La discreción del cazador

E9 El tipo loco (5)

En un instante, las púas negras se dispararon hacia Cha Eui-jae con una velocidad feroz. Ignorando las púas que se dirigían hacia él, Cha Eui-jae torció el cuello del hombre con una expresión tranquila.

¡Chasquido! Sintió claramente que el hueso del cuello se rompía bajo su agarre. El cuello del hombre se torció en una dirección extraña y la última luz en sus ojos apagados se desvaneció mientras su cuerpo se desplomaba.

“Este bastardo fue una molestia hasta el final”.

Cha Eui-jae murmuró en un tono molesto mientras revisaba su propia condición. Su ropa estaba rasgada en varios lugares, pero su cuerpo no tenía un solo rasguño. Algunas de las púas que intentaron penetrar su cuerpo incluso se habían doblado hacia afuera.

Sacudiendo la sangre de sus manos, Cha Eui-jae se puso de pie e inclinó la cabeza mientras pensaba.

'¿No se supone que esto sólo ocurre por la noche?'

Si seres tan llamativos deambularan a plena luz del día, seguramente se sabría de su existencia. Los cazadores habituales sin duda los habrían mencionado.

«Pero nunca había oído nada parecido.»

De repente, la imagen de la máscara de gas apareció en su mente. Cha Eui-jae soltó una risa amarga mientras murmuraba para sí mismo.

“Pensé que significaba no hablar de lastimar a la gente…”

¿Y si eso significara no revelar su existencia en absoluto? El control de la información para mantener la confidencialidad era algo tan común que no era sorprendente...

Cha Eui-jae frunció el ceño. Si ese fuera el caso, ¿por qué la máscara de gas lo dejó ir? Habría sido más fácil matarlo en lugar de dejarlo vivir y asegurar su silencio.

En ese momento, escuchó pequeños movimientos y sollozos provenientes del restaurante de sopa para la resaca. Park Ha-eun parecía estar acercándose a la puerta, habiendo notado el silencio afuera. Cha Eui-jae rápidamente escondió el cadáver del hombre con basura. Luego corrió hacia la puerta y golpeó con el dorso de su mano.

—Ha-eun, soy tu tío. ¿Puedes abrir la puerta?

Se aseguró de mostrar su rostro cerca del vidrio y agitó su mano. Después de un breve momento, la cerradura se abrió. Park Ha-eun estaba sentada en el suelo, abrazando su mochila escolar con fuerza y temblando. Al ver a Cha Eui-jae, pareció relajarse mientras sus piernas cedían.

Cha Eui-jae se agachó a su altura y la miró a los ojos.

“Está bien. Ya no hay ninguna persona extraña. Se ha ido muy lejos”.

"¿Desaparecido?"

Sus ojos llenos de lágrimas miraron a Cha Eui-jae. Al ver su rostro surcado de lágrimas, Cha Eui-jae se mordió el interior de la mejilla.

'¿Lo maté demasiado limpiamente?'

Park Ha-eun dejó caer su mochila y se acercó a Cha Eui-jae. Su pequeña mano parecía superponerse con la mano vendada que él había sostenido una vez.

El niño que yacía envuelto en vendas, incapaz de hablar. La única forma en que podía expresarse era moviendo ligeramente los dedos. Cuando lo hacía, Cha Eui-jae le daba palmaditas en la cabeza o le sujetaba la mano con fuerza.

'Maldita sea…'

Su estómago se revolvió. Cha Eui-jae bajó la mirada, abrazó a Park Ha-eun y le dio unas palmaditas suaves en la espalda con la mano izquierda.

"Está bien."

"Mmm..."

“Está todo bien ahora. ¿Tenías miedo?”