Capítulo 2

199 30 20
                                    

Preciosa? Camila echaba chispas cuando salió del restaurante y se alejó hacia la orilla del Tíber, que fluía lentamente bajo la luna llena.

Hasta ese momento Lauren casi la había engañado. Se había creído su numerito de seductora. Y había creído que de verdad quería bailar con ella.

Había creído que la veía tal y como era. Y ella no era preciosa.

No era que estuviese siendo demasiado crítica consigo misma; solo
sincera. Desde un punto de vista objetivo, era fácil afrontar la realidad
cuando tu madre era Sinuhe Cabello Estrabao y tu hermana Emma. Era imposible albergar falsas esperanzas con respecto a su aspecto físico que
pudiese atraer a ninguna persona. Ella era el patito feo entre dos cisnes
gráciles y elegantes.

Hacía tiempo que había dejado de soñar con una transformación mágica que la convirtiera en cisne a ella también.

Jamás lo sería y no necesitaba que la halagasen con mentiras.
Se quedó mirando el río y trató de serenarse, de poner los pies en el suelo, a pesar de lo tentadora, lo increíblemente tentadora que había sido la fantasía que acaba de experimentar.

-¿Has visto a Cami?

Lauren miró a Emma, que acababa de acercarse a ella en compañía de Andrew. No acertaba a ver parecido alguna entre las dos hermanas. Emma era muy hermosa, pero no tenía las adorables pecas de Camila en la nariz,
sus ojos no eran fascinantes y sus labios no eran carnosos ni tentadores.

-Mi hermana -aclaró Emma, como interpretando por su silencio que no la había entendido.

-Creíamos que estarías bailando con ella -dijo Andrew.

-No importa -murmuró Emma, estirando el cuello mientras paseaba la vista entre los invitados-. En algún sitio tiene que estar.

Andrew miró a Lauren fijamente, como suplicándole que le echara un cable.

-Puedo buscarla yo, si queréis -se ofreció.

-No, tranquila, seguro que anda por aquí -replicó Emma-. Es
solo que quiero asegurarme de que está...

-Deja que Lauren se ocupe -la instó Andrew-. Ya sabes que Camila odia que te preocupes en exceso por ella.

Lauren estaba segura de que Camila se encontraba perfectamente y, aunque sus motivos para ir en su busca distaban de ser altruistas, insistió.

-Es el día de vuestra boda -le dijo a Emma-. Es lo menos que puedo hacer, ya que me he escaqueado de ser la madrina -añadió con una sonrisa forzada, sintiéndose como una loba con piel de cordero.

La expresión agradecida de Andrew lo hizo sentirse aún más rastrera.

¿Qué diría su amigo si supiera que solo iba a buscar a Camila por su propio interés?

-¡Ah, sigues aquí!
Justo cuando Camila estaba recobrando la calma, la voz de Lauren
detrás de ella hizo que volviera a llenársele de mariposas el estómago.

Se volvió despacio, porque necesitaba un momento para templar sus nervios.

Lauren le tendió una copa de champán, y cuando ella la tomó sus
dedos se rozaron.

-Gracias -murmuró Camila, llevándose la copa a los labios para
tomar un trago.

Necesitaba sofocar el fuego que la abrasaba.

Ella se encogió de hombros y se acercó un poco más. Camila, incapaz de seguir fingiendo que estaba calmada, sujetó la copa con ambas manos y
se giró hacia el río.

-Has huido de mí -comentó ella.

No tenía sentido negarlo.

-Necesitaba un poco de espacio.

Noches De Pasión Prohibida Donde viven las historias. Descúbrelo ahora