Capítulo 03

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Así como todos los días, Minho caminaba tranquilamente por los pasillos del colegio yendo directamente hacia su casillero, el lugar donde guardaba toda la basura que le hacían hacer en el instituto.

Y es que para él, el instituto no le traería nada productivo. ¿Para qué le servirían las matemáticas si él no pensaba usar números a lo largo de su vida? ¿Para qué le serviría la historia si lo que contaba era el presente? Una mierda, según él.

Tenía ese tipo de mentalidad, era de esos chicos que odiaba el instituto, que odiaba levantarse temprano y que odiaba tener que aguantar a personas pesadas que se ponían en su camino.

Como Han Jisung.

Apenas con dos meses de asistir a las clases de su nuevo instituto, éste chico verdaderamente no lo había dejado de joder.

Cada cosa que él hacía, enfurecía a Jisung.

"Debe hacerle falta una buena polla para que se tranquilice" murmuró Lee perdido en sus pensamientos.

"Aunque con ese genio que se manda, nadie querría tenerlo consigo por más de dos minutos" volvía a pensar Minho.

El pelinegro rió y siguió su camino, sacándose de la mente a la pulga enojona.

Una vez frente a su casillero, comenzó a tirar sus cosas dentro y en eso siente unas manos tocarle suavemente el hombro, como llamándolo. Se giró abruptamente por el contacto físico no deseado y se encontró con una chica, alta y de cabello negro.

— ¿Qué? — le preguntó Minho, olvidando los modales que su madre alguna vez le había enseñado.

Las mejillas de la chica enrojecieron, y a Minho le dio diabetes de la mala.

— Oppa, me preguntaba si querías ir conmigo luego de clases al cine. Veo que aún no te has integrado y me gustaría ser tu amiga. — habló educadamente la chica.

Ugh, Lee odiaba que lo llamasen Oppa.

Minho se la quedó mirando por unos segundos largos, de arriba hacia abajo, poniendo nerviosa a la pobre muchacha.

— No me interesa tener amigos aquí realmente y si salgo al cine contigo, mi novia creerá otras cosas. ¿Comprendes? — preguntó Minho calmado.

No tenía novia y si la tenía no le importaría salir con la chica, era guapa. Pero no tenía ganas simplemente.

— Oh... — la chica agachó la cabeza avergonzada y asintió. Se despidió con la vergüenza aún intacta y se perdió de la vista del pelinegro.

Éste negó con la cabeza al ver a la niña tan avergonzada y volvió a lo suyo, no le sorprendió para nada ver a su lado a lo que parecía ser su enemigo, mirándole con una sonrisa que pretendía ser inocente.

— ¿Ya andas rompiendo corazones?

— Sí, y culos también.

La sonrisa del pelinegro se expandió al ver al más bajo mirarle mal. Se enojaba tan fácilmente y quizás era eso lo único que tenían en común.

— ¿No puedes tratar de hablar sin decir groserías al menos una vez? — espetó Jisung.

— Jodidamente no.

— Claro, las personas como tú no saben lo que es tener educación.

— ¿A qué te refieres con personas como yo? — preguntó Minho molesto, sintiéndose repentinamente discriminado.

Jisung soltó una risa malvada y miró a Minho de pies a cabeza, poniendo cara de asqueado.

— Tan solo mírate Minho, eres una vergüenza. Tan impresentable, tan... agh. Tu sola presencia hace que me den náuseas.

Decir que el ego de Minho estaba siendo pisoteado era poco, la mirada que el pelirrubio le dirigía le decía que estaba hablando completamente en serio.

Minho no tenía paciencia. Minho sentía la necesidad de estampar su puño con la cara aniñada del enano, pero no lo hizo.

Simplemente se limitó a reír.

— Se nota que te gusto, eres tan obvio. — le contestó.

— ¿Pe-pero tú qué cosas dices? — empezó Jisung. Al principio su risa fue corta, con el paso de los segundos se extendió y al minuto ya estaba atrayendo la mirada de todos lo que pasaban.

Su risa se podría escuchar a tres metros de distancia pero no le importaba, lo que le había dicho Minho había sido muy gracioso.

— Eres insoportable. — susurró Minho, antes de chocar su hombro con el de Jisung y casi tirarlo al piso. Caminó sin hacer caso a la risa desquiciada del más bajo y fue a su aula.

"Ojalá le parta el culo un negro y se le quede atorado en el estómago" fue lo que pensó una vez sentado en su sitio.

Mientras tanto el pelirrubio no hacía más que secarse las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos de tanta risa.

— Cree que puede llegar a gustarme, qué tontería.

Paciencia - Minsung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora