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Ochako de pronto estaba besando a Himiko, y en un abrir y cerrar de ojos, llegaron a un callejón dónde estaba acorralando a la pobre chica contra la pared, sin separarse de ella en ningún momento, sin dejar sus labios unos segundos, sólo lo sufici...

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Ochako de pronto estaba besando a Himiko, y en un abrir y cerrar de ojos, llegaron a un callejón dónde estaba acorralando a la pobre chica contra la pared, sin separarse de ella en ningún momento, sin dejar sus labios unos segundos, sólo lo suficiente como para que pudiera respirar y no morir ahogada.

Sus manos estaban en su cintura, aferrándose a ella, mientras los brazos de Himiko rodeaban su cuello, acercándola, apretándola, como si temiera de que pudiera irse.

Pero Ochako no pensaba alejarse de Himiko, al menos, no por ese momento.

¿Cómo habían acabado en esa situación? Bueno.... Era una larga historia. Lo único que importaba era que la estaba besando con total salvajismo y pasión.

Ochako podía besarla todo el día y jamás se cansaría. Y no le importaba lo que significara eso, le daba lo mismo, sólo quería besarla en cualquier momento y eso estaría bien para ella.

A su oído, Himiko gimió en voz baja cuando sus labios se deslizaron por su cuello.

—¿Te estoy besando con tu consentimiento, verdad? —se burló Ochako de pronto, deslizando sus manos más abajo, acariciando su espalda baja.

Himiko se sobresaltó, sus mejillas ruborizándose.

— S-sí... —jadeó sintiendo los dedos de la castaña juguetear con el borde de sus bragas.

—Bien —satisfecha, Ochako siguió besándola por el cuello, mordiendo, chupando, lamiendo.

Tener a Himiko de esa forma, la estaba enloqueciendo a más no poder. No había forma de explicarlo, pero no importaba, porque si ambas lo estaban disfrutando entonces estaba bien.

—Es... estamos en pu...público, Ochako... —gimoteó Himiko al sentir los dedos hábiles de la castaña bajando un poco su falda.

—Tranquila —dijo suave, ahora bajando lentamente su ropa interior—, no hay nadie por aquí, será rápido.

Himiko quiso preguntarle a qué se refería con eso, pero de pronto sintió una de las manos de Ochako masturbarla, tocando su clítoris en movimientos circulares, y la rubia era un desastre de nervios y gemidos. Uraraka la siguió besando, Himiko podía sentir su sonrisa contra sus labios.

Tuvo que morder su labio inferior para no gritar por el placer que estaba sintiendo.

La mano que le masturbaba se alejó, iba a quejarse, pero Ocha se la llevó a la boca para humedecer sus dos dedos.

Sonriendo con sus ojos brillando, Ochako volvió a su trabajo, presionando uno de sus dedos contra su entrada, y se escuchó un quejido de la rubia.

Profundizó el beso en el momento que metió más profundo sus dedos, y pudo escuchar un gemido ahogado por parte de la contraria.

Comenzó a mover sus dedos de diferente manera que antes, formando patrones breves, y como era de esperarse, Himiko gemía en voz baja, mordiendo su labio inferior mientras Ochako seguía marcando su cuello.

El segundo dedo hizo que Himiko se sobresaltara, y Ochako cambio el ritmo de sus movimientos a uno más rápido, por lo que luego la rubia olvidó todo dolor momentáneo para volverse lío de gemidos.

Luego, los dedos de Ochako encontraron su punto débil y Himiko, por supuesto, no fue capaz de resistir mucho. Gimiendo contra el hombro de Ochako, temblando por completo, sujetándose de está, llegando al orgasmo sintiendo que podía tocar el cielo en ese momento.

La visión de la rubia corriéndose fue suficiente para que la sonrisa de Ochako se expandiera enormemente, orgullosa y satisfecha.

—Eres terrible —sé burló Ochako.

—Cuando estemos a solas —murmuró Himiko acercándose—, vamos a terminar esto de otra forma.

Ochako solo le respondió con una sonrisa desafiante.

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Novia de alquiler - TogaochakoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora