Capítulo 21: SEGUNDA RONDA

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Acurrucados, dejaron que el cansancio los venciera lentamente. Se quedaron dormidos, sintiéndose seguros en los brazos del otro, como si el mundo se hubiera detenido para ellos. El sueño apenas les había dado unas pocas horas de tregua. Agustín despertó primero, y al girarse, encontró a Iris con los ojos entrecerrados. Las horas anteriores habían sido intensas, pero incluso con la fatiga evidente, había una chispa que seguía ardiendo. Agustín acarició el brazo de Iris, sintiendo su piel cálida y la forma en la que su respiración se aceleraba ligeramente bajo su toque. Ella lo miró, adormilada, pero una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios cuando sus miradas se encontraron. Él le devolvió la sonrisa, esa que mezclaba ternura y deseo.

La voz de Iris medio adormilada rompió el silencio:

—Mmm... —murmuró, entrecerrando los ojos mientras su mano deslizaba suavemente por el pecho de Agustín—. No sé si quiero que esta noche se termine tan rápido.

—¿No? —preguntó Agustín con una sonrisa traviesa—. Yo pensaba que ya habías tenido suficiente por esta noche... pero si querés más, no me voy a quejar.

Iris se rió suavemente mientras seguía rozando la piel de Agustín.

—Para descansar voy a tener toda la vida, pero estos momentos... no sé si se repiten tan fácil —dijo, mirándolo con una mezcla de picardía y ternura—. Además, no todos los días tengo la oportunidad de quedarme así. Prefiero robarle algunas horas al sueño si eso significa estar un ratito más abrazada a ti —dijo.

Él dejó que su mirada bajara hasta la mano de Iris, que seguía trazando líneas suaves en su pecho, y le sostuvo la mirada, sin perder esa sonrisa que empezaba a encender algo entre ellos de nuevo.

—A mí me encanta que te quieras quedar así... —murmuró él, rozando su nariz contra la de ella en un gesto cariñoso—. Aunque siento que estás tramando algo más.

Iris alzó una ceja, fingiendo inocencia.

—¿Yo? ¿Tramar algo? —dijo, dejando que su mano se detuviera sobre su pecho, justo donde sentía los latidos de su corazón—. Para nada. Solo disfruto de la vista.

Agustín soltó una carcajada suave y la miró de reojo, con un brillo pícaro en los ojos.

—Sos bastante mala mintiendo, ¿sabías? —comentó mientras sus dedos recorrían la línea de su mandíbula, acercándose más a ella—. Sé que hay algo más detrás de esa carita inocente.

Ella lo miró durante unos segundos antes de acercarse más, sus labios rozando apenas los de él en un beso fugaz.

—Tal vez sí —admitió con una sonrisa traviesa—. Tal vez solo quiero estirar un poco más la noche.

Agustín alzó una ceja, sin dejar de sonreír.

—Me parece que podrías estar jugando con fuego… —dijo Agustín.
Iris se mordió el labio, disfrutando de ese tira y afloja.

—Siempre me gustó el fuego —susurró—. Especialmente cuando quema un poquito.

Fue entonces cuando Agustín, con un tono más serio, dejó caer su advertencia.

—Eso es peligroso... —dijo suavemente, con sus dedos ahora acariciando la línea de su mandíbula—. No sabés en lo que te estás metiendo...

—Ya lo he visto, no me importa volver a verlo.

—Mirá que te estoy avisando, Iris... —le susurró, su tono ahora más grave, cargado de una advertencia que parecía casi un reto—. Si empezamos de nuevo, no prometo poder frenar después.

más allá del deseo || agustin pardella Donde viven las historias. Descúbrelo ahora