Capítulo 2: El Abrazo de la Oscuridad

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Flotando... Estoy flotando. Todo está oscuro, pero no me asusta; es diferente... cálido, suave, como si las sombras me abrazaran. Aquí, no hay dolor ni frío; solo paz. Siento que podría quedarme así para siempre; no hay gritos, no hay castigos. Cierro los ojos (aunque sé que no importa), y todo sigue igual: envolvente, sereno... un silencio que me acoge. ¿Cómo es posible que esto, esta oscuridad, sea tan... cómoda?

El tiempo no existe aquí, no para mí. Estoy lejos de todo lo que me agobia, lejos del mundo... lejos de ellos. No necesito correr, no necesito esconderme. En este lugar, la nada me entiende; las sombras me conocen... me protegen. Siento un latido lejano (¿es mi corazón?); suena como un eco distante, pero tampoco me molesta... no aquí.

Algo está cambiando. Algo... en el aire (si es que esto es aire). Las sombras que me acariciaban empiezan a moverse, pero... no hacia mí. Se están retirando, alejándose... ¿Por qué?. El calor que me envolvía comienza a desvanecerse, y siento el vacío frío en su lugar. Quiero pedirles que no se vayan, que no me dejen... No me dejen sola.

Es entonces cuando las veo. Manos... muchas... estirándose desde la negrura. Al principio parecen delicadas, pero no lo son... se acercan demasiado rápido. Las sombras que antes me cubrían se apartan -como si estuvieran asustadas-, como si no quisieran enfrentarse a esas otras... más oscuras, más frías. ¡No, no, no! ¡No se vayan!

Pero se van... Las siento desvanecerse, dejándome sola en el vacío. El frío empieza a apoderarse de todo; las manos están más cerca, y no puedo moverme. Estoy atrapada, atrapada entre la oscuridad que antes me confortaba y estas sombras que me quieren. Mi pecho se aprieta. Intento respirar, pero es como si el aire también me hubiera abandonado. Una de las manos -helada, inhumana- roza mi brazo...

¡No! ¡No me dejen con ellas!

Winter despertó de golpe. Inhaló bruscamente, un sonido agudo que cortó el aire frío a su alrededor. Se sentó de inmediato, el cuerpo tembloroso. "¡Hah!"... exhaló, su aliento escapando en una nube de vapor. Un rayo de sol se filtraba por entre el bloqueo improvisado que había armado en la entrada del hueco del árbol. Aún sentía el roce helado de las sombras en su piel, aunque sabía que ya no estaban allí... ¿O sí?

Su corazón seguía martillando en su pecho -bum-bum, bum-bum- mientras intentaba calmarse. "Solo era un sueño...", se dijo, aunque el sudor frío pegado a su frente y la tensión en sus músculos le decían lo contrario. Se llevó una mano al pecho, su respiración entrecortada, intentando estabilizarse. "Estoy despierta", pensó. "Estoy... viva."

El rayo de sol la tocaba suavemente. Demasiado cálido, demasiado... real. Inhaló profundamente otra vez, dejando escapar el aire con un suspiro tembloroso. "Estoy bien... solo fue una pesadilla", se repetía, mientras miraba el interior de su pequeño refugio... Pero las manos, esas sombras frías, aún acechaban en su mente.

Con cuidado, estiró las manos y comenzó a desarmar el bloqueo en la entrada del árbol. Cada crujido de las ramas bajo sus dedos le hizo sentir vulnerable, como si algo aún la estuviera vigilando... esperando. Las sombras en su sueño la habían abandonado... ¿por qué? ¿Qué eran esas otras sombras? El aire frío volvió a envolverla, esta vez real... esta vez tangible. "Nada te sigue... no ahora", pensó, aunque no estaba del todo segura.

Deslizó su cuerpo fuera del árbol, dejando que sus pies tocaran la nieve helada. El frío debería haberla hecho estremecerse, pero... no lo hizo. Miró a su alrededor, cautelosa. Sus ojos recorrieron el bosque, asegurándose de que nada la estuviera observando... Pero la sensación persistía. Las sombras aún latían en su interior, como un eco que no podía callar. "Me dejaron...", pensó, recordando la desesperación en el sueño.

Umbra VultusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora