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El fin de semana transcurrió como normalmente lo hacía; muy rápido, pero al contrario de estar cansado y frustrado, Dee estaba ansioso por que llegara el Lunes, algo inusual en él, pero entendible en su situación. Y es que sábado y domingo pasó su tiempo traspasando los apuntes que Velika le había prestado, se tomaba su tiempo para admirar la cursiva letra de la joven, la cual encontraba refinada y estética, tocaba el libro con sus manos, como si fuera la misma piel de la pelirroja, sumergido en profundos pensamientos de devoción hacia ella, los cuales desechaba de inmediato, pero existían por momentos en su mente.

Así llegó el lunes, Dee se levantó temprano y se tomó todo el tiempo del mundo para prepararse, fue cuidadoso con su maquillaje, perfeccionista con su peinado y meticuloso con su selección de prendas. Pasó una hora y al estar listo se sentía maravilloso, su sonrisa brillaba en el espejo, teniendo mucha ilusión en que Velika lo viese como alguien guapo. Bajó las escaleras a paso firme, con la libreta de Velika en sus brazos, sosteniéndola como algo que precisa tanto cuidado como un bebé.

— Buenos días, papá — dijo en cuanto entró en el comedor, Glam, quien sostenía una taza de café lo miró extrañado, pero correspondió a su saludo animado.

«¿Será que Dee está enamorado?» se preguntó a sí mismo tras analizar la apariencia y distracción de su hijo, quien siempre era retraído y observador. Sin tomarle más importancia, sonrió divertido ante su propio pensamiento y tomó un sorbo de su taza, observando a Dee de un lado a otro preparando su desayuno, pero notando que en ningún momento dejó de tocar esa extraña libreta.

En la escuela.

Dee se sentó en su pupitre, llegó de los primeros al salón, cada que sentía el sonido de la puerta se giraba con ilusión de que esta vez fuese Velika.

«Le agradezco, le entrego la libreta y le preguntó qué tal está» repetía en su cabeza mientras miraba sus manos, las cuales nerviosas se acariciaban entre sí. Tocó el timbre y la esperanza de Dee se había desvanecido, la pelirroja de ojos extraños nunca llegaba tarde, así que simplemente guardó la libreta en su mochila para tenerla fuera de su vista, porque hacerlo le hacía querer esperarla un poco más. No fue hasta que entró su profesor de Lenguas que vio como Velika caminaba justo detrás de él, sus ojos se suavizaron al instante y un pequeño resplandor en su mirada iluminó su cara por completo.

Ella se veía maravillosa, su estilo perturbador atraía a Dee de maneras en las que ni siquiera podría describirlo, pero el rubio interrumpió sus propios pensamientos, porque no, a él no le gusta Velika. Mordió su labio en cuanto apartó la vista, reprimiendo con esfuerzo sus ganas de seguirla observando, solo le miró de reojo hasta que ella se sentó en su lugar.

La clase fue tortuosa para Dee, no porque no entendiera o fuera aburrida, sino porque tenía demasiadas ganas de levantarse y hablar con Velika, entregarle su libreta y agradecerle por su detalle. Analizando bien, Dee sentía que le agradaba a la chica de ojos extraños, ¿Por qué se tomaría la molestia de ofrecerle sus apuntes? Ella no habla con nadie, ni se interesa por nadie que no sea su hermano, pero ella misma lo dijo, notó la ausencia de Dee y quería tener ese detalle con él.

Sin darse cuenta, todos en su clase iban saliendo del salón, el timbre del desayuno había sonado, pero Dee no se había dado cuenta.
Pensó en quedarse en el salón a esperar tomar valía y hablarle a la pelirroja, pero no pudo esperar mucho, ya que la chica se levantó de su asiento con la intención de salir también.

— ¡Velika! — gritó llamando su atención, se sintió torpe por sonar tan desesperado y un rubor nació de sus pecosas mejillas.

— ¿Sí, Dee? — dijo la muchacha con monotonía, caminando unos cuantos pasos hacia el rubio de ojos azules.

— Yo...ehm — llevó su vista hasta el suelo buscando desaparecer, mordió su labio con la pura intención de lastimarse, y en ese momento Velika llevó una de sus manos a su mejilla, acariciandola un poco con sus manos frías.

—Quería agradecerte por los apuntes que me prestaste, te los devuelvo ahora — pudo pronunciar el rubio, con una calma nueva creciendo en su pecho, no perdió la oportunidad de observar con detalle sus ojos, su rostro, podía sentir como el rojo en sus mejillas se expandía.

Por otro lado el perfume de Dee embriagaba y atrapaba el cuerpo de Velika, quien parecía estar realmente interesada en admirar cada detalle del rubio, pero sus ojos se detuvieron en su cuello, en ese momento su boca se entreabrió levemente, y las pupilas de la pelirroja se dilataron, sin poder pasar desapercibidos por Dee, quien no podía salir del trance en el que lo dejaba la presencia de la pelirroja.

"Muérdeme, asfixiame, pero lléname de ti" pensó el rubio, con su mirada viajando hasta los labios maquillados de negro de Velika, su mayor misterio.

Vampyrist [Dee ٭ Metal Family]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora