V - Bajo las Luces de los Reflectores

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Habían pasado dos meses desde que mi vida comenzó a girar en torno a encuentros secretos y mensajes a deshoras. En ese tiempo, había aprendido a vivir en dos mundos diferentes. Durante el día, mi vida era normal: mi trabajo, mi familia, mis amigos. Pero por las noches, vivía en otro universo, uno donde yo era la chica que ocupaba los pensamientos de Jung-Kook. Era una especie de magia que me envolvía y que me hacía olvidar, por un instante, la realidad que nos esperaba si alguien descubría nuestro secreto.

Un día, mientras hablábamos, mencionó algo que me hizo sentir un escalofrío. Estaba preparándose para la gira mundial de BTS. Eso significaba meses de distancia, de ver su vida a través de las pantallas otra vez, igual que antes, igual que todos. Pero esta vez, saber que era parte de su vida lo hacía diferente, y también mucho más difícil. Cuando se iba, una parte de mí sentía que lo estaba perdiendo.

Jung-Kook: "No sé cómo será todo esto cuando esté en la gira, pero quiero que sepas algo. No importa dónde esté, siempre voy a pensar en ti".

Su mensaje me arrancó una sonrisa, pero también una punzada de miedo. ¿Sería suficiente? ¿Realmente podríamos mantenernos unidos a pesar de la distancia, el estrés y el ritmo agitado de su vida? Aunque intenté ocultar mis dudas, él debió haberlas percibido, porque me llamó de inmediato.

—¿Tienes miedo? —preguntó con suavidad, como si pudiera ver a través de la pantalla.

Respiré hondo y respondí la verdad.

—Sí. A veces siento que esto es como intentar atrapar el viento. Sabes que estoy aquí, esperando, pero tú tienes el mundo entero esperándote. No quiero ser una carga para ti.

Él guardó silencio unos segundos, y por un instante pensé que había dicho algo mal. Pero cuando volvió a hablar, su voz era baja y cargada de una intensidad que no había escuchado antes.

—No eres una carga. Eres mi refugio. Cada vez que el mundo se vuelva demasiado, recordaré que estás ahí, esperándome. Eso es lo único que me importa.

Esa promesa resonó en mi mente durante días, y traté de mantenerla cerca cuando llegó el día en que él y BTS debían partir para su primera fecha en Nueva York. Fuimos al aeropuerto antes de que él se fuera, escondidos en una esquina oscura, donde nadie pudiera vernos. Apenas tenía tiempo, pero aprovechamos cada segundo, como si cada palabra, cada mirada, pudieran guardarse en un rincón de nuestras memorias.

—Prométeme que seguirás siendo mi lugar seguro —me dijo antes de irse, con los ojos brillando de emoción y tristeza.

—Prométeme que recordarás lo que tenemos aquí —respondí, sosteniendo su mano con fuerza, sabiendo que esa sería la última vez en mucho tiempo.

Nos despedimos con un beso breve y lleno de promesas silenciosas, un beso que sabía a despedida pero también a esperanza.

Los primeros días sin él fueron difíciles. El saber que estaba en la misma ciudad que yo pero no podía verlo me quemaba el pecho, pero traté de llenar mis días con actividades que me mantuvieran ocupada. Me convertí en una de esas fans que miraba cada concierto en línea, tratando de sentirme cerca de él, de captar algún guiño que me recordara que yo estaba en sus pensamientos. Pero él era un profesional; en el escenario, era simplemente Jung-Kook de BTS, inalcanzable y perfecto. Había días en los que dudaba si nuestros momentos habían sido reales o solo parte de un sueño.

Una noche, mientras miraba un video en vivo de una entrevista que él y los demás estaban dando, sucedió algo que me dejó sin palabras. Uno de los entrevistadores le preguntó por sus pasatiempos secretos, por algo que le diera paz en medio de la locura de la gira.

Él sonrió, mirando a la cámara de una forma que nunca había visto. Sus ojos brillaban de una manera particular, y aunque estaba rodeado de luces y flashes, en ese instante supe que estaba pensando en mí.

—Tengo un lugar especial que me da paz —respondió—. No puedo decir más, pero... es algo muy personal.

Mi corazón se aceleró, y, en un impulso, me llevé las manos al pecho, tratando de contener la emoción. Era una pequeña confirmación, algo tan sutil que nadie más entendería, pero para mí, esas palabras eran como una promesa secreta, una conexión que nadie más podía ver.

Esa noche, justo cuando creía que todo era un sueño, recibí un mensaje de él.

Jung-Kook: "Estaba pensando en ti hoy. Espero que hayas visto la entrevista".

No pude contenerme y le respondí enseguida: "La vi. Y sentí que estábamos juntos otra vez, aunque sea por un instante".

Su respuesta llegó al momento, tan simple y sincera como él.

Jung-Kook: "Yo también lo sentí. Te extraño".

Los días que siguieron se convirtieron en una rutina de mensajes y llamadas furtivas, siempre esperando un momento libre, un pequeño espacio entre conciertos y ensayos. Había días en los que no podía contestar, en los que los compromisos lo absorbían por completo, y aunque sabía que eso era parte de su vida, me dolía. Había momentos en los que la duda se filtraba en mi mente, en los que me preguntaba si realmente podría soportar esta vida, si realmente podría ser su refugio a la distancia.

Pero entonces, en los días buenos, en los días en los que sí había un mensaje, una llamada, una palabra cariñosa, toda esa duda desaparecía como el humo. Con él, aprendí a vivir entre sombras y destellos, entre el mundo de los reflectores y el mundo de nuestros secretos, a mantenerme firme en un amor que vivía en la sombra pero que para mí era tan real como el aire.

Hasta que, una noche, mientras dormía, mi teléfono sonó. Era un mensaje suyo, algo inusual por la diferencia de horario. Al abrirlo, vi solo una palabra que hizo que mi corazón se detuviera por un segundo.

Jung-Kook: "Perdóname".

Por siempre, Jung-KookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora