Cuando Lauren volvió a parar la moto, no fue frente al bloque de apartamentos en el que vivía, sino en un lugar donde los edificios estaban tan pegados que parecían dientes montados unos encima
de otros. Apagó el motor, pero se quedó callado, y Camila miró a su. alrededor, y vio que un tipo se acercaba despacio a la ventanilla a medio
bajar de un coche parado con el motor en marcha.Desde el otro lado de la
estrecha calle los observaban dos mujeres vestidas de un modo
provocativo.—¿Dónde estamos?
Su pregunta pareció sacar a Lauren de sus pensamientos.
—En el sitio donde me crie —respondió, antes de quitarse el casco.
La curiosidad la picó de inmediato.
—¿Ah, sí?
—Quiero enseñarte algo —dijo ella, bajándose de la moto.
Lauren la ayudó a bajarse y a quitarse el caso, y colgó los dos de
la moto con un candado de seguridad. Luego entrelazó sus dedos con los de ella y echó a andar.—Huele a mar —comentó ella con una sonrisa mientras caminaban.
—Sí, hay una playa no muy lejos de aquí.
—¿Ibas a menudo a nadar allí de niña?
¿Jugabas a los piratas en la orilla? —inquirió Camila.
Cuando alzó la vista hacia ella y vio lo tensa que se había puesto de
repente, se paró en seco.—Lauren… ¿Qué ocurre?
Ella le soltó la mano y se giró hacia ella.
—Hacía mucho que no venía por aquí.
Camila frunció el ceño.
—Entonces… ¿por qué me has traído?
—Porque dijiste que querías comprenderme mejor.
Camila asintió despacio.
—Sí, pero no quiero que te obligues si venir aquí te causa dolor.
Lauren le pasó un brazo por los hombros para atraerla hacia sí y echó a andar de nuevo, llevándola calle arriba. Estaba todo en silencio,
pero no estaban solas. Había otras mujeres ligeras de ropa apoyadas en las fachadas de los edificios, y un par de hombres que parecían borrachos o drogados.Un escalofrío le recorrió la espalda.
—Aquí es donde pasé los primeros doce años de mi vida —dijo Lauren, deteniéndose frente a un pequeño bloque de viviendas—. En un
apartamento de dos habitaciones. Una era una sala de estar con una pequeña cocina y la otra un dormitorio. Yo dormía en el sofá de la sala de
estar. El cuarto de baño estaba fuera, y lo compartíamos con todos los vecinos de nuestra planta.Camila la miró con el corazón encogido y le rodeó la cintura con el
brazo.—Aunque cueste creerlo, este sitio es mucho menos sórdido de lo
que era entonces —comentó ella.La mirada de ambos se desvió hacia un coche que se había detenido
cerca de las mujeres. Una de ellas se acercó a la ventanilla y cruzó unas
palabras con el conductor antes de rodear el vehículo para ocupar el asiento del copiloto. Apenas se hubo subido, el coche se alejó calle abajo.—Pues si ahora es menos sórdido… ¿cómo era cuando eras una cría? —inquirió ella.
—Las bandas eran quienes mandaban en todo. Las calles estaban
llenas de camellos y prostitutas. Había un burdel a cada dos pasos —le explicó Lauren mientras seguían caminando—. Mi madre quería alejarse de todo aquello y se esforzó tanto por hacerlo… Consiguió un trabajo de camarera, pero cuando nací, sin nadie que la ayudara
económicamente, acabó prostituyéndose porque no veía otra salida.
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Noches De Pasión Prohibida
RomanceUna petición escandalosa que resultó en una semana de pasión. A Lauren Jauregui su amigo Andrew le había pedido dos cosas en el banquete de su boda: que entretuviera a su cuñada, Camila Cabello Estrabao, y que se abstuviera de intentar seducirla. D...