valor sentimental. Me lo dió alguien que fue muy especial para mí. — aclaró observando el piso. Jungwon lo veía con atención intentando descifrar su vacía mirada. Riki notó que lo estaba observando interesado. — Fue el último regalo que mi padre me obsequió. No podía tirarlo... él solía usarlo en ocasiones especiales, pero a mí me gusta usarla cada vez que puedo. Me hace sentir que de alguna manera sigue ahí...conmigo. — explicó mientras pateaba las rocas que se le cruzaban en el camino, intentando no sentir la nostalgia de nuevo.

— Lo siento. Te comprendo... de verdad te comprendo. — expresó cálidamente aún mirándolo a los ojos. Este, al sentir su compasión rozar su corazón, devolvió una mirada fugazmente profunda. A pesar de mostrar una sonrisa fingida, ambos sabían que su corazón se volvió un poco más vulnerable en aquel momento. — También lo siento mucho por lo de tu abuela. Por todo lo que me has contado sobre ella, creo saber el tipo de persona que fue. Ahora sé de dónde saliste así...No de tus padres, eso lo sé.— garantizó con dulzura y los dos rieron. Jungwon Amaba la forma en que su voz siempre formaba un gran espacio en su corazón. El pelinegro se enrojeció levemente mientras jugaba con sus manos. — Sí... era una buena persona, al igual que tu padre.—

El que se fueran... es la manera más triste y dura en la que la vida nos dice que no podemos tenerlo todo en la vida.
Quédate con todo lo bueno que tuviste con él. Quédate con su sonrisa, su forma de ser, y vuelve a amar lo que fue, no te lamentes por lo que ya no está.—

La dulce manera en la que Jungwon decía las cosas lo hacía sentir como si estando con él nada malo pudiera pasar. Sabía que siempre lo protegería, esa es la promesa que se había hecho. . — Gracias, won. —

— Llegamos. — aclaró Riki. — Estoy nervioso. — confesó apretando sus manos. — Le agradarás a mamá. Te lo prometo. — aseguró besando su frente con ternura. Riki tocó la puerta, pero nadie abría. Tocó la puerta repetidas veces esperando a que alguien la abriera, pero no sucedió. "¿Qué? Se supone que mamá estaría en casa a las once." Al notar que Jungwon se estaba poniendo nervioso trató de actuar con normalidad y calma. — Seguramente están haciendo algo y no nos escucharon. Tengo una llave en mi bolsillo, tranquilo. — dijo para luego dejar salir una pequeña risa de nervios. Ni-ki metió la llave y rápidamente abrió la puerta.

— ¡Benvenuto! — gritaron las chicas al unísono mientras pegaban brincos de emoción. — ¿Cómo hicieron todo esto tan rápido? Me fui hace poco más de una hora para recoger a Jungwon. — preguntó con asombro al ver todo el piso cubierto de serpentina y decoraciones, junto con un cartel de bienvenida hecho por Lidia, podía darse cuenta que fue ella porque estaba más garabateado que escrito. — Eso no importa mi amor, lo que importa es que por fin conocemos a Jungwon. Pasen chicos, tomen asiento para partir el pastel que les preparé. Es de fresas con chocolate, tu favorito Jungwon. Mi hijo me contó cada detalle sobre ti. — esto último diciéndolo con una voz melosa mientras le guiñaba el ojo. El más bajo rió y agachó su cabeza rápidamente al igual que el contrario. — Mamá...— advirtió con una sonrisa avergonzada. — ¿Qué tiene? Tengo que conocer a mi yerno. — aseguró Gina. — Ya quiero que se casen, mami, ¿cuando se van a casar?— Le preguntó con los ojos llenos de ilusión e ingenuidad. Gina comenzó a reír por las ocurrencias tan inocentes de su hija. — Eso lo decidirán ellos, Lidia. — después de oír esto, se levantó y corrió a toda prisa hacia Jungwon, lo tomó de su suéter, y preguntó. — ¿Cuando se van a casar, Jungwon? — El pelinegro solo balbuceó sin lograr decir una sola palabra, logrando hacer a los demás reír de las travesuras de la pequeña y la timidez del chico.

Ese día pasaron toda la mañana y tarde conversando sobre cosas pequeñas y triviales, divirtiéndose, creando un fuerte vínculo entre ellos. Jungwon al ver que Riki tenía una familia tan unida y dulce, no pudo evitar sentirse celoso, pues es una de las cosas que siempre hubiese querido tener. Tal vez en otro mundo sus padres nunca fueron tan duros con él, tal vez en otro mundo lo aceptarían tal y como era.

— ¡Adiós Jungwon! No olvides venir a celebrar el cumpleaños de Lidia, ¡no faltes por favor! — concluyó Gina antes de que Jungwon asintiera y se fuera con Riki de vuelta a su casa.

Al llegar a la entrada de su casa, los dos se despidieron como era de costumbre. — Nos vemos, estrellita. — Dijo el más alto plantando un lento y lindo beso en sus labios mientras sostenía su mentón.

Y su hermoso y gran secreto salió a la luz inevitablemente. Tan repentinamente, tan dolorosamente...no obstante, en el fondo él sabía que pasaría algún día, y eso lo destruía, eso lo destruyó.

Los padres de Jungwon salieron con una mirada fulminante, y la realidad golpeó su rostro cuando su padre atacó a Riki con un golpe en la cara y luego en el estómago, dejándolo caer de rodillas en el suelo mientras jadeaba del dolor. — ¡Papá, déjalo en paz, por favor! ¡Papá te lo pido! — rogó mientras las lágrimas recorrían su rostro al ver que este lo seguía golpeando.

— ¡¿Cómo pudiste hacernos esto, Jungwon?! ¡No entiendo qué es lo que hice mal! — respondió su madre gritándole a la cara. — Perdóname, ¡perdónenme por favor pero déjenlo en paz! — imploró acercándose a su padre. SeoJoon aventó a Riki al suelo de nuevo, se acercó agresivamente a Jungwon y le dió una bofetada. — No puedo, y no quiero mirarte a la cara. No sé quién eres. Métete a casa y enciérrate en tu alcoba ahora mismo. — concluyó sus palabras con una mirada llena de decepción, de tristeza, y una voz gélida. — Y tú... lárgate de mi casa. No te quiero volver a ver cerca de aquí ni de él. — Riki se levantó del suelo con una mano en el estómago por el dolor. Antes de seguir las órdenes de SeoJoon, Riki dirigió su mirada hacia los ojos de Jungwon, y suplicante y profundamente señaló a las estrellas mientras deslizaba su otra mano hacia su pecho.

Fue la última noche que los padres de Jungwon le permitieron verlo. La última noche que sus labios se tocaron. Él pensó que sería la última noche a su lado.

Al entrar Jungwon a casa, inmediatamente subió corriendo las escaleras para apresarse entre las paredes de su habitación. Se ocultó bajo sus sábanas y comenzó a llorar en silencio como siempre mientras abrazaba sus rodillas. Tan solo, vulnerablemente como un niño pequeño. La culpa lo consumía casi convencido de que ver a Riki había sido un error, pero su corazón se seguía inclinando hacia él inevitablemente. En su ventana, las estrellas le susurraron su inocencia. No era su culpa, no era un error como todos solían llamarlo. Riki las señaló para mí.

"No voy a permitir que nadie nos apague"

Entonces recordó esas palabras, y su corazón encontró la calidez de nuevo. — No voy a permitir que nadie nos apague. —

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 21 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Winter Desire Donde viven las historias. Descúbrelo ahora