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Suspira, quitándose las sábanas de encima. Sabe que día es hoy y eso lo pone feliz. Su cumpleaños. Cumplía cinco años y sabía que sus madres le tenían una sorpresa, las ha escuchado hablar de eso por las noches. Así que con una sonrisa brillante, corre a la cocina. Su casa está en silencio y eso es raro, ya que sus mamás siempre estaban gritando -no en manera de pelea- o su hermana cantaba.

—¡Cállate, animal! —oye la voz de su tía Rora y esta es seguida de varios "shh".

Aún más contento, con la idea de que su familia está ahí, entra a la cocina y todos gritan su nombre, tirando serpentinas y confeti. Su mamá Haerin se acerca a abrazarlo con mucho cuidado de no tirar a su hermanito menor, Hyebin.

—¡Feliz cumpleaños, bebé! —la pelinegra besa sus mejillas repetidas veces, dejándolas sonrojadas.

—No soy un bebé, ya tengo cinco —se limpia los cachetes, yéndose a una de las sillas.

—Felicidades, Hiroshi —Sulji, con el cabello trenzado se acerca, teniendo una caja grande entre sus manos, con trabajo y podía sostenerla.

—¿Para mí? —abre sus ojos en grande, fingiendo sorpresa—. ¡Gracias, bruja!

Sulji rueda los ojos, evitando contestarle a su hermanito, se la pasaría por hoy porque era su cumpleaños.

—¿Dónde está mi mamá? —el cumpleañero pregunta, quitándole la envoltura a la caja.

—Por ahí —Hyein contesta, mirando a otro lado y enrollando su brazo alrededor de Rora.

—Por ahí en... —Hanni quiere seguir pero no se le ocurre nada.

—En la selva —Rora termina y todas se golpean la frente, incluída Sulji.

—¿En serio? —sus ojos de colores se abren, ahora sí, sorprendido—. ¡Wooow, yo siempre dije que mamá era como Tarzan!

—Por idiota —Hanni murmura bajamente, y le sonríe a Haerin, quien la mira enojada.

—Fue con tía Dani y los gemelos a buscar algo, amor.

—Ahh, ¿no fue a la selva?

—No, Hiroshi —su madre deja al bebé en su silla—. Pronto debe venir.

—¿Es una sorpresa para mí?

—Puede ser —la pelinegra se encoge de hombros—. Puede ser que no —se mece de un lado a otro.

—¡Hiroshi! —Kyung y Jun entran corriendo a abrazarlo cuando lo ven.

Ambos lo felicitan entre risas, haciéndole cosquillas. Un ladrido hace que se separen, los ojos del pequeño Kim se abren y corre hasta donde lo oye. Su madre está de pie ahí, con un gran perro a su lado.

—Mierda, Minji. Dijimos un perrito —Haerin le dice al oído a su alfa, pegándole en el brazo.

—¡No había nada más! —se queja, sobándose.

—¡Un perrito! —y Hiroshi no se le es necesario incarse para abrazar al perro, ya que es casi de su estatura—. ¡Gracias, mamá! ¿Lo conseguiste en la selva?

—No, él es de la perrera, tu madre sí es de la selva —Hyein interfiere, acercando sus pasos al can y dándole leves caricias.

—¡Mami! —Sulji grita desde la cocina.

Haerin va a verla. Ella está sobre la mesa, cuidando a Hyebin y con alerta a todo.

—¿Qué pasa, corazón?

—Mami, ¿el perro se va a q-quedar mucho tiempo aquí?

—Es uno de los regalos de Hiroshi —tuerce la boca.

VEN AQUÍ, Y ÁMAME, catnipzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora