𝐂𝐀𝐏.𝟐

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Willow:

Espero en silencio la opinión de mis amigos. Una vez más, me acompañaron a abrir la cafetería que pertenecía a mi madre, y que llevo administrando desde que murió, hace ocho años.

— Tal vez si estabas cansada después de todo— dice Kat, antes de darle un sorbo a su malteada de fresa.

— ¡Ya te dije que no me lo imaginé!— insisto, dejándome caer en el respaldo de la silla.

— Tal vez solo era un vagabundo— opina Dylan, encogiendo los hombros.

— No vestía como uno— a mi mente vuelve su imagen: lo alto que era, su atuendo que parecía estar impecable, su cabello, sus ojos...—. Así que definitivamente no lo era.

— ¿Bueno y por qué te importa tanto?— pregunta Kat, alzando una ceja, haciéndome volver a la realidad—. ¿Era guapo?

— ¿Que importancia tiene eso?— replico, sintiendo como mis mejillas comienzan a arder al recordar aquellos ojos azules.

Kat suelta una carcajada.
— Sí, claro que lo era— dijo, asintiendo orgullosa.

— ¿Te gustó un vagabundo?— Dylan me observa como si estuviera completamente loca.

— ¡Que no era un maldito vagabundo!— exclamo, llevándome ambas manos a la cara —. ¡Y tampoco me gustó! Sólo me pareció algo... extraño, desapareció rapidísimo.

— Salió mago— dice Dylan, provocando otra carcajada en Kat.

— Bueno, ya deben irse a descansar— les digo, en un intento de terminar con el tema. Ya era bastante raro que se me haya quedado grabado en la memoria, así que no pensaba seguir dándole más vueltas—. Tengo que seguir trabajando— agrego, antes de levantarme y caminar hacia el mostrador.

— Tú también deberías descansar— me dice Kat.

— Sabes que no puedo— respondo con un suspiro—. Tengo que pagar las cuentas de este mes, y saben que esto no se mantiene solo.

Veo como intercambian una mirada, y no ignoro la preocupación que tienen los dos en sus rostros.

— Willow...— empieza Dylan, pero antes de que pueda seguir, lo interrumpo:

— Me tomaré un descanso esta semana, lo prometo— sonrió para que me crean, pero sé que probablemente no lo harán.

— Puedo cubrirte en el bar— propone Kat.

— El abuelo no tendrá problema con que no vayas unos días, sabe que estás con todo esto y la casa— agrega Dylan.

— Gracias, de verdad— recargo los codos sobre la barra, y empiezo a jugar con la pulsera en mi mano izquierda, de forma distraída—, pero necesito el trabajo. No puedo permitirme perder ese dinero.

Antes de que alguno de los dos pueda replicar, la campanilla de la puerta suena y un cliente entra a la cafetería.
— Buenos días, qué tal chicos.

— Hola Tom— saludamos los tres al unísono.

— ¿Lo de siempre?— le preguntó con una sonrisa, incorporándome.

— Así es, pequeña Bel— responde Thomas Brown, un viejo amigo, y quien ha sido el más fiel cliente de la cafetería desde que mi madre la inauguró—. Agrégame uno de esos pastelitos de moras, a mi esposa le encantaron. Que sean dos, mejor.

Me emociona pensar que a las personas les siguen encantando las recetas de mi madre, y todavía más que las puedo recrear casi como ella lo hacía.
— De inmediato— digo, asintiendo sonriente, y me dirijo a los chicos—. Nos vemos en la noche.

𝓛𝓮𝓪𝓿𝓮 𝓶𝓮 𝓑𝓮𝓯𝓸𝓻𝓮...- 𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora