Mito

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Antes de que los dioses caminaran entre los cielos y la tierra, existían dos fuerzas primordiales que no se manifestaban en la forma de entidades, sino como principios eternos que regían todo lo que era y lo que sería.

El primero de ellos era Xanethos. Él era el poder que establecía las reglas invisibles del cosmos, dándole dirección y propósito a cada estrella, cada roca, cada vida. Desde el silencio de la eternidad, él era quién trazaba caminos invisibles, creando las leyes que gobernaban el tiempo, el espacio, y todas las cosas que surgieran de la oscuridad.

Pero el universo no podía moverse solo bajo el peso del orden. Atheris no era la fuerza que trazaba las leyes ni el arquitecto de las estrellas, sino el hilo invisible que conectaba el inicio y el final de todas las cosas. Era el susurro en las sombras, el impulso que guiaba la existencia hacia su inevitable desenlace.

Aunque Xanethos establecía los principios del equilibrio, Atheris era la fuerza que guiaba los eventos más allá de lo previsto. A través de sus hilos invisibles, tejía las vidas de mortales y dioses, determinando su curso sin que ninguno de ellos fuera consciente de ello. En cada decisión, en cada giro del tiempo, el poder de Atheris se filtraba, uniendo todo en una trama infinita de posibilidades y consecuencias.

Xanethos y Atheris no eran enemigos ni aliados; eran dos caras de la misma realidad. Mientras Xanethos modelaba la creación con estructura y claridad, Atheris tejía los eventos sin forma ni lógica, asegurando que, sin importar el camino trazado, todo convergería en el final que debía ser. Cada orden traía consigo el misterio del destino, y cada destino, por más incierto, debía seguir las leyes que Xanethos había creado.

Con el tiempo, las fuerzas de Xanethos y Atheris dieron nacimiento a los dioses y las criaturas del universo. Y así, en un ciclo eterno, el cosmos se movía, impulsado por las fuerzas de la estructura y el desenlace, del orden y lo inevitable.

Pero aunque los dioses caminaran entre las estrellas, siempre había algo que ninguno de ellos podía ver: Atheris. Ni siquiera Xanethos, pues sus hilos eran más antiguos que las leyes mismas, guiando incluso a los dioses hacia su propio destino, trazado en los tiempos más oscuros de la creación.

Así, en el vasto lienzo del cosmos, Xanethos creó la estructura de los mundos, y Atheris tejió el curso de cada ser, guiándolos sin que lo supieran, hacia el lugar que siempre les había estado destinado.

Este mito perdura en los susurros de los ancianos y en las estrellas que brillan sobre los desiertos eternos. Es un recordatorio de que, aunque los seres puedan elegir su camino, siempre hay fuerzas invisibles que los guían, y que ningún dios, mortal o inmortal, puede escapar del destino que les ha sido asignado desde el principio de los tiempos.

 
Espero les guste. Este mito va a ser parte de esta historia.

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