Aunque la curiosidad mataba a Jungwon, seguía teniendo miedo de equivocarse al acercarse de nuevo a él. Cada noche se preguntaba el significado de esas cartas antes de caer dormido.
Al tomar un baño, cuando el agua caliente rozaba su piel, podía sentirlas arder de nuevo. "Supongo que incluso las cicatrices bien curadas vuelven a doler de vez en cuando."
30/11/1967
Al llegar el día escrito, Jungwon intentó indagar para descifrar qué era lo que haría, pero claramente carecía de sentido, pues la única pista era una frase, hasta el momento vacía. Ese día, se despertó temprano, y lo primero que hizo fue observar a través de la ventana, se le ocurrió algo cliché, sin embargo, la ausencia del hombre lo hizo esconderse en la desilusión.
Más tarde, al ver que nada ocurría, bajó a desayunar y a alimentar a Maeumi. Jungwon se encontraba viendo la televisión, aunque no precisamente por gusto, pero quería distraer su ansiedad.Al caer la noche, al pelinegro se le fueron las esperanzas de volver a verlo. Pero entonces escuchó un ruido en el piso de arriba, que justo provenía de su alcoba. Apagó la televisión y sin hacer un solo ruido, tomó una navaja del portacuchillos de la cocina y comenzó a subir quietamente las escaleras. Con un miedo incontrolable, se posicionó detrás la puerta cerrada y dirigió su mano a la manija de esta, cuando de pronto, el piano de la habitación comenzó a sonar. Jungwon temblaba del miedo, no sabía si debía hacerlo o solo escapar. Sus padres no estaban y Mar se había marchado en la mañana.
Pero... por alguna extraña razón, al escuchar esa melodía tan nostálgica, su respiración se había vuelto más tranquila y su cuerpo se reguló. Toda tensión se fue al imaginar la razón de aquella composición. Sin pensarlo, el chico abrió la puerta paulatinamente, dejando la luz de luna ver de quién se trataba el culpable de esa pieza.
—"Claire de lune"—
Era lo que escuchaba cada noche antes de dormir... la que su abuela solía tocar mientras lo arrullaba con las notas que tanta paz le traían cuando nadie más lo hacía.Pero solo había una persona que sabía sobre mi debilidad por aquella singular melodía. A Jungwon le sorprendió el hecho de que haya aprendido a leer las notas y tocar el piano. Fue algo enternecedor, extrañaba esa sensación.
Él seguía deslizando sus dedos sobre el piano, y cuando la emoción recorrió su cuerpo, comenzó a caminar hacia él. Se sentó a su lado, cerró los ojos y esperó hasta escuchar la última nota. Por dentro, Jungwon pensó en no abrir los ojos, en poder congelar ese momento, vivirlo tantas veces como fuera posible... pensaba que tal vez así su amor duraría para siempre. Pero estaba consciente de lo que sucedió, y aunque no quisiera, tenía que solucionarlo, darle un desenlace a todo le traería un poco de paz mental. Y aunque no tenía certeza de que volverían a estar juntos, sabía que tenía que hacerlo.
— No tienes que abrir los ojos aún, quiero esperar el tiempo que necesites, el que creas necesario para poder escucharme. — Jungwon suspiró, dejando atrás su preocupación. Abrió los ojos de nuevo, observando su rostro una vez más. Su corazón se hundió al verlo tan cerca, sí quería escucharlo, pero también se inundaba de lágrimas y resentimiento. — Quiero escuchar, Riki. Espero hagas que valga la pena. — Riki asintió con una expresión que gritaba esperanza.
Flashbacks
La campanilla de puerta alertó a la señora que estaba agachada detrás de la caja registradora. La mujer se levantó y se colocó los lentes mientras achinaba sus ojos para tratar de saber de quién se trataba.
— Buenas noches, joven, ¿Busca algo en especial? Puedo recomendarle unas florecitas muy bonitas si me lo permite. — dijo amablemente con una amplia sonrisa. — Muchas gracias señorita, pero creo que sé lo que quiero. — respondió educadamente. — ¿Señorita? ¡Hasta parece un cumplido! — agregó con la mejor de las risas, lo que hizo reír al castaño. — ¿Qué hace un extranjero tan apuesto por aquí? ¿Cómo es que usted habla tan bien italiano? — preguntó con curiosidad la señora. — Recibo esa pregunta muchas veces. No soy extranjero, es decir, mis padres lo son, pero yo nací aquí, en Milán. — respondió amable. — Mis disculpas joven, debe ser molesto recibir tanto esa pregunta. — asumió con lástima.