Capítulo 31.

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El abogado permaneció petrificado durante unos segundos hasta que notó que el chico trataba de desabrochar el botón de su pantalón.

—¡Oye! ¡¿Qué crees que haces?!—Gritó empujándolo, haciendo que el joven cayera al suelo.

—¡Ah! ¡¿Por qué me has empujado?!—¡Podría haberme dado un golpe mortal en la cabeza y morir!—Se quejó Ren.

—No te hagas la víctima ahora, tú te has buscado esto.—Y pienso reportar esto ahora mismo.

—¡No! ¡Por favor!—¡No lo haré más, te lo juro!

Eijirou lo miró seriamente y le contestó:

—No te creo.—Es más, pienso que me vas a traer muchos problemas con mi Katsuki y no quiero eso.

Kimuda, completamente desesperado, le suplicó una última vez:

—¡Por favor, te lo suplico!—¡Es mi primer trabajo!

—Ese no es mi problema, debiste pensarlo antes de hacer esa estupidez.—Dijo abriendo la puerta.

El joven empleado no se rindió y lo persiguió hasta el despacho de recursos humanos. Donde otra escena patética por parte de Ren se llevó a cabo.

—Fue un malentendido, lo que sucede es que vi que tenía una pelusa sobre su pantalón mientras leía un documento y, cuando intenté quitarla; sin querer bajé su bragueta.

Los trabajadores de recursos humanos no podían creer lo que estaban escuchando y es que todo era absurdo.

—Si así fuera, ¿no cree que debería habérselo dicho al Señor Kirishima en vez de poner sus manos sobre su entrepierna?—Cuestionó una de las empleadas de recursos humanos.

—Eh... Eso es porque no quería interrumpirle.

—¿Y era necesario que se agachase debajo del escritorio?—Porque, desde mi punto de vista, eso es bastante innecesario.—Dijo otro.

—P-Pero no lo hice con mala intención.—Dijo intentando dar pena.

Eijirou no soportó que el chico actuase de aquella manera e intervino en la conversación:

—Si de verdad no tienes ninguna mala intención conmigo, ¿por qué el día anterior me citaste para venir a la oficina cuando estaba cerrada con el pretexto de venir por un certificado de nacimiento para un divorcio?

La gente de recursos humanos miró a Eijirou sorprendidos debido a sus palabras.

—¿Lo que acaba de decir el Señor Kirishima es cierto, Señor Kimuda?

Nervioso como estaba, procedió a negarlo todo.

—¡N-No es cierto! ¡Yo no lo llamé!

—Mientes y lo voy a demostrar.—Dijo el adulto de dientes afilados, sacándose el teléfono de su pantalón para mostrar la llamada que su compañero de trabajo le había hecho la tarde anterior.

Los empleados de recursos humanos no necesitaron saber más y dieron su veredicto:

—Vamos a tomar medidas, no se pueden tolerar casos de acoso sexual en ningún sitio y menos en un despacho de abogados.—Así que, como medida preventiva, queda temporalmente suspendido de empleo y sueldo. Vuelva a casa, Señor Kimuda.

Obviamente no se lo tomó a bien y se alteró.

—¡No acepto esto! ¡Yo no he hecho nada malo!

—Es igual si lo acepta o no, usted debe acatar su sanción.—Reafirmó el trabajador.

Le robé el novio a mi madre (Kiribaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora