El banquete de esa noche fue completamente diferente al banquete en castillo de los reyes de Taloria. El ambiente era mucho más relajado, casi caótico, pero lleno de vida. Las mesas estaban llenas de platos rústicos, pan recién horneado, y fuentes con frutas y carnes que parecían sacadas directamente de los bosques que rodeaban el castillo. Los sirvientes y los miembros del séquito comían y bebían con nosotros, sin barreras entre la realeza y el resto. La reina Milvara se reía a carcajadas, contando historias extravagantes de su juventud mientras alzaba su copa de vino, y su séquito la acompañaba con sonrisas y bromas.
Pero algo en la atmósfera cambió cuando la reina nos preguntó nuestros nombres.
- ¿Y bien, jóvenes viajeros? - preguntó Milvara, inclinándose hacia adelante con una curiosidad chispeante en los ojos -. ¿Cómo os llamáis y qué os trae por aquí?
Estaba a punto de decir mi nombre cuando Erland intervino con una seguridad aplastante.
- Mi reina, os presentamos a la princesa Lyra - dijo, señalándome con una inclinación de cabeza -. Nos dirigimos a Nemorat. El rey Faron ha pedido su mano, y viajamos hacia su reino para cumplir con su voluntad.
Mi corazón se detuvo por un segundo. Sabía que teníamos que mantener el disfraz, que yo debía hacerme pasar por Lyra para mantenerme a salvo en este viaje. Al oír esas palabras, la sonrisa de la reina se desvaneció de su rostro en un instante. Su expresión cambió a una seriedad tan profunda que parecía como si de repente hubiera envejecido años.
- ¿El rey Faron...? - susurró, su tono frío como el hielo -. Se sabe que los reyes Roderic y Calia han mantenido apartada a la única hija que pudieron concebir en un castillo aislado en medio del mar, la pobre muchacha ha pisado muy pocas veces el Continente a lo largo de su vida... ¿y ahora la mandan al matadero?
El salón se quedó en un silencio tenso, y sentí cómo la inquietud se apoderaba de mí. Osai, sentado a mi lado, se enderezó en su silla, incómodo.
- Los reyes de Taloria no son ingenuos, saben lo que significa rechazar esa propuesta.
- El rey de Nemorat tiene sus formas... algunas un tanto sutiles, otras más despiadadas, pero nada lo detendrá si ha puesto la mira en vuestro reino. En Éldora no tenemos un ejército que pueda ayudaros... - dijo la reina Milvara, y fijó su mirada en mi -. Pero hay algo que sí puedo ofreceros para protegeros, princesa Lyra.
No dijo más. El misterio quedó suspendido en el aire, pero la advertencia en su voz era clara. Lo que fuera que Milvara tenía para ofrecernos, era poderoso.
Después de la cena, que siguió animadamente después de esa pausa, me retiré a la habitación que me habían asignado, tratando de procesar lo que había ocurrido. Me sentía agotada y estaba a punto de acostarme, pero un ataque de tos seca me interrumpió. El frío del bosque se me había calado en los huesos. Me senté en la cama, envolviéndome en una manta, cuando escuché un suave golpe en la puerta.
La misma mujer que me había estado observando desde que habíamos llegado entró en la habitación.
- Disculpad la interrupción, Alteza - dijo suavemente, inclinando la cabeza -. Soy sanadora, he notado vuestra tos durante la cena. He traído algo para aliviar vuestro resfriado.
Le di las gracias, aceptando la taza. Tomé un sorbo, y el sabor amargo de las hierbas recorrió mi garganta, pero al menos comenzó a aliviar el malestar.
- Perdonadme también por haberos observado tanto - continuó la mujer, mientras ajustaba una silla para sentarse frente a mí -. Ahora que sé que sois la princesa Lyra, entiendo que mi comportamiento os haya incomodado, por eso os debo una explicación.
Me quedé en silencio, observando sus ojos, que brillaban con una emoción cuidadosamente contenida.
- Mi nombre es Ushandra, y nací aquí, en Isilara - dijo con voz suave -, pero cuando era muy pequeña viajé con mis padres a Taloria. Llegamos a Marvalis, y aún recuerdo cómo el aroma a sal en el aire y el bullicio del puerto nos envolvieron por completo. Con el tiempo, cuando cumplí los dieciséis años, comencé a trabajar en el servicio del castillo... y poco después, quedé embarazada de un noble.
Las palabras quedaron suspendidas en el aire, y un extraño presentimiento se apoderó de mí, como si estuviera a punto de revelarme algo crucial, una pieza importante que siempre había faltado en mi historia. Sentí que mi corazón se aceleraba mientras me preparaba para escuchar lo que Ushandra tenía que decir.
ESTÁS LEYENDO
El destino de Dyla
AdventureDyla forma parte de las doncellas de la princesa Lyra de Taloria, custodiada en un pequeño castillo en una isla en medio del mar. Sus días son monótonos, hasta que un buen día, los reyes de Taloria llegan con una amarga noticia: el rey Faron Nazenor...