I - Miradas que cruzan el alma

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La música vibraba en el aire y sentía el bajo retumbar en mis huesos, como si cada nota fuera una descarga eléctrica que hacía latir mi corazón al ritmo de la canción. Las luces iluminaban el escenario de tal forma que Jung-Kook y los demás miembros parecían figuras etéreas, de otro mundo. Y ahí estaba él, justo en el centro, con una energía casi hipnótica. Me costaba creer que estuviera tan cerca. A solo unos metros de distancia, en el mismo espacio, respirando el mismo aire, ese chico que parecía tan inalcanzable estaba a la vista de todos, pero sentía que, en ese momento, estaba solo para mí.

Las canciones continuaron, cada una tan increíble como la anterior, y yo no podía apartar mis ojos de él. Había algo en su forma de moverse, de sonreír, que hacía que todos en el estadio quedáramos atrapados. En un instante, mis amigas y yo estábamos cantando y gritando, y al siguiente estábamos en silencio, solo mirándolo, sin poder pestañear. Fue en uno de esos momentos que ocurrió. La luz cayó directamente sobre mí y, aunque suene increíble, nuestros ojos se encontraron.

Fue solo un segundo, un destello entre miles de luces y miradas. Pero en ese breve instante, sentí que el mundo se detenía. Su mirada era cálida, profunda, como si atravesara cada capa de mí y llegara hasta el fondo de mi alma. Sus labios dibujaron una pequeña sonrisa, apenas perceptible, y una parte de mí quiso pensar que era solo para mí. Todo pasó tan rápido que por un momento me pregunté si lo había imaginado. Pero algo en su expresión me hizo pensar que no, que él también había sentido algo.

Para cuando terminó el concierto, tenía el corazón desbocado. Salí del estadio con mis amigas, pero mi mente seguía allá adentro, atrapada en ese momento que solo yo había presenciado, o al menos así quería creerlo. Mis amigas no paraban de hablar sobre la increíble noche, pero yo apenas las escuchaba. La imagen de su sonrisa, de sus ojos mirándome, estaba grabada en mi mente como una fotografía, una que parecía cada vez más viva y más real cuanto más la recordaba.

Esa noche, mientras nos despedíamos y cada una tomaba su camino a casa, mi teléfono vibró con una notificación de la cuenta oficial de BTS. Publicaron una foto de Jung-Kook, tomada en algún momento del concierto. En la imagen, él estaba sonriendo, con esa expresión entre dulce y juguetona que me había dejado sin aliento. "Qué loco sería que se acordara de mí", pensé, mientras me sonrojaba como nunca antes. Sabía que mis pensamientos eran ridículos, que él tenía millones de fans y seguramente no me recordaría. Pero no podía evitar que mi corazón latiera más rápido cada vez que lo pensaba.

Pasaron los días, y aunque intentaba concentrarme en mis cosas, la imagen de aquella noche seguía viva en mi mente. Era como una historia secreta que solo yo conocía, un pequeño fragmento de realidad que me pertenecía a mí sola. Me dije a mí misma que era solo una ilusión de fan, que no significaba nada. Pero la verdad era que, cada vez que cerraba los ojos, podía verlo mirándome, como si estuviera guardado en algún rincón de mi mente.

Una noche, mientras estaba revisando mi celular, recibí una notificación. Era una cuenta verificada, con un simple mensaje: "Hola". Miré la pantalla, sin saber qué pensar. Mis dedos temblaban mientras abría el mensaje y veía un nombre que jamás habría esperado ver en mis notificaciones: Jeon Jung-Kook.

Por siempre, Jung-KookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora