Capítulo 22: VULNERABILIDAD

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A pesar de la intimidad del momento, la necesidad de aclarar sus sentimientos se vuelve prioridad. Sin poder evitarlo, siente la urgencia de preguntarle algo.

—No es el mejor momento pero, ¿te puedo preguntar algo? —pregunta Iris inesperadamente.

El contraste entre el deseo y la vulnerabilidad emocional se vuelve palpable.

—Claro, cariño… —dice Agustín algo desconcertado.

—¿Te acuerdas mucho de Victoria Maurette?

—Claro que me acuerdo de Vicky… Fuimos pareja durante muchos años, y todavía la considero una amiga y una gran mujer… —responde él. —¿Por qué lo preguntás?

—Pero, ¿la echas de menos? —pregunta Iris con interés.

—En ciertos aspectos… pero el tiempo pasa y se acaba superando… además estoy con vos ahora y me encanta.

A pesar de sus palabras, Agustín siente que algo no va bien en la expresión de Iris.

—Cariño, ¿qué ocurre? —pregunta él mientras ve una lágrima derramarse por la cara de Iris. —Mirá, Victoria fue una parte de mi vida, y siempre la apreciaré, pero vos sos todo lo que realmente deseo ahora —dice anhelando poder ofrecerle la seguridad que necesita.

Iris permanece en silencio.

—Cariño, no llores… por favor…—dice Agustín a la vez que siente un nudo en el estómago. —No pasa nada, de verdad…

—Sí pasa —contesta por fin Iris.

—Decime qué pasa, por favor… Estaba todo bien—dice Agus, que necesita saber por qué se siente así.

—Victoria pasa —dice Iris tajantemente.

—¿Victoria pasa? —pregunta Agustín, sorprendido. —¿Qué querés decir con eso?

Iris se toma un momento para encontrar las palabras.

—Que no soy ella, no puedo evitar compararme —responde Iris mientras él le coloca sus manos en su cara para hacer que le mire.

—Iris, no tenés que compararte con ella ni con nadie—responde Agustín, acercándose un poco más. —Vos sos única para mí.

—Pero ella fue parte de tu vida mucho tiempo —insiste Iris, buscando respuestas en su mirada.

—Mirá, Iris, no hay comparación. Con vos estoy donde tengo que estar. La diferencia de edad con Victoria era un tema complicado en muchas ocasiones. Al final, me sacaba 12 años, y se notaba, ¿viste? Con vos me siento más en la misma onda.

—¿De verdad lo crees? —pregunta Iris, sintiendo una mezcla de esperanza y duda. —Siempre parecías estar bien con eso, no parecía que te importase realmente.

—Al principio no... Pero había otras cosas que pesaban más. Ella ya tenía una hija de su matrimonio anterior, y, aunque me llevaba re bien con la nena, nunca me sentí completamente feliz en ese rol. Y, además, sabía que nunca íbamos a tener un hijo nuestro. Eso me hacía ruido, ¿entendés?

—Entiendo. Debe haber sido complicado para ti. Pero parecías feliz con ellas, como una familia...

—Sí, claro, de afuera parecía perfecto. Y yo intentaba convencerme de ello. La nena me quería mucho y yo la adoraba. Pero había algo que no terminaba de cerrar... Me veía como en un lugar que no era el mío, como que estaba forzando algo que no iba conmigo.

—¿Te refieres a ser el “segundo padre” o padrastro?

—Exacto. Si algún día soy papá, quiero ser papá de verdad, tener esa experiencia desde el principio, ¿sabés? —dice mirándole a los ojos con sinceridad. —Pero con Victoria, eso no iba a pasar. Ella ya había cerrado esa etapa y no quería volver a empezar con todo eso... y yo no podía insistirle, porque sabía que no era justo. Me costó tomar la decisión, pero al final supe que tenía que pensar en mí también. Y ahora que estamos vos y yo, me siento más libre, más yo. Sin esa presión de no estar en el lugar correcto.

más allá del deseo || agustin pardella Donde viven las historias. Descúbrelo ahora