—¡Milena! —Joel le llamó la atención en la exclamación de su vocativo.
—No, está bien, una vez más, ella tiene razón, y mi intención es aclarar todas sus dudas, de paso aquí viene un punto clave al que intento llegar. Verán, les decía que los humanos habían logrado adaptarse y respetar lo acordado, tenían su vivienda, necesidades cubiertas, su servicio en la fábrica, incluso educación, pero sucedió que el evento que unió a mi seráfica hija con el fatídico Abel, provocó lo que me temía, desató por primera vez el nacimiento de la rebeldía de muchos humanos, pues nació una ideología de convicción acerca de que no se estaba cumpliendo con el cuidado que este mundo merecía. ¿Cómo podíamos aceptar a seres del otro lado? Eso no era digno. Todo es totalmente lógico, yo en su lugar, lo entiendo... pero tengo mis convicciones para aprobarlo.
—O sea que, ¿el dilema empezó por la unión de un ángel con un demonio? —renombró Milena.
—El asunto tiene, en mi modo de verlo, su razón: seguían siendo de la misma especie cylarina, un desequilibrio sería inevitable, pero, ¿en qué medida? Nada tan caótico como lo que significa una relación significativa entre especies distintas, de dimensiones distintas...
—Ah, relación significativa... por lo que entiendo, sentimientos de por medio. O sea que si... digo, por ejemplo... si hubiese unas cosillas superficiales, con los cuidados necesarios... no pasaría la gran cosa... después de todo, sólo se trataría de deseo, un sentimiento muy efímero... —conjeturó Milena con una tontería juvenil.
—¡Por favor, joven! ¡No repitas ideas semejantes en público, estas son nuestras reglas! ¡Me ofendes! —Joe elevó su tono al tiempo que su cuerpo y sus facciones, abandonando por primera vez su temperamento clemente.
—Ay, disculpe. No quise ofenderlo. —A Milena se le borró la risa irónica—. Entiéndame, soy impulsiva, de sangre caliente y del siglo veintiuno. —Se encogió de hombros.
—Entiendo, y lamento haberme exaltado, sólo pido que no vuelvas a decirlo en voz alta, muchacha... —Volvió a sentarse—. Después de todo, acepto que es algo que no puede evitarse al cien por ciento...
—Pero, usted dijo que... —Milena intentó construir una frase que le diera coherencia a su comprensión...
—Lo sé... lo sé, no puedo afirmar que no haya pasado nunca. Tengo mis poderes pero no soy omnipresente para estar en cada rincón de mi reino... Lo que deben entender es que, por naturaleza, los humanos necesitan emparejarse con humanos, y los ángeles con ángeles, esa es una regla y concientización para que si, en un desliz sucede, en clandestinidad, sea escaso, no en forma relevante, significativa, desmedida, es algo que no puedo autorizar, ni aunque fuera solicitado, y nunca lo haré...
—Joe, no se exalte, ¿pero qué nos dice de Luna? Usted la mandó a un mundo humano, ¿no pensó que podría querer emparejarse física y sentimentalmente con un humano...? Nada se lo prohibía... —Investigó Dylan encubriendo su relación con ella a la vez que, de manera inconsciente, daba por hecho que aquella niña ángel de las visiones se trataba de su amigovia.
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Cylareos - Los elegidos de Seráfica
FantasyLuna crece en Buenos Aires, Argentina, con algunos dramas cotidianos y su circuito de amigos. Sin embargo, desde su infancia, experimenta sueños vívidos y extrañas sensaciones que la conectan con un mundo desconocido. Una entidad misteriosa se le pr...