Capítulo 30

1.5K 30 3
                                    

2 semanas más tarde

Todavía recuerdo el día en el que le pedí salir. Fue bastante rápido. Ni siquiera nos conocíamos. No sabíamos nada el uno del otro. Que locura.

Cuando ví a Elizabeth supe que el destino nos uniría. Antes o después. Y así fue. Rápido. Cometí errores. Lo se. Todos lo hacemos en algún momento. Perderla sería un suicidio. No viviría sin ella.

Al rechazarme supe que tendría que insistir, luchar por ella. Como el día que pegue a mi gran amigo Daniel Ratclif por insultarla. A Katherine le gustaba que luchase por lo que merecía la pena. Ella y sus apoyos incondicionales.

En los partidos de fútbol me animaba. Si íbamos perdiendo y yo me decaía, Katherine me levantaba los animos gritando que luchara, "¿Vas a rendirte ahora? ¡Lucha con capa y espada por lo que te importa!"

Tampoco me importaban mucho los partidos, pero ver a todos tan contentos cuando ganábamos era espectacular.

Después la llevaba a tomar un helado, aunque estuviésemos a diez grados bajo cero. Copa de chocolate y nata con fresas troceadas por encima. Su favorito. Y ahí era cuando me decía "Menuda nenaza Michael, ¿cuando no este yo que harás?" Y yo reía cuando lo decía, nunca llegue a responderle a su pregunta, eso me mata.

¿Cuando no este yo que harás? No sabría contestar. Es complicado.

Elizabeth tuvo grandes síntomas de mejoría después de que echáramos de allí a sus padres, cada vez más grandes y mejores. Era como si estuviese feliz por ello.

Me la imagino riendo con estruendosas carcajadas y diciendo a cada rato "Les esta bien, ¡por listos!" "IN YOUR FACE, MADAFAKA!" Sonrio con el pensamiento.

Como las semanas de exámenes ya habían pasado nos podíamos permitir faltar estos días. Aún así fuimos a avisar sobre el accidente.

¿En que estaría pensando? A ella no le gusta eso de saltarse normas. Sigo sin entender a donde fue, ¿por qué volvía tan rápido?

James y Madison se han quedado hoy allí para que así yo pudiese descansar un poco. Todo esto ignorando mis quejas.

Llamada de Madison Georghe.

-¿Que ha pasado?- hablo torpemente.

-Relajate, fiera.

-Madison...

-Esta mostrando muy grandes síntomas de salir del coma, pero no estoy muy segura, se lo oí decir a la médica, igual era por otro pacien...- mi mente rápido proyecta que se esta despertando y no me va a ver a su lado.

-Voy, hasta luego- salgo corriendo.

En el hospital subo por las escaleras haciendo ruido con las vans. Paro unas milésimas de segundo para tomar aire y me dispongo a ir a la habitación de Elizabeth. Es extraño, porque le han dado el mismo número de habitación que en el centro

La luz tenue entra por las ventanas junto a un aire fresco. De ese tipo de aire que huele a lluvia. Se ha pasado una semana entera lloviendo.

A mi me gustaba ese olor. Era como si dejase atrás todo lo malo para convertirlo en algo tan nuevo y extraordinario como la vida.

La vi, estaba allí con los ojos cerrados. No se ha despertado todavía. Estoy completamente empapado pero da igual. Me siento en la silla que está junto a su cama y la observo varios minutos.

Había adquirido algo de color estos últimos días. Tome su mano y la acaricie suavemente con los pulgares. Haciendo círculos sin dejar ningún trozo de piel sin tocar.

Enamorada de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora