Capítulo 10

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Jimin recorría las desoladas calles de Seúl bajo el manto de la madrugada, el cielo nocturno cubierto por nubes que amenazaban con desatar una tormenta. Las luces de neón titilaban como estrellas artificiales en los altos rascacielos, reflejándose en el asfalto mojado por la llovizna. El silencio de la ciudad sólo era interrumpido por el ronroneo constante del motor de su coche, un sonido que parecía fundirse con sus pensamientos, tan caóticos como el paisaje urbano a su alrededor. Sus manos se aferraban al volante con tal fuerza que sus nudillos se tornaban pálidos, tensos por la presión de la incertidumbre que lo dominaba.

Desde la confrontación con Derek, Jimin no había dejado de preguntarse quién podía estar detrás de las amenazas que habían obligado a su hermano a regresar antes de tiempo, y lo que ese regreso realmente implicaba. La revelación de que Derek, además de ser su protector, estaba siendo amenazado, lo había sacudido profundamente. Y ahora, más que nunca, estaba decidido a desenterrar la verdad, sin importar cuán oscura o peligrosa resultara ser.

Las siguientes noches se convirtieron en un torbellino de actividad clandestina. Jimin, conocido en sus círculos profesionales por su meticulosidad y precisión, adoptó la misma dedicación en su búsqueda de respuestas. Se movía entre las sombras, organizando reuniones discretas, interrogando a contactos de confianza, y revisando archivos encriptados. Se había sumergido de lleno en el mundo subterráneo, donde el dinero, la información y la violencia se entrelazaban en una red invisible que pocos lograban ver y aún menos comprendían.

El paso del tiempo se volvió indistinguible, y los días se confundían con las noches. La luz tenue del amanecer apenas asomaba cuando Jimin regresó a su apartamento. El cansancio se acumulaba en sus hombros, pero su mente seguía activa, como una maquinaria incesante que no podía detenerse hasta ensamblar cada pieza del enigma. El sol matutino se filtraba a través de las cortinas de su sala de estar, derramando una cálida luz dorada sobre la superficie de su escritorio, que estaba cubierto de una caótica maraña de documentos, fotografías y notas manuscritas. Allí, entre las pilas de papeles, reposaban las claves para entender la amenaza que se cernía sobre Derek.

Sentado frente a su escritorio, Jimin se inclinó hacia adelante, sus ojos escaneando con precisión cada informe, cada nombre, cada detalle. El cansancio hacía mella en su cuerpo, pero su mente seguía aguda, aferrándose a cada pequeño hilo de información. A medida que avanzaba, un patrón comenzó a emerger de entre las páginas. Las amenazas que perseguían a su hermano, las desapariciones inexplicables, los movimientos sospechosos de individuos clave en la ciudad... todo parecía estar conectado. Los nombres y los lugares se entrelazaban como piezas sueltas de un inmenso rompecabezas, uno que hasta ese momento se resistía a ser completado.

De repente, sus ojos se detuvieron en un nombre que apareció una y otra vez, como un eco persistente en múltiples informes: Han Seong-min. El impacto de aquella revelación fue inmediato, como una descarga eléctrica que recorrió todo su cuerpo. El nombre resonó en su mente con una intensidad casi visceral. Han Seong-min. Jimin conocía ese nombre, aunque desearía no haber tenido que recordarlo. Un empresario de fachada impecable, pero con conexiones profundas y turbias en el submundo del crimen organizado. Un hombre cuya influencia se extendía como una telaraña, controlando desde las sombras una red de corrupción que se ramificaba mucho más allá de lo que cualquiera podría imaginar.

El corazón de Jimin latía con fuerza mientras se reclinaba en su silla, cerrando los ojos brevemente para procesar la magnitud de lo que acababa de descubrir. Han Seong-min no solo era el artífice de las amenazas contra Derek; era el epicentro de una vasta conspiración que abarcaba múltiples capas de poder y violencia, extendiéndose por la ciudad como una infección silenciosa.

Se inclinó hacia adelante, sus dedos trazando lentamente las letras del nombre, como si con solo tocarlas pudiera desentrañar más secretos. Las piezas comenzaban a encajar, pero el cuadro que se revelaba era más siniestro y complejo de lo que había anticipado. Sabía que enfrentarse a Han Seong-min no sería fácil; el hombre no solo tenía los recursos y la influencia para destruir a quien se interpusiera en su camino, sino que operaba con una calculadora frialdad que lo hacía casi intocable.

Sin embargo, Jimin no podía permitir que ese hombre continuara amenazando la vida de su hermano. La decisión estaba tomada. Él no solo desenterraría la verdad, sino que haría lo necesario para proteger a Derek, incluso si eso significaba enfrentarse cara a cara con uno de los hombres más peligrosos de la ciudad.

El reloj en la pared marcaba el paso de las horas, pero Jimin apenas lo notaba. Su mente estaba centrada en un solo objetivo: detener a Han Seong-min antes de que fuera demasiado tarde. Su mirada se endureció mientras se levantaba de la silla, listo para tomar acción. Afuera, la ciudad seguía su curso, ajena a las batallas que se libraban en las sombras. Pero Jimin estaba decidido. No permitiría que nadie, ni siquiera alguien tan poderoso como Han Seong-min, destruyera a su familia.

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"Abyssus" | JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora