El bosque parecía más denso a cada paso. Los árboles se alzaban como sombras amenazantes, y el aire era frío, casi irrespirable. Aren se mantenía alerta, siempre mirando de reojo a los metamorfos, Yuki y Yuno, que caminaban con una calma inquietante a su derecha. Las ramas crujían bajo sus pies, y la tensión se sentía en cada susurro del viento.
A pesar de la ayuda de los metamorfos para proteger a Natsuki, la desconfianza de Aren persistía. No sabía si podía confiar en ellos; conocían el nombre de Adriana y aseguraban tener papeles que podían probar su lealtad, pero la interferencia entre planos dificultaba cualquier comunicación directa con ella. Podría pasar mucho tiempo antes de obtener una respuesta clara, y en ese bosque, el tiempo no estaba de su lado.
Natsuki seguía aferrado al brazo de Derek, quien lo conducía con calma. El hechicero observaba con fascinación las plantas que los rodeaban mientras Derek le hablaba sobre ellas, describiendo sus propiedades curativas y los secretos que escondían en sus hojas. Natsuki asentía en silencio, como si aquel conocimiento le ofreciera un respiro en medio del caos. Derek mantenía un tono tranquilo, su voz era como un bálsamo para el joven hechicero, aliviando la ansiedad que aún lo invadía.
Mientras tanto, Verónica caminaba cerca de Pietro y Liliana. La atención de Pietro estaba claramente en los metamorfos; sus ojos no se apartaban de ellos, como si esperara que en cualquier momento pudieran atacarlos. Liliana, a su lado, intentaba mantener la calma, aunque su mirada no dejaba de alternar entre los árboles que los rodeaban y sus compañeros. El crujir de las hojas bajo sus pies y la espesura del bosque parecían aumentar la presión sobre sus hombros.
Entonces, Aren sintió la mirada de Pietro clavada en él, y ambos se detuvieron por un instante. Una conversación muda comenzó entre ellos, sin necesidad de palabras. La ceja levantada de Pietro fue suficiente para entender la pregunta:
—¿Estás de acuerdo con esto? —parecían decir sus ojos, señalando con un leve movimiento de cabeza hacia los metamorfos.
Aren no dudó. Sabía que era arriesgado, pero no tenían muchas opciones. Asintió lentamente, devolviendo una mirada firme que expresaba su seguridad.
—Pueden ser de ayuda —respondió Aren sin necesidad de palabras—. Y si no lo son, podremos con ellos.
Pietro exhaló, aliviado. Había confiado en la intuición de Aren muchas veces antes, y aunque la situación era peligrosa, decidió seguir adelante. Asintió, mostrando su aprobación silenciosa, y ambos retomaron el paso.
El grupo continuó avanzando en silencio, cada uno en su propio estado de alerta, sintiendo la presencia constante de Yuki y Yuno a su alrededor. Los metamorfos se movían con una gracia casi animal, sus movimientos suaves y calculados, como si el bosque fuera una extensión de sus propios cuerpos. Aren se preguntaba qué clase de secretos guardaban aquellos dos, y si las promesas de papeles y respuestas serían reales.
La luz del sol apenas se filtraba a través del follaje espeso, creando patrones de sombras que se deslizaban por el suelo. El silencio era opresivo, solo roto por el sonido lejano de alguna criatura escondida en la espesura. Cada paso parecía llevarlos más cerca de algo, aunque no sabían bien qué. Aren sabía que pronto llegaría el momento de descubrir si la decisión que había tomado era la correcta o si, por el contrario, los estaba guiando directamente hacia una trampa.
Mientras avanzaban, el viento sopló con más fuerza, y los árboles parecieron susurrar entre ellos. La tensión en el aire era palpable, y Aren supo que lo que ocurriera en las próximas horas definiría mucho más que el destino de ese bosque.
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El Legado De Los Elementales: La Senda del Hechicero
FantasyEn un futuro donde la ciencia y la naturaleza han alcanzado un delicado equilibrio, Verónica, una joven científica brillante pero socialmente torpe, vive en la ciudad burbuja, un refugio para los mejores cerebros de la humanidad. Su vida se ve trast...