30 (probablemente) one shots sobre esta pareja. ☁️🍉
-⚠️-
• si no les gusta el ship, favor de no dejar comentarios ofensivos.
• si vienen por sepso, seguramente no escriba esas escenas.
En meses como Diciembre, el frío te come hasta los huesos, dejándote temblando y con un sentimiento de vacío si todo el tiempo estás en la cama, pero para Muichiro es Diciembre todo el año, con un esposo que espera todo el día con ansias y solo recibe un saludo y un beso, para después repetir la misma rutina.
Aún así, él esperaba que algún día eso cambiara, ese sueño se hacía real cada fin de semana al ir en su compañía en busca de cosas para el sustento de la casa, se tomaban de las manos y a veces cada dos semanas salían a un lugar nuevo luego de sus compras, parecían el matrimonio perfecto.
Era feliz, esos momentos lo hacían olvidar su propio invierno cuando lloraba hasta noche y hasta pensaba en que nada cambiaría para Genya si llegaba a morir.
Hoy era uno de esos días, apenas luego de haber tomado un carrito e ingresar al lugar, vieron un nuevo local enorme de bastantes flores demasiado caras a decir verdad.
— ¿Te gustan? — comentó el mayor al notar que su esposo miraba cada que podía el lugar, ¿por qué no podía verlo con ese mismo brillo con el que divisaba aquellas flores?
— Son lindas, sabes que me gustan las flores. — con una mirada que podría decirse cansada sólo tomó unas cuantas verduras, últimamente no se veía contento ni aunque lo llevara a lugares caros o la playa.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Ya otra vez entre semana, Muichiro estaba mirando la tele, aún era temprano y su amado acababa de irse a trabajar, cuando el sonido de la puerta lo hizo levantarse.
¿Genya había pedido algún paquete? Se lo habría dicho.
Pero cuando abrió la puerta, no era alguien ofreciendo productos, ni el periódico, un volantero o un pedido, era un chico de cabello corto y puntas rojas, sus ojos eran hermosos, con un color carmesí que brillaban cual rubí. Y ni olvidar una cicatriz algo extraña ubicada en el lado izquierdo de su frente, era algo grande, pero aún así lucía medianamente atractivo.
— Muy buenos días, señor Shinazugawa, yo sé que usted no me conoce... Pero yo a usted si. — dijo mientras extendía un hermoso ramo de gipsófilas y tulipanes azules, sus plantas favoritas.
— ¿Disculpe...? — "¿Cómo me conoce?" Es lo que quería decir, pero sus ojitos no podían dejar de posarse en aquel presente, hace tiempo no recibía flores, y sus ojos se iluminaron por un momento al alegrarse de que al menos las tendría ahora y no hasta su funeral.
— Verá... Me han pedido que le trajera ésto, y que le dijera que sonría más, pues se ve extremadamente bello cuando lo hace. — luego de tomar delicadamente las manos del menor y darle las flores junto a una carta, hizo una reverencia a forma de despedida y se retiró.