Capítulo 19

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— Eres un irresponsable, ahora nos has metido en problemas a ambos. — susurraba Jisung por lo bajo.

Minho le había llevado debajo del gran puente, ahora veía sentado como la lluvia dibujaba pequeños círculos en el río. La vista era muy bonita, y al menos ya no se mojaba. El pelinegro volvió a sacar un cigarrillo y Jisung no de atajó para comenzar con las preguntas.

— ¿Por qué fumas tanto?

— Porque quiero.

El rubio suspiró insatisfecho. Decidió volver su vista al río y quedarse en silencio.

Extrañamente estaba en paz en esos momentos, sin preocupaciones que lo estresan demasiado. Su cuerpo tembló debido al fuerte viento y se aferró aún más al pequeño suéter que tenía puesto, pero que de igual forma estaba empapado.

— ¿Tienes frío? — preguntó el pelinegro.

— No. — contestó de inmediato, contradiciendo a su respuesta, puesto que estaba tiritando.

Minho rodó los ojos al ver lo terco que era el otro, y sin pensarlo mucho lo agarró de la cintura para acercarlo a su cuerpo, obviamente siendo no correspondido.

— ¿Qué haces?

— Te abrazo, así ya no sentirás frío. — susurró, haciendo función de su fuerza para mantener la cabeza de Jisung contra su pecho.

Jisung pataleaba para alejarse, no quería tener esa cercanía, no otra vez. Pero Minho parecía decidido a no dejarlo ir, se estaba comportando extraño otra vez.

— Vamos, suelta, no quiero.

— Te estás cagando de frío Han, deja de quejarte tanto, toma lo que te ofrezco y cierra la boca.

— Deberíamos volver... — murmuró Jisung, dándose por vencido.

Se acurrucó del cuerpo del pelinegro para obtener un poco de su calor, odiándose por estar disfrutándolo. Los brazos del contrario le rodearon por la cintura, apretándole más de lo necesario. Escondió el rostro en el cuello del contrario y se quedó quietito allí.

— ¿Por qué eres tan quejica? Dios, eres estresante.

Jisung al oír esas palabras, sólo rió sin gracia y juntó sus manitos, acariciándolas nervioso. Lee al ver eso pensó que éstas eran muy tiernas y pequeñas.

— ¿Por qué estás haciendo esto, Minho? — preguntó el mas bajo, separándose un poco para mirarlo al rostro.

— ¿Hacer qué?

— Esto, estar abrazándome justo ahora. Yo no te caigo bien y tú no me caes bien. Es muy raro.

Minho suspiró y se le quedó mirando. Llevó una de sus manos hacia la mejilla del rubio, acariciándola lentamente, disfrutando de como éste cerraba los ojos y buscaba aún más contacto.

— ¿Te digo la verdad? No lo sé. El día que lo sepa, te lo diré.

Jisung estaba enternecido, la necesidad de más contacto lo estaba matando.  Bajo el efecto de una de las gloriosas manos en su cintura y la otra en su rostro, no pensó siquiera lo que estaba a punto de decir.

— Hagamos un trato.

Lee levantó una ceja y asintió.

— Dime.

Tomó aire y se acercó un poco más a los labios ajenos, éstos eran más pequeños y se veían suaves. Se debía concentrar pero no podía.

— Mañana... mañana olvidemos lo que haya pasado hoy y lo que haya pasado en estos días. Y-yo no puedo seguir con esto, tú me dijiste que te dejé tranquilo y yo lo hice. Ahora el que me tiene que dejar tranquilo eres tú. Me lastimaste como no tienes idea al tratarme de un puto que se acuesta con cualquiera, yo no soy así y me da igual si me crees o no. Te tengo una especie de rencor y ganas, y te juro que no sé si eso es posible Minho, pero es lo que siento.

Volvió a tomar aire, las caricias habían parado y ahora el mayor sólo le miraba atento.

— Por eso te pido que olvidemos esto mañana, tu serás tú y yo seré yo. No nos hablaremos, nos odiaremos y no me abrazarás ni harás intentos de acercarte a mí. Sólo te pido eso Minho, necesito eso...

Se quedaron unos minutos en silencio, Minho no decía nada y Jisung sólo comenzó a levantarse. Quería desaparecer de allí lo más antes posible.

— Volveré a la cabaña, adiós.

El rubio comenzó a alejarse, sintiendo un extraño dolor en el pecho que estaba lejos de ser físico. Decirle eso a Minho le había afectado de alguna manera, hasta tenía ganas de llorar. Tenía fuertes sentimientos encontrados de pronto, que lo dejaron muy mal.

Quizá solo era porque nunca nadie jamás le había tocado de la forma que lo hizo él pelinegro. Jamás había estado en una situación parecida a esa, a lo mucho que vió esas escenas fue en pornografía gay. Pero un simple momento con él no le hacía olvidar todo lo hiriente que hacía el otro a su persona, aún estaba dolido y eso no se le olvidaría fácilmente.

— ¡Jisung! Mierda, espera.

Minho lo seguía por detrás y al llegar a él, lo miró con ojos comprensivos. Mandó a la mierda las palabras del menor y lo sujetó firmemente por la cintura.

— Si quieres que mañana olvidemos todo, al menos déjame besarte ahora. — susurró el pelinegro, juntando sus frentes, agachándose un poco por la diferencia de altura. — Por favor, mocoso, lo necesito, por favor...

Jisung no se iba a negar a algo como eso, así que asintió lentamente, sintiendo de inmediato los suaves labios de Minho sobre los suyos. ¡Sí! Era como si dentro suyo estuvieran explotando bombas, el terremoto en su interior y las mariposas en su estómago se intensificarán tanto.

Lee le rodeó con los brazos muy fuertes, abrazándole sin soltarle, teniéndolo tan pegado a su cuerpo que la idea de marcharse estaba muy lejana a su mente. El pequeño rubio rodeó el cuello contrario y acarició los cabellos negros que de a poco se estaban volviendo su perdición.

Estaban conscientes de que esto estaba mal, demasiado mal. Pero ya era tarde. Ya de habían pegado como imanes el uno al otro, sus labios se acariciaban entre ellos de una forma íntima, húmeda y dulce que la sensación se sentía como éxtasis.

A Jisung no le molestó ni un poco que Lee se hiciera el distraído y metiera una de sus manos debajo de su suéter y camiseta, y la otra en su trasero. Quería más, quería muchísimo más. Pero nada perdura demasiado, la falta de aire se hizo presente en él y se vió obligado a alejarse un poco.

— Tus labios se sienten tan bien... — murmuró Lee con voz ronca.

— Los tuyos también Minho, bésame más, por favor.

Se estaban entregando otra vez, lo necesitaba todo de Minho, necesitaba que lo besara y tocara por todas partes. Pero para su asombro, el otro se negó.

— No podré parar, me tienes... loco. — se alejó tras decir eso, dejando al menor totalmente descolocado. — Joder, no me mires así. Estoy intentando por primera vez ser bueno contigo, sé lo que digo, y créeme que ya no me podré detener. Me tienes tan cegado con tus besos y tu cuerpo que simplemente yo... no puedo. No te quiero lastimar más.

Jisung entendió a la perfección todo y asintió. Él le había pedido eso, ¿no?

— Venga, es hora de ir a dormir enano, no vaya a ser que salga un oso y nos trague vivos.

Y Minho volvía a ser él.

Paciencia - Minsung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora