15-La noche de suerte

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Aquella noche, turbios pensamientos rodeaban a los cuatro inconclusos amigos que no podían pegar ojo

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Aquella noche, turbios pensamientos rodeaban a los cuatro inconclusos amigos que no podían pegar ojo. Encontrarse en un sitio totalmente ajeno, sin explicaciones, pero sobre todo, con la congoja de un enigma que prometía revelar una respuesta de fabulación, se experimentaba absolutamente onírico. Cada uno de forma individual estaba rodeado por esas acogedoras alcobas de la torre a la que habían logrado subir, tan cuidadosamente decoradas y relucientes con vista al inmenso boscaje y parte del castillo cuya luminiscencia cósmica retumbaba en sus aprehensiones. 

Todo un ambiente que invitaba a ofrecer un descanso placentero, sin embargo, los nervios y la locura sobrevolaban la atmósfera en un extrañamiento sin permitir alivio. Nada estaba tranquilo en el interior de esos humanos, tampoco en los líderes quienes también tenían preocupaciones por ellos, por cómo se sentirían, pero especialmente por el motivo que acarreaba su presencia.

La noche transcurrió densa y el silencio ensordecedor aprisionó el ecosistema. Estaba todavía oscuro cuando la inquieta Milena no pudo aguantar más la incertidumbre, sintió que el pecho se le oprimía, necesitaba respuestas. Se vistió rápido con los jeans, zapatillas y remera que le habían dejado sobre el suave edredón de la cama, y salió intentando no hacer ruido. Llegó a la glorieta y se asomó en puntas de pie por las escaleras. En la base de las mismas, vio de espaldas a un guardia encapuchado y con una especie de arma de fuego ensamblada. 

Enseguida, sin pensarlo demasiado, buscó la puerta de su hermano y la golpeó con cuidado, luego se dirigió a las de Dylan y Ámbar para hacer lo mismo. Esperó un momento y repitió su acción, esta vez más fuerte. Caminaba de un lado al otro, totalmente intranquila. Pero en el momento en que se dignó a golpear una tercera vez, Joel abrió del otro lado. Tenía la misma sensación vomitiva en su estómago.

—Hola, ¿qué pasa? ¿Tampoco podés dormir? —le preguntó con voz baja mientras se abrochaba el cierre de su saco.

—Es imposible dormir esta noche, hermano —le dijo chocándose las uñas.

—¿Y qué hacemos?

—Necesitamos encontrar una respuesta, algo, lo que sea. —Se agarró la frente.

—¿No estarás pensando en husmear? ¿O sí? —Joel intentó ser sensato.

—¿Qué son esos golpes? —Dylan salía acomodándose el buzo que acababa de ponerse. —Ah, eran ustedes... —agregó al verlos.

—Sí, y llamá a tu hermana, tenemos que ir a investigar —afirmó Milena muy decidida.

—¿Pero cómo lo vamos a hacer? —Dylan se sintió desprevenido.

—Shh, hablen más bajito, hay alguien vigilando allá abajo —se les sumó Ámbar saliendo también con la ropa básica y terminando de atarse una trenza.

—Vení, vení —la invitó Milena cuando la vio—. Vamos a hacer lo siguiente, cada uno agarra una piedra y la tira hacia los árboles, lo más lejos que pueda, así vamos a distraer al guardia. —La chica ideó un plan en cinco minutos.

Cylareos - Los elegidos de SeráficaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora