Capítulo II. Rivalidades

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Era un día largo en el circuito, lleno de adrenalina y tensión. La competencia con Mercedes y Ferrari había alcanzado un punto álgido, y ambos pilotos de Red Bull, Sergio "Checo" Pérez y Max Verstappen, se sentían exhaustos. Cada vuelta en la pista había sido una batalla, y la presión de mantenerse en la cima del campeonato pesaba sobre sus hombros.

Tras una intensa carrera, donde el equipo había luchado con problemas de configuración en los autos, Checo y Max decidieron que necesitaban un descanso. La idea de relajarse con una copa en el hotel parecía perfecta, una oportunidad para soltar el estrés acumulado. Mientras se cambiaban, la conversación fluía entre risas nerviosas y comentarios sobre lo que había sucedido en la pista.

—No puedo creer que esos Ferrari nos dieran tanta pelea —comentó Checo, mientras secaba el sudor de su frente.

—Dije que no debíamos subestimar a Sainz y Leclerc —respondió Max, mientras un brillo de competitividad se encendía en sus ojos—. Pero eso solo significa que tenemos que trabajar aún más duro.

Mientras se dirigían al hotel, la atmósfera se tornó más ligera, aunque Max no podía evitar sentirse un poco celoso. Durante la carrera, había notado cómo algunos fanáticos vitoreaban más a Checo, especialmente un grupo que había llegado de México para apoyarlo.

El Encuentro en el Bar

Una vez en el hotel, se dirigieron al bar. La iluminación era tenue, y el sonido del hielo chocando con el cristal llenaba el ambiente. Optaron por un par de cervezas, relajándose en un rincón apartado. A medida que la noche avanzaba, las conversaciones se tornaron más profundas.

—Sabes, a veces siento que la gente no ve todo el trabajo duro que hay detrás de cada carrera —dijo Checo, mirando su vaso con melancolía.

—Lo sé. La presión es intensa —respondió Max, sintiéndose un poco más vulnerable en ese momento—. Pero siempre estaré aquí para ti. Somos un equipo, ¿no?

Checo sonrió, sintiendo el apoyo de Max. Pero en su mente, una pequeña duda comenzaba a formarse. Había varios rumores sobre un posible interés de otros pilotos en Checo. En particular, Lando Norris había estado coqueteando abiertamente en las redes sociales, y Checo había recibido mensajes de otros conductores que estaban haciendo insinuaciones sobre la competencia.

—Claro, siempre seremos un equipo. Aunque hay algunos que parecen no estar contentos con eso —dijo Checo, soltando una risa nerviosa mientras se pasaba la mano por el cabello.

—¿Te refieres a Lando? —preguntó Max, su voz un poco más aguda de lo habitual—. ¿Es ese el chico que te ha estado mandando mensajes?

Checo sintió que la tensión en el aire aumentaba, un momento de incomodidad palpable. Max había mencionado a Lando como un "pretendiente", y eso hizo que Checo se sintiera más consciente de la situación.

—Solo son bromas de carrera, Max. No es nada serio —respondió Checo, aunque su voz temblaba ligeramente.

—¿No es serio? Entonces, ¿por qué parece que cada vez que nos vemos, él está más cerca de ti? —replicó Max, casi de forma defensiva.

Un Roce de Manos

A medida que la noche avanzaba y los vasos se vaciaban, Checo y Max se encontraron en una conversación privada. El roce de sus manos al pasar un vaso a otro encendió una chispa entre ellos. La mirada fija que se intercambiaron contenía una mezcla de emociones: complicidad, tensión y un deseo casi palpable de acercarse aún más.

—¿Tú crees que esto puede ser algo más? —preguntó Checo, rompiendo el silencio con voz suave, sabiendo que la pregunta era peligrosa.

—No sé. Hay algo en el aire que no puedo ignorar —dijo Max, su tono más serio ahora—. Pero hay tanto en juego...

ENTRE CURVAS [CHESTAPPEN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora