Capítulo 11

194 50 17
                                    

No importaba lo mucho que se quejara, nadie parecía dispuesto a contradecir el hecho de que compartiría habitación con Jisung. Minho se sentía traicionado, no podía creer que su madre le haya hecho semejante cosa insensible.

Por eso se encontraba maldiciendo a Jisung, a su mamá y a todos los que estaban en el autobús. A su lado no había nadie debido a que todo ser humano que haya intentado sentarse a su lado, lo había matado con la mirada de mil maneras posibles.

¿Campo? ¿Cero internet? ¿Desconocidos? ¿Abstinencia sexual? Bien, eso se sentiría como el infierno, y si lograba salir vivo sin llamar a su mamá por urgencia, sería un milagro.

La verdadera historia es que Jisung no había conseguido tener a Minho como compañero, o al menos eso decía él. Minho no le creyó nada porque a fin de cuentas, él había escuchado con sus propios oídos cuando el rubio le dijo a su madre que haría todo lo posible. Pero al inicio de ese día el director le comentó que su madre había ido al instituto para dejarlo a el bajo la supervivencia de Han Jisung.

¿Cuántos años se creía que tenía? No hacía más que aumentar su rencor hacia el enano.

Al llegar al campamento, dió un suspiro de cansancio. Si bien el lugar se veía más acogedor de lo que imaginó, eso no bastaba.

Por parte de Jisung, éste no hizo más que llamar a Minho y empezar a caminar hacia una de las cabañas. Se suponía que la habitación se compartiría de a 3, pero la madre del pelinegro fue tan exagerada que ya nadie quiso poner a otra persona con ellos. No estaba feliz con tener que lidiar con un amargado Minho, pero tampoco podía fallar a la madre de éste, no quería quedar mal.

— ¿Por qué esto está tan sucio? — fue lo primero que preguntó Minho al dar un paso dentro de esa cabaña.

Jisung exploró con la mirada el lugar. Era pequeño, y estaba muy sucio. Las telarañas yacían en el techo y el piso de madera estaba lleno de hojas. Sumado a que las camas estaban viejas y no parecían muy cómodas.

— Porque nosotros debemos limpiarlo. — contestó simple.

Vio a Minho adentrarse más en el lugar, cargando su maleta sobre el viejo colchón.

— Bien, que tengas suerte. Nos vemos luego, enano.

Y planeó irse fácilmente por la puerta. Jisung quedó indignado. No le enojaba tener que limpiar, no podría estar en esa habitación sucia por más tiempo, pero ¿Minho creía que él era tan tonto como para hacerlo todo solo?

— ¿A dónde crees que vas?

— No te interesa.

Jisung rodó los ojos.

— La verdad que no. Pero de aquí no te vas hasta que hayas terminado de limpiar tu parte.

Entonces Minho rió.

— ¿Qué te hace creer que lo haré?

— Si no quieres que le vaya con el cuento a tu madre, será mejor que cooperes. — comentó Jisung inocente, dando una sonrisa cínica.

Oyó a Minho insultarle por lo bajo, pero prefirió quedarse callado. Se estaba acostumbrado a ese trato desagradable.

Empezaron por sacar las telarañas, fue realmente horrible para Jisung porque tenía miedo de que saliese una araña de algún rincón. Minho no hacía más que reírse de él. Luego pasaron a limpiar un poco las paredes, quitaron el polvo de los pocos muebles que habían, Jisung barrió y Minho le sacó la tierra a los colchones. Extrañamente hacían sus tareas sin hablarse, ni siquiera para destruirse verbalmente.

Terminaron en dos horas pero para Jisung valió la pena. Todo había quedado limpio y ahora el lugar se veía más acogedor. Minho no hizo más que sacarse la camiseta empapada, ambos estaban sudando.

Jisung trató de mirar hacia algún otro lugar de la habitación, para su suerte, el pelinegro estaba de espaldas y no podía ver como tenía a un espectador de su dulce y fuerte espalda.

— Quiero darme una ducha. — anunció cansado el más alto.

Jisung carraspeó su garganta nervioso e intentó aparentar que nada pasaba.

— No sale agua caliente, y trata de no ocupar tanta.

— No necesito agua caliente, enano.

"Tú eres lo caliente" pensó. Aunque obviamente no lo dijo.

— Seca luego el baño, no lo dejes sucio. — agregó.

Minho le ignoró y buscó en su maleta, ropa de repuesto. El rubio siguió observando su estructural cuerpo, adornado por las perlas de sudor. La verdad era que sus hombros eran anchos y su cintura delgada, bajando por su gran trasero y unos muslos atractivos y musculosos. Quedó embobado con sus brazos, con cada movimiento que el pelinegro hacía, sus músculos se movían al compás.

Jisung se sentó en la cama y se tapó la evidente erección con la almohada.

— No me espíes, bichito. — y con eso, el pelinegro se encerró en el baño, inconsciente de lo que pasaba en el interior del rubio.

A Jisung no le tomó ni cinco minutos llegar a un placentero orgasmo silencioso, frotándose delicadamente con la almohada.

Comenzó a creer que debía hacer algo urgente para bajar sus hormonas.

Quizás Seonghwa estaría dispuesto a ayudarlo.

Paciencia - Minsung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora