fin

154 32 0
                                    

Abre sus ojos y lo primero que ve, es a Minji dormida con Hiroshi en el pecho, también dormido. Acaricia el cabello de su hijo antes de ponerse de pie para preparar el desayuno. El reloj marca las diez de la mañana y agradece que la azabache se hubiese despertado la última vez que su hijo lloró.

Hace huevos con jamón porque la verdad, le da pereza hacer otra cosa. Se sirve un poco, para comer antes de vestirse. Ese día iban a ir a por los resultados de maternidad y dejarían a Hiroshi un rato con sus padres.

—Entonces tu mamá dijo: "oh, Minji, eres la mujer más guapa del mundo, tengamos pequeños Hiroshis juntas" y no me quedó más que aceptar —la voz de Minji resuena, divertida. Entra a la cocina, con el cachorro en sus brazos, tomando su biberón de leche.

—¿Qué mierda dices? —se ríe, dando un bocado a su comida.

—Le cuento a nuestro hijo cómo surgió su creación.

—No seas idiota, tiene dos meses.

—Mejor temprano que nunca.

Haerin rueda los ojos, poniéndose de pie para servirle el desayuno a Minji.

—Vamos, bebé —toma a Hiroshi de los brazos de la azabache—. Dejemos a tu madre embutirse como la cerda que es.

—¿Después debo embutirte?

Haerin se sonroja, tapando los oídos de su hijo.

—¡Minji! —le reprende—. No con Hiroshi aquí.

Oye a la azabache soltar una risa y ella se va a arreglarse y alistar las cosas de Hiroshi. Cambia el pañal de su hijo por uno seco y limpio. Lo viste con un enterito que lo cubre hasta los pies y es de manga larga, sobre su cabeza va un gorrito azul con estrellitas y corazoncitos blancos.

—Eres el bebé más bello —besa sus mejillas, poniéndolo en la cuna para vestirse.

Primero lava sus dientes y se asea bien, luego elige su ropa. Una remera blanca, totalmente lista y sus jeans, junto con sus Vans negras de siempre. Minji entra a la habitación, abrazándola por detrás, ubicando su nariz en la marca aún sin cicatrizar por completo.

—M-Minji —jadea, sintiendo la lengua de la alfa pasar por la mordida.

—¿Aún duele?

Haerin niega, asegurando que estaba bien.

—Vístete rápido, Min. Antes tenemos que dejar a Hiroshi con mis padres.

—No quiero dejarlo.

—Yo tampoco —mete ropa limpia y pañales a la mochila del bebé—. Pero no lo podemos llevar al hospital.

Kim no contesta, solo se viste.

—¿Has visto alguna vez a un bebé más guapo? —Haerin abraza a Hiroshi y después se lo pasa a Minji. El bebé comienza a llorar cuando deja de sentir a Haerin—. Ow, tranquilo, bebé —besa su cabeza y cierra la puerta.

Como los padres de Minji estaban de viaje, le habían dejado el coche para que se lo "cuidaran". Doyeon estuvo muy emocionado con eso de la llegada de Hiroshi, tanto que él mismo había comprado y puesto un asiento especial para el bebé. Así que Minji lo pone ahí, abrochándolo.

—Primero a casa de tus padres, ¿no?

—Sí, y apúrate que ya es tarde.

Minji conduce hasta ahí, como siempre Haerin cantando todas las canciones y quejándose de la gente que no sabía conducir.

Se saludan y despiden rápido de los padres de Haerin para llegar a tiempo. La alfa entra sola al consultorio seguido del agente, quien antes saluda a ambas amablemente. Haerin se queda afuera, esperando por la azabache. No sabe por qué tarda tanto, hasta tiempo de leer casi todos los carteles informativos le da.

La azabache sale, secando sus ojos y buscando a la más baja con la mirada.

—Minji —susurra, con el ceño fruncido—. ¿Estás bien?

Asiente, abrazando el cuerpo de la pelinegra.

—¿Qué pasó? ¿Qué te dijeron?

—Creo que... creo que tendremos que conseguir una casa más grande y una cama infantil ㅡdice, desde el cuello de la omega.

Haerin sonríe, abrazando a su alfa.

***

Pasaron por varias semanas para que Sulji pudiera ir a casa con ellas. Haerin quedó enamorada de ellas apenas la vio. Era una bebé muy linda y llorando por protección. Entre las visitas al juez y con los licenciados ella estuvo presente, fueron casi dos semanas donde Sulji agarró confianza con ambas como para dejar que la cargasen sin llorar. Ahora están yendo a casa, con Hiroshi en su asiento especial, Minji al volante y Haerin de copiloto, con la castañita entre sus brazos, durmiendo. Ambas detrás del cinturón de seguridad.

—¡Mira! —Haerin mastica un chicle, leyendo la carpeta con los papeles de Sulji—. Aquí dice que nació el quince de mayo. Es como, ¡mi gemela!

Minji rueda los ojos y se frota la sien con una mano. Haerin era una puta niña.

—¿Ya te he dicho que eres ridícula?

Haerin ríe, asintiendo y haciendo una bomba de chicle.

—Cada día.

—Pues de nada.

—Aún así me amas —canturrea.

—Sí, lo hago —y aprovecha el semáforo en rojo, para besar los labios de su linda omega.

Fin

Fin

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
VEN AQUÍ, Y ÁMAME, catnipzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora