Capítulo 3: Excusas

107 12 197
                                    

Dedicatoria: 

Para ti, amiga de alma romántica. Este capítulo es tuyo porque encontré en ti una bondad infinita transformada en amistad.


Algo estaba muy mal conmigo. Lo sabía. No era normal estar tan obsesionada con los mensajes de Arnar Revisaba mi teléfono como si estuviera bajo un hechizo. Y lo peor es que, en las últimas veinticuatro horas, no había escrito nada importante. Solo un "¡Qué bueno que te guste, gracias!" en respuesta a mi comentario sobre su cuarto capítulo. Un hombre de pocas palabras, pero con un talento enorme.

Y ahí estaba yo, divagando y mientras conducía al día siguiente, cuando noté que la carpeta de Gretta con el borrador de su novela spicy, seguía en el suelo de mi auto. La había olvidado después de la última sesión del club de lectura, y en mi mente eso era la excusa perfecta para ir a la facultad y "coincidir" con Arnar. Porque, claro, devolver la carpeta a Gretta en su casa sería demasiado sencillo, ¿verdad?

Sonreí con tanta satisfacción ante mi brillante plan que creo que hasta encandilé al chico que hacía malabares en la esquina.

Dejé pasar el fin de semana; no tenía intención de recordarle a Gretta su carpeta hasta el lunes, cuando tendría más posibilidades de encontrar a Arnar en la facultad.

«Solo lo estás haciendo por Gretta» me dije en voz alta, tratando de justificar lo que estaba a punto de hacer.

Llegó el lunes y salí de mi oficina, me monté en el auto en dirección hacia la facultad, donde en mi mente, los engranajes de un plan brillante giraban como locos. Necesitaba que nuestra "coincidencia" pareciera tan casual como si lo hubiéramos planeado desde el inicio de los tiempos.

Llegué al campus y le envié un mensaje rápido a Gretta:

"Voy a pasar por la facultad a dejarte la carpeta que olvidaste. Andaba por aquí cerca"

Claro, debía sonar creíble.

Al entrar en el edificio, revisé dos o tres aulas buscando a Gretta, pero como era de esperarse, no la encontré. Decidí hacer la gran jugada: le mandé un mensaje a Arnar.

"¡Hola! Estoy por la facultad, vine a dejarle algo a Gretta. Si estás por aquí, tal vez podríamos comentar un rato los escritos, ¿te parece?"

Me mordí el labio mientras esperaba su respuesta, sintiéndome como una adolescente nerviosa. Mi teléfono vibró, y me apresuré a desbloquearlo.

"Estoy en la cafetería. Si quieres, nos vemos aquí"

«¡Bingo!» Eso era todo lo que necesitaba.

Me dirigí hacia la cafetería, pero no lo vi al llegar. Tomé mi teléfono para escribirle:

"¿Dónde estás?"

—Aquí estoy —respondió una voz detrás de mí.

Me giré sobresaltada y ahí estaba Arnar, observando la pantalla de mi teléfono con el mensaje que  estaba escribiendo. Era mucho más alto de lo que recordaba, y olía sorprendentemente bien.

—¿Será tu especialidad aparecer siempre por sorpresa? —dije, intentando sonar casual.
—Ser omnipresente es una de mis cualidades. Asustarte, otra —respondió él con su expresión relajada de siempre.

—Bueno, chico de múltiples cualidades, ¿cómo vas con la lectura? —pregunté mientras lo seguía a una mesa de la cafetería.

—Bien, peque, ya casi termino —respondió con una media sonrisa.

Efecto ArnarOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz