17: Parte 2

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Narrador omnisciente.

Hace trece años.

Los Angeles, California, Estados Unidos.

-Maxi, mi vida, despierta.

Como cada mañana desde que Maxine tenía uso de conciencia, su madre la despertó con una enorme y radiante sonrisa dibujada en el rostro. Acariciaba su larga cabellera lentamente y de vez en cuando subía a su mejilla para acariciar su delicada piel. Casi al instante, ella se despertaba dándole un enorme abrazo a su madre y esta empezaba a darle múltiples besos por todo su rostro.

-Ve a cepillarte los dientes, vamos a panqueques juntas -anunció la madre de Maxine, Gabriella, con dulzura en su tono.

La pequeña rubia salió de la cama de un brinco y salió corriendo al baño del pasillo para asearse.

Gabriella bajó a la cocina que había limpiado dedicadamente desde muy temprano y sacó todos los ingredientes necesarios para preparar el desayuno con su hija. Cada día ella se esmeraba por hacer de los días de Maxine algo maravilloso y ella disfrutaba divertirse tanto con su hija como lo hacía. A los pocos minutos su princesa de doce años corrió escaleras abajo, yendo directamente a la cocina.

Ambas comenzaron a hacer su clásica receta de panqueques (que luego decorarian con mucha crema batida y frutas como fresas y arándanos) y Gabriella puso música tan fuerte como las bocinas permitieron. Entonces ella y Maxine empezaron a bailar sin ningún sentido y sus risas resonaban sin parar por toda la casa.

Pero Maxine no estaba completamente perdida en el momento de diversión con su madre. Debido a que en el rostro de Gabriella hacia una marcada área de color morado, justo encima de su pómulo. Maxine sabía a qué se debía, pasaba tan constantemente que ya estaba acostumbrada a ver a su madre con esas marcas en su cuerpo. Al principio no entendía lo que significa, mucho menos porque su madre nunca dejó de ser la mujer más amorosa y dedicada con Daniel, su padre. Pero a medida que ella crecía, entendió qué pasaba. Aún así se sentía confundida, porque su padre era el hombre más maravilloso para ella. Era cariñoso, divertido y muy consentidor. Era como cualquier padre que tenía como niña de sus ojos a su propia hija.

Pero si con ella era así de bueno, ¿Por qué lastimada a su madre?

Y un día Maxine entendió que Daniel no era un mal padre, sin embargo, era un terrible esposo y un poco hombre.

Gabriella no tocaba el tema con Maxine ya que ella sabía perfectamente que Daniel como padre y como esposo era polos opuestos y no quería dejarlo en una mal posición frente a Maxine. Los niños necesitan una figura parte a la cual admirar y Gabriella procuró que su hija lo tuviera. Pero Gabriella no podía encerrar a su astuta hija en una burbuja. Aunque lo intentaba. Daniel llegaba exactamente a las 9:00pm y Gabriella se ocupaba de darle un jarabe para dormir a su hija. Porque ningún niño debería escuchar como papá le pega a mamá, y Gabriella no quiso que Maxine escuchara sus dolorosas noches.

Pero esa noche todo fue distinto.

Maxine había pasado todo el día charlando con su mamá. Hablaron de muchas cosas. Libros. Películas. Cocina. Música. Hasta que Gabriella comenzó a hablarle a Maxine sobre el amor...

-Amar a alguien de forma romántica se siente como estar en el cielo, aunque a veces se siente como estar en las puertas del infierno -confesó Gabriella, abrazando a su hija mientras le acariciaba suavemente el cabello.

-¿Por qué? -Maxine la miró con confusión.

-Porque las personas son difíciles y a veces no concuerdan mutuamente, las cosas se vuelven difíciles -admitió con una tenue sonrisa-. Es como estar en una cuerda floja.

A Treacherous Game || Fanfic de DuskwoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora